29 de noviembre de 2010

Avoda aravit

Avoda aravit (עבודה ערבית), literalmente "trabajo, faena árabe" (cf. el francés travail d'arabe, probablemente en el origen del magrebí خدمة عرب —cuyo equivalente en el árabe medio-oriental debe ser el شغل عرب de la imagen—), es una forma de decir "chapuza" en israelí y de referirse a un trabajo degradante que nadie quiere hacer (pero también el título de una polémica y controvertida serie de televisión).

Ya he explicado con anterioridad por qué la enseñanza del árabe como lengua extranjera en Israel es de especial relevancia para los que nos interesamos por las dimensiones ideológicas de esta actividad didáctica; no tanto por la singularidad como por la nitidez del panorama: a mi modo de ver, el caso de Israel es básicamente (aunque a distinta escala) el de España y otros países de tradición orientalista, donde el árabe arrastra la condición de lengua del enemigo por antonomasia (en nuestro caso al menos desde el siglo IX, en que Álvaro de Córdoba —como al parecer Samuel el Confesor en Egipto— se lamentaba del avance de la arabización entre los cristianos).

22 de noviembre de 2010

Cansados de aquí y de allá

Ilustración de Yusuf Abdelki (يوسف عبدلكي، دار الفتى العربي، 1983)
Me comentaba la semana pasada una alumna, que estuvo el verano pasado haciendo un curso de árabe en Marruecos, que su profesora allí, al escucharla decir «أنا تعبانة» (estoy cansada), le replicó que el adjetivo تعبان era egipcio, y que en su lugar debía decir متعبة (بفتح العين)‏. Con respecto a lo primero tenía razón, pero sólo en parte, porque تعبان es tan egipcio como marroquí, tunecino, sirio, libanés, iraquí, del Golfo, etc.; es decir, prácticamente panárabe y no, en cualquier caso, peculiar de Egipto. Bien es verdad que تعبان no figura en los diccionarios árabes clásicos, y de ahí que haya quien, como ella, la considere una palabra al margen de la norma. Desde tan estrecho punto de vista, poco importa que sí aparezca ya en textos... ¡del s. XII!, como en éste de Ibn al-Imrani (ابن العمراني) o en las célebres memorias de Usama Ibn Munqidh (أسامة بن منقذ); o más aún, que se entienda (y casi que se use) en todos los rincones del mundo árabe, tanto de viva voz como por escrito (siendo habitual además, advierte ya Cowan en 1958, el empleo de su femenino más previsible —تعبانة y no تعبى—). En cuanto a lo segundo, que debía emplear متعبة en lugar de تعبانة, habría mucho que decir. De entrada, de lo que no cabe duda es de que la buena señora está un rato anticuada en cuestiones didácticas, aparte de no ser muy asidua de los canales árabes vía satélite: de lo contrario ya sabría que تعبان es algo más que "egipcio", a menos que piense que a medio mundo árabe le ha dado por hablarlo. Huelga decir, además, que la aparición de éste y otros adjetivos parecidos (زعلان، جوعان) desde la primera lección del libro de texto que seguimos en clase no se debe a un capricho de sus autores, sino a la voluntad de familiarizar a los alumnos lo antes posible con un patrón morfológico (صيغة) muy productivo en la formación de adjetivos, como, p. ej., سكران، غضبان، عطشان، جوعان، شبعان، ندمان، عريان, etc., todos ellos sacados de la 3ª edición de la obra W. Wright, A Grammar of the Arabic Language (1896), revisada por Pierre Cachia y reimpresa en 1974 (vol. I, p. 135).

17 de noviembre de 2010

La cu sin la u, caca

Dice la 1ª edición del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) de la Real Academia Española, de octubre de 2005, s.v. 'q', que
La q puede aparecer como letra independiente en la transcripción de nombres árabes, ya que es la grafía que debe usarse, según las normas de transcripción del alfabeto árabe al español, para representar la letra árabe llamada qāf: Iraq [irák], Qatar [katár].
De hecho 'Qatar' (sin tilde) era hasta ahora, según la misma edición, la "grafía recomendada para el nombre de este emirato situado en la península de Arabia", que corresponde al árabe قطر y que es, de hecho, la empleada por las autoridades de dicho país; al igual que lo era 'Iraq' (العراق), ídem. Pero a partir de la publicación de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española, prevista para diciembre, lo correcto desde el punto de vista de la RAE será escribir Catar e Irak (y no 'Irac' o 'Iraque', como tal vez cabría esperar, o los castizos 'Aliraque' o 'Alireque' de los moriscos). El argumento es que el uso de la letra 'q' en palabras como éstas es incongruente con el habitual en español, en el que, en realidad, más que una letra lo que tenemos es un dígrafo (qu).

Habby New Eid

Hatem, haBBy new eid.
Con el desfase entre el calendario musulmán, lunar, y el gregoriano, solar, cada año las fiestas musulmanas se adelantan con respecto a este último entre 10 y 12 días, de manera que la del sacrificio (عيد الأضحى), que se celebró ayer en la Península y hoy miércoles en Ceuta y Melilla (donde es por primera vez festivo pero laboral), se va alejando progresivamente del Año Nuevo gregoriano, con el que coincidió hace ya cuatro. De ahí que la ilustración de la derecha, de aquellas fechas, haya ido igualmente perdiendo frescura. No por ello, sin embargo, creo que haya dejado de ser oportuna en otros sentidos y es por eso por lo que he decidido recuperarla. Su autor es Hatem Fathy Aly (حاتم فتحي علي), un ilustrador egipcio establecido en Canadá.

Un año más, feliz nueva fiesta a todos.

15 de noviembre de 2010

On cuit des haricots partout

Mon fils a fait quatre ans d'arabe à Princeton, et pour ses deux dernières années, il a eu un professeur merveilleux. Cet homme est un grand critique, fin et intelligent. Mais mon fils essayait de lui parler en arabe, à propos d'al-Maarri ou d'al-Mutanabbi ; mais il répondait en anglais. Pour lui, l'arabe était comme le latin ou le sanskrit ; une langue morte, une langue du passé.
---Edward Said en Hassan Arfaoui, "Entretien avec Edward Said", Actualités, Institut du Monde Arabe, París, 25.09.2005.

10 de noviembre de 2010

Tamquam tabula rasa

No hay año que no suceda. Durante las primeras semanas de clase no le das mayor importancia, pero al llegar esta época te das cuenta de que esos garabatos tan familiares han llegado para quedarse: hasta enero en el mejor de los casos, hasta mayo o junio en el peor.

Me refiero al fastidio de llegar al aula y comprobar que el colega que acaba de salir ha olvidado, una vez más, como el último día y el anterior a éste, borrar la pizarra, dejando plantadas en ella sus explicaciones, no sé si por dejadez, por descuido o en la creencia de que es obligación de otro devolver el encerado a su verdor caliginoso. Ya dice el proverbio árabe que "el tonto se escuda en la pizarra borrada" (o en "borrarla", según se interprete: «حجة —أو حيلة أو عذر أو علة— البليد مسح السبورة»), y aunque en principio se aplique sólo a los alumnos, me pregunto si no será también mi caso y el de algún listo...

Sea como fuere, lo cierto es que, llegado este tiempo, uno comienza incluso a incorporar dicho fastidio a la clase, como motivo de conversación inicial (en árabe) con los alumnos. "¿Qué idioma es éste?", sueles preguntarles la primera vez, porque siempre me encuentro garabatos en griego, latín, alemán o árabe. "¿Lo estudias? ¿lo hablas?". Y a la siguiente: "¿Sois vosotros los que escribís en la pizarra? ¿no? ¿quién?". Y así hasta que hemos practicado buena parte del vocabulario del aula y consigo que me digan que es otro profesor, el mismo todos los días, el que emborrona la pizarra y se va sin borrarla. Es en ese momento, o en la clase siguiente, de nuevo ante sus garabatos, cuando perpetro mi pequeña venganza, pero entonces ya en román paladino: "Nunca esperéis demasiado de un profesor que no borra la pizarra al terminar", les espeto muy serio, "porque si es tan poco considerado con el compañero que viene después, cómo habrá de serlo con vosotros".

Fotograma de la película La pizarra (تخته سياه) de Samira Makhmalbaf (سميرا مخملباف)
Hay quien me ha replicado alguna vez que no borra la pizarra porque los alumnos, al término de la clase, no han terminado aún de copiar lo que pone en ella. El argumento puede ser válido y honesto, salvo que la escena se repita un día sí y otro no, en cuyo caso supone la confirmación de mi vengativa advertencia: el profesor en cuestión no sólo no tiene la gentileza de borrar el encerado sino que, además, obliga a sus alumnos a permanecer en el aula una vez que la clase ha terminado, perdidos en un laberinto de clarión del que no se sabe muy bien si es Dédalo, Teseo o el Minotauro quien acaba de salir; indicio además, esto último, de que a muchos artesanos, héroes y monstruos no les vendrían mal unas nociones básicas de arquitectura de la información aplicada a la docencia. En mi modesta opinión, por resumir, cuando una parte de la clase no puede seguir el ritmo con el que el profesor anota en la pizarra es que algo falla; y de ningún modo pretendo decir, ojo, que a mí no me suceda, sino que yo borro y, si es necesario, retomo la cuestión en la clase siguiente. Borrar la pizarra es sencillo, pero a la vez una cuestión íntima. Es, salvando las distancias, como tirar de la cadena y usar la escobilla en un retrete público (para quien acostumbra a hacerlo, claro, porque ése sería otro tema).

Como "nunca es tarde si la dicha es buena", si hay algún colega que se sienta aludido (y es fácil: basta con ser de los que nunca o casi nunca cogen el borrador entre horas; a veces ni siquiera para borrar lo que les ha dejado el anterior, dando lugar a lo que yo llamo pizarra-palimpsesto), por favor le pido que haga el esfuerzo de borrar lo propio, que es nimio comparado con la molestia de borrar lo ajeno.

9 de noviembre de 2010

Frontières invisibles

Gustave Doré, La confusion des langues, 1865
What we should seek in cross-cultural education are less bridges than a deep understanding of the boundaries. We can teach the boundary, we cannot teach the bridge.
---Claire Kramsch, Context and Culture in Language Teaching, Oxford, 1993, p. 228.

Tout d'abord je m'excuse de mon français, que je n'ai jamais appris comme il faut, mais plutôt pris ici et ailleurs. Si je l'utilise dans ce billet (et il va sans dire que toutes les corrections seront les bienvenues) ce n'est que parce que j'aimerais bien que Youssef Tabti, qui en est à l'origine avec son projet Invisible Boundaries, présenté dans le cadre des événements parallèles de la biennal Manifesta 8, puisse le lire sans avoir recours à Google Traduction. Puis je me suis dit que, s'agissant de franchir frontières langagières, il fallait prêcher par l'exemple, convaincu, d'autre part, que la plupart des rares habitués de ce blog se débrouillent en français, soit beaucoup mieux, soit aussi mal que moi (donc assez bien pour lire tout ce que je vais écrire ci-dessous).

4 de noviembre de 2010

Disneyislam

Ron English, Muslim Mickey
Ayer tarde estuve en la mesa redonda "¿Otros enfoques, a más largo plazo, como respuesta al fenómeno del terrorismo islámico?" que cerraba la reunión 'científica' del grupo de investigación "Yihad, Derecho Internacional y Alianza de Civilizaciones", del que hablé ayer, y que contaba con la participación de Eugenia López-Jacoíste, Bénédicte Real, María José Cervell (coordinadora de la reunión) y Rafael Pedro Martínez. La intervención de este último, inspector del Cuerpo Nacional de Policía en Murcia, no he podido escucharla por motivos de horario, pero tengo entendido que versaba sobre Al-Qaeda (القاعدة) en el Magreb (y no, como yo esperaba, sobre algún tema más local); aunque lo cierto es que, de haber tenido tiempo, tampoco sé si habría podido aguantar ni un minuto más allí, especialmente tras ver y escuchar a la profesora Cervell escenificando, por así decirlo, las mismas ideas vertidas ya en este artículo por su mentor, el catedrático Cesáreo Gutiérrez, también presente en la sala, y otras de diferentes cosechas sin denominación de origen pero habituales en todo discurso yijadológico que se precie (sí, con jota, tal y como lo pronuncian los expertos), y que podrían resumirse en una de las muchas frases lapidarias escuchadas durante la tarde: el musulmán justifica el uso de la fuerza para convertir a los demás a su religión. No en balde una de las preguntas a las que debían responder por escrito los alumnos asistentes para justificar su aprovechamiento venía a ser: ¿admite el Corán el uso de la violencia para extender la religión musulmana? Y a continuación un imperativo "explíquese".

Se escucharon algunas historias enternecedoras, como la anécdota con que comenzó la profesora López-Jacoíste su intervención para ilustrar la dificultad de conciliar el respeto a los derechos humanos (que, al parecer, admiten una cómoda gradación en niveles, de más a menos inalienables) y la lucha contra el terrorismo internacional, que trataba de un pobre oficial israelí destinado a la Franja de Gaza y enfrentado allí al terrible dilema de tirotear o no a un grupo de palestinos que se había aproximado a su patrulla, y en el que se encontraba una embarazada que precisaba atención médica; o la de dos ancianitas berlinesas que tuvieron la mala fortuna de apalabrar la venta de su casa con un par de árabes cuyas cuentas, a la postre, fueron congeladas por tratarse de supuestos terroristas. Pero sobre todo se habló del islam y de los musulmanes, de oídas y con una ligereza verdaderamente pasmosa, digna de esos foros donde parece darse por hecho que no va a haber ninguno escuchando; de ahí, tal vez, que Bénédicte Real, que comenzó su charla sobre derecho humanitario islámico con una referencia a las Torres Gemelas, se sintiera en la necesidad de tirar de manual y explicar(se) qué es el islam (ya se sabe, mucho más que una religión: un "código de conducta" regido por un Derecho, el islámico, que es el único que conocen los musulmanes).

Bastante más llamativo me resultó el énfasis que ponía esta joven promesa de la islamología de ocasión, con el asenso complaciente de parte de la mesa, en el hecho de que el Imperio otomano ("Turquía" según ella) adoptara en 1876 el emblema de la media luna roja, o de que en el Irán previo a la revolución islámica ("Irán" a secas —¿para qué matizar y perder con ello una nota de exotismo?—) se utilizaran el león y el sol rojos (شير وخورشيد سرخ). Sobre todo al no hacer mención alguna del Magen David Adom (מגן דוד אדום), que no fue reconocido por el ICRC hasta 2006; y tampoco del hecho de que Henri Dunant, el promotor de la idea, era suizo, y de la similitud de la bandera de su país (de fuertes connotaciones cristianas) con el emblema original de la Cruz Roja; por no hablar de su trayectoria colonial o su condición de "primer cristiano sionista". Salvo que todo ello, bien es verdad, habría aportado poco al axioma indiscutible de que los países musulmanes, con Turquía (la misma que patrocina junto a España la Alianza de Civilizaciones, insistió más adelante Cervell) e Irán (cuyo anterior presidente formuló la idea del diálogo entre civilizaciones —گفت‌وگوی تمدن‌ها—) a la cabeza, son del todo reacios a integrarse en cualquier tipo de organismo internacional, como lo son en general, qué duda cabe, los inmigrantes musulmanes: "El fenómeno terrorista", dice Gutiérrez Espada en esta entrevista, "es fruto de una interpretación particular del Islam que probablemente no es la mayoritaria, aunque sí cuenta con una base social amplia".

La nota divertida, por último, que también la hubo, la puso la misma Real, que por momentos, y para desconcierto de algunos semblantes, parecía contradecir algún que otro postulado del ideario yijadológico, como que el Corán permita el uso indiscriminado de la violencia, o al repetir caritativamente que "no somos tan distintos", y que no todo es blanco o negro.

3 de noviembre de 2010

Jihadology for dummies

Hace poco más de un año me preguntaba un alumno cuál era mi opinión sobre unas declaraciones a la prensa de Cesáreo Gutiérrez Espada, catedrático de la Universidad de Murcia, en relación con su artículo "¿Alianza de civilizaciones?", publicado en la revista Carthaginensia (vol. 24, nº 46, 2008, p. 379-391) del Instituto Teológico de Murcia, OFM.

La alianza de civilizaciones y el plan de Zapatero, venía a decir Gutiérrez Espada en su artículo, hoy por hoy son imposibles, ya que "son demasiadas las diferencias esenciales, innegociables por decirlo así, religiosas, sociales y culturales, políticas... que tienen", opina el catedrático, "la civilización occidental o, para dejar las cosas más claras desde ya, judeo-cristiana y la musulmana" (p. 386); añadiendo, para redundar en la idea, que "la civilización musulmana está formada por Estados con una concepción teocrática del gobierno, e integrado por élites refractarias o al menos reticentes al progreso científico y tecnológico y desde luego a la separación entre el poder político y el religioso" (p. 387-8), al contrario que Occidente e incluyendo "al moderno Israel", como vuelve a hacer el autor al sostener que "las concepciones básicas" de los países islámicos

generan, como es lógico, limitaciones en el ejercicio del principio democrático y en la plena aplicación de los derechos y libertades fundamentales del ser humano, sea hombre o mujer, adulto o niño, que en Occidente se consideran intolerables, incluyendo también el Estado de Israel en este punto.
Con estos mimbres no es de extrañar que "Yihad (o Guerra Santa), Derecho Internacional y Alianza de Civilizaciones" sea el título del "proyecto científico" que dirige Gutiérrez Espada, financiado por la Fundación Séneca, y que celebra estos días una reunión, igualmente "científica", en torno a la cuestión del "terrorismo internacional, fundamentalmente de origen islámico", y a "la legítima defensa" y "otros enfoques a más largo plazo" como respuesta al mismo (el título de la última sesión, en la que participa incluso un inspector del Cuerpo Nacional de Policía, habla ya directamente de "terrorismo islámico").

Porque si al plan en sí, tanto en su dimensión internacional como nacional, ya cuesta darle crédito y no verlo como otra danza de los siete velos, qué decir de quienes se lo dan, siquiera momentáneamente, para tildarlo al instante de iluso o ilustrar con él su particular bestiario islámico. Se diría que tan ingenuo es tragarse a pie juntillas la presunta islamofilia de la iniciativa, como perverso hacerlo, también presuntamente, para criticarla. Es obvio que un proyecto semejante, entre cuyas "actuaciones destinadas a favorecer el conocimiento mutuo y el aprecio de la diversidad" se contaba sin ir más lejos un "plan de formación de arabistas españoles" (que en el momento de su anuncio despertó las suspicacias del gremio), admite muchas lecturas críticas. Lo interesante es que ninguna de las más sonadas vaya más allá de pontificar que, con los musulmanes, cualquier alianza es imposible, por más que las veamos establecerse a diario, aunque con fines bastante más prosaicos (económicos, estratégicos, etc.) que el "de superar la brecha que se está abriendo entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán" (como si la brecha no llevara ya siglos abierta).

Vivimos, en definitiva, en un mundo donde abundan las buenas y las medias palabras. A mí las de Gutiérrez Espada, le dije a mi alumno si mal no recuerdo, no me parecían muy novedosas (apenas unas semanas antes había fallecido Samuel P. Huntington) y, por tanto, no les veía el menor interés, aunque sí pueda tenerlo el fenómeno del que creo que forman parte: cómo actuamos todos (unos con más fortuna que otros) de repetidores ideológicos, de modo que ciertas ideas lleguen y se aclimaten a rincones para los que, tal vez, no han sido pensadas.

La observación puede que no fuera muy cortés, pero era sincera.

La yihadología, una 'disciplina' inspirada en la sovietología de la Guerra Fría (como se echa de ver en el ejemplo de los Pipes, padre e hijo), y que algunos ven abocada al fracaso por culpa de un grupo de "left-wing academics who regard Edward Said as their intellectual hero" y otros blandengues, ha desembarcado en la Universidad de Murcia, donde tan faltos de ella (y de izquierdistas fanáticos de Said y otros melindrosos) se ve que andamos.

26 de octubre de 2010

Non tamen ita difficile

Odio traducir. Siempre lo he odiado. Parte de ese odio me viene, creo, de haber estudiado una carrera en la que te obligaban a traducir textos que, por tu nivel, estaban fuera de tu alcance, y un tanto sin ton ni son: lo mismo traducías un texto del siglo XIII que las notas que lo acompañaban a pie de página, del editor, redactadas en pleno siglo XX. No se hacían distingos entre épocas o registros, no había técnicas, recursos ni conocimientos que aplicar: o traducías bien o traducías mal, y era el profesor el que lo decía, no porque demostrara ser mejor traductor, o siquiera porque sus versiones tuvieran mucho más sentido que las nuestras, sino tal vez, como sospechábamos, porque se valía de una traducción previa, que era la que utilizaba para corregirnos, aunque la idea era que a traducir se aprende traduciendo, así sin más.

Traducir, así pues, consistía en rellenar una quiniela cuyos partidos se jugaban entre el equipo del diccionario y el de la gramática, con resultados a menudo imprevisibles, ya que, en definitiva, era la traducción la que hacía los textos legibles en su idioma original y no al revés como cabría esperar, de modo incluso que traducir en este caso equivale más bien a descifrar, puesto que no hay lectura previa: el traductor traduce en primer lugar para sí mismo, para entender el original, y una vez que lo ha entendido (o que cree haberlo hecho), adecenta un poco la traducción para sus lectores. De ahí tal vez que el bueno de Roger Bacon, hablando de grados en el conocimiento de los idiomas y después de tratar la lectura, distinguiera perfectamente en su Opus tertium entre ser capaz de traducir, que es difícil pero no tanto como se cree, y ser capaz de hablar, enseñar, predicar y perorar en una lengua extranjera como en la materna, que es lo más difícil de todo:
[...] Aliud est in linguarum cognitione, scilicet ut homo sit ita peritus quod sciat transferre. Certe hoc est difficilius; non tamen ita difficile sicut homines aestimant. Tertium vero est difficilius utroque, scilicet quod homo loquatur linguam alienam sicut suam; et doceat, et praedicet, et peroret quaecunque, sicut in lingua materna.
Pero es que, aparte de haber padecido ese particular modo de entender la didáctica de la traducción (o la traducción como didáctica), se da la circunstancia, y no necesariamente resultante de lo anterior, de que al traducir caigo constantemente en la cuenta de mis limitaciones: para empezar, en la lengua extranjera, pero también, y lo que es peor, en la propia; porque si ya es frustrante no entender algo en el texto original, más lo es aún entenderlo y no dar con la forma idónea de expresarlo en la lengua de destino, sobre todo cuando sabes a ciencia cierta que la hay, que existe y que encajaría a la perfección en ese contexto. En ese momento te dices a ti mismo: "Árabe no sabré, pero español... tampoco." Y a continuación, la serendipia (sí, de سرنديب): a traducir no se aprenderá traduciendo, pero es que a traducir bien... sencillamente no se aprende. Hace falta una cierta inspiración, probablemente de ésa que ha de pillarte trabajando, como la que se le atribuye a Picasso, pero inspiración al fin y al cabo. Yo lo creo así, y pocos traductores negarán, sospecho, que ante un mismo texto hay días que han estado mucho más inspirados (o atinados, o acertados, o como se quiera decir) que otros. Que esa iluminación pueda explicarse como el resultado de una coincidencia pasajera de circunstancias favorables, es lo de menos mientras siga siendo inopinada e impredecible.

A veces, sin embargo, no hay inspiración posible; o para mí, al menos, no puede haberla. Es el caso de esos (con-)textos a los que uno preferiría no tener que enfrentarse. Una antigua alumna mía, que terminó Traducción e Interpretación hace un par de años, hablaba hace poco en su blog, El arte de traducir, de encargos escabrosos. Yo, ejerciendo como traductor jurado, sólo me he topado, por fortuna, con dos que lo fueran verdaderamente: el primero, un atestado policial sobre los abusos sexuales de que había sido víctima una menor, presuntamente a manos de su padrastro; y el segundo, la nota manuscrita de un suicida; salvo que en esas condiciones, la propia gravedad de las circunstancias te anestesia y te inviste de una responsabilidad adicional, siendo así que pueden resultar lecturas penosas, pero no necesariamente traducciones difíciles.

A mí, en realidad, lo que más me desagrada traducir es la palabrería. Me refiero a esos originales cuyo autor o no sabe muy bien qué es lo que quiere decir, o no sabe decirlo, o sencillamente no tiene nada que decir pero sí mucho espacio que rellenar. ¿Un ejemplo? Ahí va éste:
La biblioteca es una unidad funcional que ofrece servicios al conjunto de la comunidad.
No es, naturalmente, que en árabe no se pueda decir "unidad funcional" (وحدة وظيفية —hasta el traductor de Google se lo sabe—), sino qué significa y de qué sirve decirlo. ¿Puede haber alguien que lea el texto en español o su traducción al árabe sin saber de antemano lo que es una biblioteca? Y en el supuesto de que hubiera quien no lo supiese, ¿conseguiría enterarse a partir de esta definición?

La Administración Pública en general, tengo la impresión, es muy dada a este tipo de palabrería, a no decir nada, o a decir poco, pero con muchas palabras. Bien es verdad que palabras, y cuantas más mejor, es lo que le interesa reunir al traductor que las tiene como unidad de tarificación, pero (y nunca mejor dicho), ¿a qué precio?

23 de octubre de 2010

Cerdos, monos, burros y otros animales

Un arabista o un islamólogo, piensa mucha gente, es alguien al que deben caerle bien los árabes y los musulmanes, puesto que se dedica a estudiarlos (es decir, en la creencia, trasnochada desde hace décadas, de que se les puede estudiar aparte, y de que "es el objeto de estudio y no el método lo que da lugar a una ciencia", como dice J.M. Ridao). Ayer por la tarde le comentaba a Tabti, que ya anda por aquí, que los españoles que estudiamos árabe y lo enseñamos no estamos necesariamente a salvo de muchos de los prejuicios que tiene el resto de la sociedad española, y que es precisamente entre especialistas como nosotros, a los que se nos supone, en efecto, una afinidad, una sensibilidad especial, donde mejor se aprecia (y más choca, sin duda) el arraigo de algunos de esos prejuicios, por más que el refinamiento con que se manifiestan pueda ser extremo.

Lo que no es tan habitual es que un arabista o un islamólogo haga profesión pública de dichos prejuicios, camuflados bajo un supuesto conocimiento científico de la materia, avalado a su vez por la consabida jerga académica. Leo en El País que "el proceso contra el líder islamófobo holandés Wilders tendrá que repetirse por falta de imparcialidad del tribunal" porque "la sala ha impedido la declaración de un arabista, testigo de la defensa" (es decir, de Wilders). El arabista en cuestión no es otro que Hans Jansen, que se presenta en su sitio web (al menos en la versión neerlandesa) como uno de los pocos "Islam watchers" de los Países Bajos que se atreve a contemplarlo sin gafas de color rosa ("zonder roze bril")...

Que un arabista comparezca como testigo ante un tribunal, en calidad de experto, no es nuevo: aquí en España lo hicieron varios, también de parte de la defensa, durante el juicio contra el célebre imán de Fuengirola, celebrado en Barcelona en 2003, pero el caso era muy distinto. También lo hizo, pero no ante un tribunal sino ante una comisión, la de investigación de los atentados del 11 de marzo de 2004, la arabista Gema Martín Muñoz.

Releyendo ahora la traducción al inglés del artículo que le dedicó Michel Hoebink, del servicio árabe de Radio Nederland, a Jansen en 2008, con motivo de la irritación que éste había causado entre sus colegas con la publicación de su Islam voor varkens, apen, ezels en andere beesten (El Islam para cerdos, monos, burros y otras bestias), he reparado en este último párrafo, en el que Hoebink, él mismo arabista de formación, se pregunta:
But if Dutch Islam experts have so many objections to Dr Jansen's statements, why is there so little opposition to what he says?
A lo que uno de sus entrevistados, el profesor Martin van Bruinessen, responde que:
Most Arabists are just too busy with their own research and with writing scientific papers. Dr Jansen, who for several years now has only written populist pieces, is never actually taken seriously by his peers. "They have failed to realise for too long now that the media do take him seriously."
Vayan, vayan Vds. apostando quién va a ser nuestro Wilders, quién nuestro Jansen y cuál la (o-)posición del gremio.

14 de octubre de 2010

Entre pitos y flautas

En España no hay, que yo sepa, ninguna asociación cuyos fines sean "facilitar la comunicación y la colaboración entre profesores de árabe, y promover el estudio, la crítica, la investigación y la formación en el ámbito de la didáctica del árabe como lengua extranjera" a la manera en que lo hace, p. ej., la American Association of Teachers of Arabic (AATA). Es decir, una asociación que agrupe a quienes enseñamos árabe en España, que somos profesores universitarios, de Escuela Oficial de Idiomas y de otro tipo de centros públicos y academias privadas. De hecho, sólo hay una que guarde alguna relación con este terreno, la Sociedad Española de Estudios Árabes (SEEA), que es "una asociación científica creada en 1993 que agrupa a profesores e investigadores interesados en el desarrollo, promoción y difusión de los estudios árabes en España". Hasta hace unos años la actividad de la SEEA consistía básicamente en la organización de simposios anuales, pero coincidiendo con mi incorporación a la Universidad de Murcia en 2006, el que ha sido presidente de la asociación hasta el pasado día 3, Alfonso Carmona, me pidió que creara una lista de correo electrónico en la que los socios y otras personas interesadas en los estudios árabes pudieran intercambiar información, debatir cuestiones de interés, etc. Así, y gracias a los medios técnicos que ponía a nuestra disposición la U. de Murcia, nació SEEA-L a comienzos de junio de 2006.

Cuatro años después, podría decirse que SEEA-L ha cumplido con sus objetivos iniciales. Aunque la participación es más bien baja (o poco diversa) si se tiene en cuenta que el número de suscriptores ronda los 200, la lista se ha convertido en el lugar idóneo para cualquier tipo de intercambio relacionado con los estudios árabes: noticias, enlaces, opiniones, etc. Además, unos nueve meses después de su lanzamiento desaparecía ARABIYYA, la lista promovida por los creadores del primer Arabismo.com (1999-2006), sitio del que fui colaborador ("ocasional", según uno de ellos, artífice del segundo). ARABIYYA, albergada en RedIRIS y activa desde 2002, pretendía en cierto modo ser la versión profesional, bajo suscripción, del foro de Arabismo.com, que había sido el primer espacio en la red donde se había discutido la situación de la enseñanza del árabe en España (con hilos del tipo "¿Por qué los licenciados no sabemos hablar árabe?", "¿Filología Árabe como el resto de las filologías?" o "Sobre la calidad del profesorado de árabe", por mencionar sólo algunos ejemplos), y en ocasiones demasiado abiertamente, lo que llevó incluso a la eliminación, en marzo de ese mismo año, de una serie de mensajes anónimos que contenían al parecer (yo no llegué a verlos) alusiones a profesores con nombres y apellidos.

El caso es que así, entre pitos (los más) y flautas (las menos), llevo ya casi diez años abordando el tema de la enseñanza del árabe en foros de este tipo, donde coincidimos profesores y alumnos, y desde entonces llevo escuchando prácticamente los mismos argumentos, repetidos casi palabra por palabra y todos con un mismo y único objetivo: quitarle hierro al asunto, maquillarlo o, directamente, escamotearlo. Pero no piense el lector que se trata de debates multitudinarios ni nada por el estilo: son pocos, muy pocos realmente los que se toman la molestia de negar o edulcorar la evidencia. La inmensa mayoría, ya sea por hastío, indiferencia, prudencia, disimulo o una mezcla de todo lo anterior, calla y, en cierto sentido, otorga, consciente tal vez de que abordar el tema no lleva en sí a ninguna parte, salvo a significarse. Yo por mi parte, si hablo, no es confiando en convencer a nadie (y menos a los que no otorgan), sino en que alguien de la misma opinión que yo, o al menos con la misma inquietud, recoja el testigo, si no ahora tal vez en un futuro cercano, y se sienta algo menos solo de lo que otros nos hemos sentido. No creo pecar de profesor-amigo-de-sus-alumnos (el equivalente en el terreno de la docencia a esos padres que se dicen amigos de sus hijos), si digo que es la formación a la que tienen derecho lo único que me interesa y me preocupa, porque el resto, las lecciones que se puedan extraer de este tout pour l'arabe; rien par l'arabe ya hace tiempo que las extraje.

3 de octubre de 2010

El capacho, aunque sea sin uvas



De la página web del nuevo Grado en Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Granada cuelga este vídeo promocional, muy en la línea, podría decirse, del espíritu boloñés: con la reforma en marcha, las universidades públicas han de vender lo mejor posible sus títulos, ahora propios, y para ello se publicitan como hasta ahora sólo hacían las privadas: becas, prácticas, salidas laborales para todos los gustos, etc. Dicha publicidad no sólo atañe a la calidad y utilidad de los estudios, como podemos ver, sino también a la idoneidad del entorno, en este caso la ciudad de Granada (min. 11:36).

28 de septiembre de 2010

Raras servidumbres

Decía en una ocasión García Gómez, después de constatar la incorporación del arabismo al resto de las Humanidades, que a él le habría gustado ser como sus colegas helenistas o latinistas (pero no en la manera de haber aprendido o de manejar el árabe —como el griego clásico o el latín—, cosa que decía "sentir"), sino en el sentido siguiente:

A un helenista especialista en Homero, por ejemplo, no se le pide su opinión sobre Andreas Papandreu; tampoco a un latinista especialista en Horacio se le pide que opine acerca de los malabarismos que hace el presidente de la República de Italia para mover las fichas de dominó en su gabinete de coalición.
---Antonio Astorga, "García Gómez: «Los arabistas ya no somos el suburbio de las Humanidades», ABC Sevilla, 19.05.1991.

Obviaba así don Emilio (como se refieren a él habitualmente sus seguidores y admiradores) la posibilidad de que tal vez no fuera en su calidad de arabista, sino en la de ex-embajador de España en Oriente Medio durante casi diez años, entre 1958 y 1969, por lo que algunos pedían su opinión sobre cuestiones del mundo árabe actual (como se la habrían pedido a cualquier latinista que hubiera sido además embajador en Roma o ante la Santa Sede).

22 de septiembre de 2010

Cosa de curas

Cuando en 1924 comuniqué a Cejador que iba a seguir estudios de árabe con Ribera y Asín, me dijo: «¿Y cómo te metes en eso, que es cosa de curas?» [...] ¿El arabismo, «cosa de curas»? Valga como rápida impresión, si la compensamos con que el arabista solía ser mirado como «una sucursal de árabe». A mí mismo me llamaba a veces Ortega con cariñosa broma «circunciso». Precisemos: en aquella época, cuando alguien elegía libremente una profesión, no se avergonzaba de ella, ni de ser llamado por su nombre; pero ser «arabista» no consistía en «identificarse» con los árabes. [...] Si nuestra escuela española sentía simpatía por los árabes, era sencillamente porque trataba de entender la Edad Media ibérica, y creía tener que rendir a la civilización arábiga el «tributo de estricta justicia» que le era debido. No menos, pero tampoco más. [...]

Claro está que no se trataba de abdicar de la cristiandad, ni —en el caso de Asín— de sembrar confusionismos, luego de moda y que en ningún terreno han dejado de ser contraproducentes. Pero allá cada cual con la responsabilidad de sus extravasaciones.
---Emilio García Gómez, "Ser arabista, ayer y hoy", ABC, 22.08.1982.

18 de septiembre de 2010

Cualquiera tiempo pasado fue mejor

A propósito del artículo de opinión de José Manuel Cuenca Toribio, "El esplendor de la vieja universidad", Diario de Córdoba, 18.09.2010 (publicado ya en El Imparcial, 3.09.2010 con el título "Miguel Asín Palacios o el esplendor de la universidad"), he reunido una serie de citas que me parecen ilustrativas, acerca de aquella alma máter que, según don José Manuel, "recibe hodiernamente una descalificación sin eximentes".

Pónganse cómodos y disfruten de la lectura:
La realidad es que [Codera] no tuvo más que un verdadero discípulo: don Julián Ribera. Como éste era sencillamente genial, y como además encontró pronto su continuador y amigo del alma en otro discípulo suyo, no menos genial, que fue mi llorado maestro don Miguel Asín, la escuela [...] logró afianzarse fácilmente. [...] ¡Cómo sentiría recompensados sus afanes y la abdicación de su cátedra que hizo en Asín, para abrirle un camino que se le presentaba difícil!
---Emilio García Gómez, "Homenaje a don Francisco Codera (1836-1917)", Al-Andalus, 15-2 (1950), p. 273.
Al fin de su vida oficial [Asín] me dejó su cátedra, acogiéndose a una triquiñuela legal que entonces funcionaba. Preparó toda mi carrera y mis avances, y cuando murió —nada me había dicho— vi que también me había preparado el porvenir. Siempre tuve absoluta libertad para hacer «lo mío».
---Emilio García Gómez, "Ya medio siglo sin Asín", Glosario de voces romances registradas por un botánico anónimo hispano-musulmán (siglos XI-XII), 1994, p. 12.
Cuando el jefe de la escuela se persuadió de las excepcionales condiciones del joven arabista, por impulso espontáneo abandonó su propia cátedra en la Universidad Central, únicamente con el propósito de dar ocasión para que pudiera ser ocupada por el Sr. Asín.
---Julián Ribera, Disertaciones y opúsculos, 1928, I, p. 470.
En 1927, por jubilación anticipada de Ribera [para que le sucediera en la cátedra], [González Palencia] gana por oposición la cátedra de Literatura Arábiga de la Universidad de Madrid.
---Joaquín Vallvé, "El arabismo en la Universidad Complutense en el siglo XX", Catedráticos en la Academia, Académicos en la Universidad, 1995, p. 113, 116.
Habiéndose jubilado voluntariamente de su cátedra Don Julián Ribera para retirarse al campo, opositó a ella el ya renombrado archivero [González Palencia] y la obtuvo, sin contradictor y por unanimidad, en celebrado triunfo.
---Emilio García Gómez, "Don Ángel González Palencia (1889-1949)", Al-Andalus, 14-2 (1949), p. 5.
El padre Quirós, que tiene ya 70 años, aspiraba hace tiempo a ser catedrático de Árabe en la universidad y pidió a García Gómez que le apoyara en sus pretensiones. Pero Emilio no le prometió hacerlo, y le sugirió que debería dejar las cátedras para los arabistas jóvenes.
---José Luis Cano, Los cuadernos de Velintonia, 1986, p. 36.

Actualización (22.09.2010)
Cuando me creí con aptitud para aspirar al profesorado universitario, no había más que dos cátedras de árabe, ambas en Madrid. Las de Barcelona y Granada eran mixtas de árabe y hebreo. Si obtuve la granadina, fue porque don Elías Tormo, siendo ministro, cortó una maniobra.
---Emilio García Gómez, "Ser arabista, ayer y hoy", ABC, 22.08.1982. 

Actualización (11.03.2011)
Hoy calificaríamos de insólito el que un profesor pida la jubilación anticipada para que el discípulo pueda ocupar su puesto y crearse un brillante futuro, y, sin embargo, ese fue el estilo de los arabistas a los que hago referencia. Codera, se retiró antes de llegar a la edad exigida para que Miguel Asín pudiera opositar a su plaza, y lo mismo hizo Ribera con González Palencia, siendo más tarde Asín el que dejó su cátedra de árabe con el propósito de que García Gómez la disfrutara. Muchas veces he reflexionado sobre estos hechos y he sentido una profunda tristeza al pensar que en la Universidad actual no se da ese espíritu de generosidad y ese ambiente de fraternidad que lleva a los profesores a poner el bien del alumno por delante del suyo propio y a disfrutar cuando ven que sus discípulos y compañeros les aventajan y superan.
---Dolores Oliver Pérez, "Recuerdos de Miguel Asín", Endoxa: Series Filosóficas, 6 (1996), p. 11-35 (25).

15 de septiembre de 2010

La otra Maha

A muchos estudiantes de árabe les resultará —tal vez tristemente— familiar la joven de la foto: es Maha (مها), la protagonista del libro de texto Al-Kitaab fii Ta'allum al-'Arabiyya (الكتاب في تعلم العربية), todo un best seller en el terreno de la enseñanza del árabe como lengua extranjera que, sin embargo, no parece ser del entero gusto de nadie, a juzgar por el tipo de críticas que suele recibir, y que podrían resumirse muy bien en el título de una reseña publicada por Rusty Keele en Amazon.com: "The best Arabic learning course, but still short...". La popularidad del personaje es tal que le han dedicado varias páginas en Facebook y hasta algún que otro perfil de pega como éste. Hay quienes la odian y quienes dicen adorarla, aunque sea con cinismo, porque lo cierto es que el personaje, como sucede con el de Khaled (خالد), el protagonista masculino, ambos lastimeros, quejumbrosos y algo atormentados (en consonancia con el argumento melodramático de la obra), difícilmente puede resultar simpático.

"Maha's constant whining got really damned annoying, and could drive anyone over the edge", comenta Brian Ulrich en The Atlantic, mientras que Joel B. Pollak, autor de un sonado artículo de opinión publicado hace un par de años en The Washington Post donde acusaba a la obra de propagandística y anti-israelí, califica a la protagonista de "pouty" (mohína) y habla de su "incurable angst" y de sus "equally depressing relatives in Egypt".

7 de septiembre de 2010

El trato con los naturales

Al hilo de otras costuras:

La lectura sola de los libros árabes y las reglas gramaticales hubieran sido insuficientes a tamaña empresa [componer una gramática de árabe y un diccionario árabe-español y viceversa] si el trato con los naturales de Tierra Santa y regiones circunvecinas no me hubiese proporcionado el ejercicio y uso de este idioma por dieciseis años continuos con una particular aplicación a su inteligencia.
---Francisco Cañes, Diccionario español latino-arábigo en que siguiendo el diccionario abreviado de la Academia se ponen las correspondencias latinas y árabes, para facilitar el estudio de la lengua arábiga a los misioneros, y a los que viajaren o contratan en África y Levante, Madrid, Imprenta de don Antonio Sancha, 1787, vol. I, iii.
Después de haber expuesto documental y analíticamente lo acaecido respecto a la fraudulenta dependencia intelectual del P. Cañes en relación con las obras del P. Bernardino González, la verdad es que, puestos a ahondar un poco más en el tiempo, se descubre también que esta actitud en el primero, que tan bajo coloca su comportamiento deontológico, ya la venía exteriorizando de tiempo atrás, desde los años en que estudiaba la lengua árabe en el Colegio de Damasco.
---Ramón Lourido, "Estudio preliminar", en Fr. Bernardino González, OFM, Intérprete arábico. Epítome de la gramática arábiga, Madrid, Real Academia de la Historia, 2005, vol. I, 128-9.

29 de agosto de 2010

Ramadan reruns

Baba Ali (seudónimo de Ali Ardekani, على اردكانى) es un norteamericano de origen iraní que hace lo que él mismo denomina "halaal (Islamically permissible) entertainment", y que ha cobrado fama (hasta el punto de ser considerado en 2009 uno de los 500 musulmanes más influyentes del mundo) a través de los vídeos caseros que produce su compañía, Ummah Films, en su mayoría disponibles en YouTube. El suyo es, por tanto, humor edificante "por y para musulmanes", pero también "sobre musulmanes". En este episodio ("Ramadan reruns"), perteneciente a la 2ª temporada de la serie The Reminder (2007), Baba Ali ofrece su visión, irónica y crítica, de algunas situaciones recurrentes en ramadán:



Puesto que el humorista emplea un cierto número de expresiones árabes, he creído conveniente colgar aquí la versión del episodio subtitulada en francés. El guión completo en inglés está disponible aquí y sobre la terminología del ramadán puede consultarse la Wikipedia, incluyendo este artículo sobre la oración de los tarawih (صلاة التراويح), de la que Ali habla en el vídeo. Por su parte, los estudiantes de árabe no familiarizados con el tema puede que encuentren interesante esta animación publicada hace dos años en el sitio del canal de televisión Aljazeera (الجزيرة).

Aprovechando el tirón de sus vídeos, Baba Ali ha saltado a la comedia, los juegos de mesa y el mundo de las agencias matrimoniales para musulmanes.

24 de agosto de 2010

Por qué los llaman servicios secretos cuando quieren decir políticos

Acabo de escuchar y leer la traducción que da El País del "comunicado de Al Qaeda tras la liberación de los españoles" Albert Vilalta y Roque Pascual, y no he podido evitar el prurito de traductor: ¿por qué hablan de "una lección dirigida a los servicios secretos franceses" cuando el comunicado dice clara y expresamente que va destinada a los políticos de ese país (الساسة الفرنسيون)?

¿Desde cuándo 'políticos' y 'servicios secretos' son sinónimos? (La pregunta, ni que decir tiene, es retórica.)

17 de agosto de 2010

El santuario de Ouettar

Éste es mi sitio. Mi santuario [مزاري]. Lo he preparado yo mismo para estar más y más cerca de vosotros, estudiantes, investigadores, hombres de letras y aficionados a ellas. Al hacerlo, siento que estoy preparando una tumba parecida a las de los faraones cuyo fin es comunicarse con los demás a través del tiempo.
Con estas palabras daba desde hace ya tiempo Tahar Ouettar (الطاهر وطار), el denominado "maestro de la novela argelina" (شيخ الرواية الجزائرية), la bienvenida a su espacio en la red, que contiene, entre otros, los textos originales y las traducciones de varias de sus novelas.

El venerable Tahar, repiten ahora algunos medios de comunicación, vuelve a su santo sepulcro, aludiendo al título de una de sus últimas novelas («الولي الطاهر يعود إلى مقامه الزكي»): Ouettar murió el pasado 12 de agosto en Argel, a la edad de 74 años.

10 de agosto de 2010

El de abajo estaba muerto y el de arriba, ciego

Hesham El Gakh (هشام الجخ) es un poeta del Alto Egipto que da recitales en su dialecto nativo, acompañado de música, y que ha adquirido recientemente mucha popularidad a través de Internet y en especial a raíz de su aparición, el pasado 28 de julio, en el programa Las diez de la noche (العاشرة مساءً) que presenta Mona El-Shazly (منى الشاذلي), durante el cual recitó su poema "Yuha" (جحا), del nombre de un personaje humorístico muy popular en todo el mundo árabe:



Por los primeros versos del poema (la traducción es mía —y tal vez contenga algún error—) y a poco que se sepa del Egipto actual se entenderá la controversia que ha causado la emisión:
Yuha,
resulta estúpido
sentir que tu patria es algo insignificante,
que tu voz lo es,
que tu opinión lo es,
que vender tu corazón y tu cuerpo,
que vender tu pluma y tu nombre
no te dan derecho a una hogaza de pan.
Le preguntaron a Yuha a cuento de qué se reía
y respondió: "Pues por dos que se enzarzaron:
el de abajo estaba muerto,
y el de arriba, ciego".

Eso sí que resulta una estupidez,
y también lo es
ser la encarnación de la mendicidad,
construirle un edificio,
ponerle un ministerio.

Gira, noria,
pásame por encima
y aplástame.
Me han tomado el pelo, me han dado limosna
de mi propio dinero,
y me han atado a ti hasta desmayarme.
Ellos son los que han disfrutado
pero yo el único que se ha desmayado.
Yo, que soy el señor de la casa,
que no tendría que pasar necesidad.
Y una vez que me quejé,
me dieron un puntapié.
Creo que esto confirma mi impresión de que los egipcios (no todos, obviamente, pero sí en un gran número) tienen una extraña capacidad para mantener el buen humor (y cierta alegría de vivir) ante la adversidad.

Mensajes sin leer

El Instituto Real para la Cultura Amazig de Marruecos (IRCAM) le concedió en 2007 al rifeño Karim El Marssi (كريم المرسي), nacido en Nador (الناظور) en 1971, el Premio de Cultura Amazig a la canción moderna por su álbum Tabrat (ⵜⴰⴱⵔⴰⵜ, ثابرات, "carta, mensaje"). Yo me acabo de enterar hace un par de días, pero me gustaría recomendar desde aquí el disco, y en especial un par de canciones: la que le da título, una versión, como otras del álbum, de un tema original de Mimoun El Walid (ميمون الوليد), y la titulada "Yuar a tfukt" ("La media luna y el sol"), que podría transcribirse ⵢⵓⵔ ⵜ ⵜⴼⵓⵛⵜ (يور ت تفوشت) de acuerdo con la pronunciación de Nador, y que toma su letra de un poema de Said El Moussaoui (سعيد الموساوي).

2 de agosto de 2010

Ganaréis de aquí

Ganaréis de aquí, que no os verá fino quien se entendiere por esta lengua, porque no lleva camino, uno que no sabe algarabía, gustar de hablar mucho con quien no sabe otro lenguaje: y así no os cansarán, ni dañarán, que no sería poco daño comenzar a hablar nueva lengua, y todo el tiempo se os iría en esto.
---Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección, cap. XX.

28 de julio de 2010

Profesores que vuelven

El día 8 hice el último examen del curso, y con él me despedí de una promoción de estudiantes que en breve, confío, serán todos licenciados. Es la primera promoción, y tal vez la penúltima, a la que le he dado clase durante cuatro años seguidos, desde que en 1º eligieron el árabe como lengua C. Cuatro años académicos que en la práctica se quedan en algo menos de 330 horas lectivas, 16 lecciones del ubicuo Al-Kitaab (الكتاب في تعلم العربية) y la impresión de haberse dejado mucho en el tintero, pero sobre todo la esperanza de no haberlo hecho demasiado mal, y de que el árabe, como les decía en un mensaje, les dé tantas satisfacciones como lleva dándome a mí desde hace veinte años.

9 de julio de 2010

Arabismo a machamartillo

Estaba hojeando el Diccionario Akal de historiadores españoles contemporáneos (2002) y no he podido resistir la tentación de dejar constancia aquí de la "orientación política" (y en algunos casos religiosa, como se echa de ver) que atribuyen sus autores, Gonzalo Pasamar e Ignacio Peiró, a los arabistas españoles más renombrados del siglo pasado:

  • Francisco Codera y Zaidín (1836-1917): "Conservador, ferviente católico".
  • Julián Ribera y Tarragó (1858-1934): "Conservador, regeneracionista de cátedra y regionalista".
  • Miguel Asín Palacios (1871-1944): "Conservador y franquista".
  • Ángel González Palencia (1889-1949): "Católico, conservador y franquista".
  • José María Millás Vallicrosa (1897-1970): "Católico «a machamartillo» y franquista".
  • Emilio García Gómez (1905-1995): "Conservador y franquista. [...] Durante la transición acepta la monarquía". (En realidad, siempre habría sido monárquico.)
Algo de lo que ya hablé hace tiempo, por cierto, y que es de sobra conocido dentro y (como vemos) también fuera del gremio, aunque no por ello menos interesante.

23 de junio de 2010

Una eme con punto abajo

El tema de hoy es el empeño que ponen algunos colegas en enseñar desde un primer momento a sus alumnos a transcribir correctamente el árabe: es decir, a escribirlo con caracteres latinos provistos de signos diacríticos (del gr. διακριτικός, "distintivo": carones, macrones, subpuntos, etc.) conforme a una serie de reglas y equivalencias, normalmente las de la llamada "Escuela de arabistas españoles". Lectura obligada al respecto es un artículo de F. Corriente titulado "Acerca de la transcripción o transliteración del código grafémico árabe al latino, particularmente en su variante castellana" (2002) y disponible en la red, en el que ya advierte el maestro que la transcripción "no es particularmente recomendable en la docencia, donde sólo retrasa la adquisición por el estudiante de las reglas que transforman ciertas secuencias más profundas en otras más superficiales" (p. 362), por más que su uso con este fin se remonte a comienzos del siglo XVI, cuando se publica el Vocabulista arábigo en letra castellana (Granada, 1505) y el Arte para ligeramente saber la lengua arábiga de Pedro de Alcalá. Es en este último donde su autor dice que las letras arábigas "todas se pueden suplir con nuestras letras latinas o castellanas, de manera que para la común algarabía no hay necesidad de las saber ni conocer todas", a excepción de cuatro (cinco en el Vocabulista), para las cuales el fraile idea un sistema propio de transcripción: una ce con tres puntos encima, p. ej., equivale a la ث (que es, dice Alcalá, como pronuncian la ce los "ceceosos, poniendo el pico de la lengua entre los dientes altos y bajos"); una hache con dos a la خ (que suena "como si pusiésemos una g ante la h", ya que este sonido, por entonces, aún no existía en castellano), y una de con uno solo a la ذال, mientras que una pequeña عـ sobre una vocal indica la presencia de العين (la cual "ayúntase con todas las letras vocales, y ayuntada con cualquiera de ellas, sutilízalas de tal manera que las hace servir por letras consonantes").

15 de junio de 2010

El idioma correspondiente

Cuando se trata de aprender y enseñar un idioma extranjero, pocas palabras nunca bastan, aunque el entendedor sea bueno:

Las pruebas de las especialidades de idiomas modernos en los Cuerpos de Profesores de Educación Secundaria y de Profesores de Escuelas Oficiales de Idiomas se desarrollarán en el idioma correspondiente. Asimismo, las pruebas escrita y oral de la especialidad de idioma extranjero en el Cuerpo de Maestros deberán realizarse al menos en parte, en el idioma de referencia, en la forma en que determinen las convocatorias.
---Artículo 26.3 del Real Decreto 850/1993, de 4 de junio, por el que se regula el ingreso y la adquisición de especialidades en los Cuerpos de Funcionarios Docentes a que se refiere la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo.

11 de junio de 2010

Arabismo y torería

Asín era puntual. Minutos después de las once su figura emergía de la penumbra del claustro de Derecho. Le veo perfectamente avanzar, erguido, elegante, con un aire entre cardenal y torero, con las manos a la espalda sujetando los pliegues del manteo impecable, que aún no había sustituido por la dulleta.
---Emilio García Gómez, "En la jubilación de don Miguel Asín", Al-Andalus, 6 (1941), 2, p. 266.
En Don Emilio todo es y ha sido muy rápido. [...] "Como los toreros —dice—, he toreado los toros conforme salían del toril".
---Joaquín Vallvé, "El arabismo en la Universidad Complutense en el siglo XX", Catedráticos en la Academia, Académicos en la Universidad, 1995, p. 119.
Era vivo y ágil como una ardilla. Su mirada, penetrante como la de un lince; su voz, recia y grave, imponía respeto; sus respuestas, tajantes y rotundas, pero siempre su trato fue cordial y su conversación muy grata. A veces dejaba caer en momentos de mayor intimidad y con gestos muy expresivos: «A mí me hubiera gustado ser bailarín o torero, pero no me acompaña el tipo».
---Joaquín Vallvé, "Homenaje a don Emilio García Gómez", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 28 (1996), p. 140.
El talante: aquella figura menuda y pulcra, de cumplido andar con algo de paso taurino en ruedo y gesto oratorio en tribuna, de espléndida voz sonora, profunda, modulada, de fonética exacta, lo poseía en caudal impresionante, le transminaba y a través de él transminaba.
---Pedro Martínez Montávez, "Evocación de un inolvidable maestro universitario", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 28 (1996), p. 104.
Me dedico a estas cosas porque no he podido ser, ni director de orquesta sinfónica, una de mis grandes pasiones, ni torero, que era la segunda de mis grandes pasiones.
---Juan Pablo Arias, Manuel C. Feria y Salvador Peña, "Pedro Martínez Montávez. Entrevista realizada en la Facultad de Filosofía y Letras de Málaga en julio de 2000", Arabismo y traducción, Madrid, 2003, p. 134.

Actualización (11.07.2010)
Yo organicé y di un cursillo sobre la fiesta brava para los estudiantes árabes, pues una de mis dimensiones ha sido y es la preocupación por lo taurino como objeto profundo de reflexión cultural, y recuerdo que en alguna ocasión me cogía una muleta y un capote e intentaba enseñar al becario lo que era una verónica y una media verónica y un farol...
---Pedro Martínez Montávez, en Mercedes del Amo y María Isabel Lázaro, "El intelectual y su memoria: Pedro Martínez Montávez", Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 52 (2003), 229-254, p. 241. 

9 de junio de 2010

Fronteras invisibles

Manifesta es una bienal europea de arte contemporánea cuya octava edición, Manifesta 8, se celebra este año en la Región de Murcia bajo el lema "En diálogo con el Norte de África". Interesado en participar en la convocatoria de eventos (¿acontecimientos?) paralelos de la bienal, Youssef Tabti (يوسف تابتي), un artista francés de origen argelino, radicado en Hamburgo, contactó conmigo hace ya varias semanas para solicitar mi colaboración y la de mis alumnos en un proyecto en torno a la lengua árabe, que en la práctica consistiría en documentar y exponer, a través de Internet y de una instalación audiovisual itinerante, el trabajo que realizamos en clase.

Cualquiera que siga este blog (?) comprenderá que el proyecto me interesó enseguida porque, en primer lugar, trata del aprendizaje y la enseñanza del árabe; y en segundo, porque lo hace desde un doble punto de vista: el de los protagonistas por un lado y el de un artista (y he aquí lo novedoso) por otro. Como le comenté al mismo Tabti en su día, hay algo más de interesante en el proyecto, y es que enlaza con una práctica mía a la que los estudiantes (a su pesar, imagino) están ya acostumbrados: la grabación en vídeo, curso tras curso, de sus pruebas de comprensión y expresión oral, en forma de entrevistas individuales con el profesor. Aficionado como soy a la cámara (a la fotográfica, más que nada), siempre procuro que el encuadre, el ángulo, etc., sean los más adecuados, pero el objetivo (no el de la cámara, sino el mío) no deja de ser bastante prosaico: ante todo facilitar la evaluación y la revisión de las pruebas orales, y de paso ir creando un banco de grabaciones destinado a la investigación, que entre otras cosas permite seguir la evolución de un mismo alumno a lo largo sus cuatro años de estudio. Confío en que, si los de Manifesta 8 seleccionan el proyecto y todo marcha como está previsto, por fin tendré ocasión de verle el lado creativo a esa irrupción de la cámara en el aula.

Tabti ha tocado ya con anterioridad el tema del árabe y las barreras lingüísticas en su obra Muezzin (2007), sobre el islam en los medios de comunicación occidentales. Esta videoinstalación muestra al imam Münir Çamlı, de la Mezquita Central de Hamburgo, llamando a la oración a la par que un periodista sordo, encarnado por el intérprete Thimo Kleyboldt, habla en lengua de signos sobre el islam en los medios; y al parecer cosechó "duras reacciones" entre el público y los colegas de Tabti, según se dice en esta entrevista con el autor. Hubo incluso visitantes indignados, que en opinión del artista se sentían atacados por el árabe ("durch die arabische Sprache angegriffen"), es decir, por la lengua en sí.

Esperemos que en nuestro caso, si el proyecto es seleccionado finalmente por los responsables de Manifesta, la mala sangre no llegue al río (es decir, al Segura). Lo digo porque, a raíz de que en diciembre del año pasado la Junta de Andalucía osó contemplar la posibilidad de implantar "estudios de árabe en algunas Escuelas Oficiales de Idiomas que actualmente no lo tienen autorizado, así como el incremento del árabe, como segunda lengua extranjera, en determinados Institutos de Educación Secundaria", ahora circula por Internet (tanto en la red como a través del correo-e) el bulo de que, en plena crisis, "España gastará 2.500 millones en enseñar árabe a los alumnos de la ESO". Poco importa que la cifra sea falsa, que se tratara de un borrador, que la medida afectara unicamente a algunos, a determinados centros y sólo dentro de Andalucía, o, más aún, que la Junta reculara y modificara el borrador apenas conocer la reacción del PP: de lo que se trata, precisamente, es de balizar esas fronteras invisibles que dan título al proyecto de Tabti, confiando, imagino, en que con ello resulten aún más infranqueables.

Actualización (07.10.2010)
El bulo todavía colea.

29 de mayo de 2010

Cual racimo

Todos los años sucede lo mismo. ¿El lugar? Una clase de Lengua C-III (Árabe) de la licenciatura en Traducción e Interpretación. ¿El motivo? Todo un clásico: un poema de Nizar Qabbani (نزار قباني) titulado "La adivina de la taza (قارئة الفنجان), interpretado por Abdel Halim Hafez (عبد الحليم حافظ), y para ser más precisos el verso que dice:
فمها مرسوم كالعنقود
Y que podría traducirse, siguiendo a los anteriores, como "cuya boca se dibuja (o perfila, o traza) cual racimo (de uvas)": símil que a mí, la verdad sea dicha, nunca me ha llamado la atención especialmente, ni me ha parecido atrevido, difícil, etc., y llegados al cual, sin embargo, todos mis alumnos se plantan año tras año, sistemáticamente, como si hubiera algo en él que no va, que son incapaces de digerir. Y el caso es que, a juzgar, p. ej., por esta libérrima traducción al inglés, no parecen ser los únicos.

¿Una boca como un racimo? Primero les pregunto si han visto alguna vez un racimo de uvas como el de la foto (que hice yo mismo hace dos años con una Exilim Z57, como la de más abajo) y se han parado a contemplarlo con un mínimo detenimiento, y luego les pido que imaginen los labios de una mujer cuya risa, además, es música y rosas («ضحكتها موسيقى وورود»), o melodías y rosas («أنغام وورود») en la versión del cantante. Pero es en vano...

20 de mayo de 2010

Where do we find the teachers?

Hace ahora casi un mes se celebró en la Escuela de Traductores de Toledo el IV congreso Árabe marroquí, bajo el lema "Más allá de la oralidad". Ya lo mencioné en su día, a propósito de una asignatura optativa de marroquí que se ha venido impartiendo estos últimos años en mi universidad, pero que desaparece el curso 2011-2012 con la implantación del nuevo grado en Traducción e Interpretación, que no la incluye. Por una cuestión de ordenación docente, buena parte de los alumnos que cursan dicha asignatura han sido previamente alumnos míos durante dos años académicos, y vuelven a serlo inmediatamente después, durante uno y medio, lo cual me permite vislumbrar en la práctica los efectos positivos de compaginar el estudio del árabe normativo con el dialectal. Y digo "vislumbrar en la práctica" porque se trata realmente de apreciar indicios leves, pero que coinciden tanto con la intuición propia como con las observaciones de otros.

La Universidad de Castilla-La Mancha, a la que pertenece la Escuela de Traductores de Toledo, ha colgado en su página de recursos hipermedia (sic) una serie de vídeos grabados durante el congreso, poniendo así al alcance de quienes no asistimos la oportunidad de hacerlo virtualmente. A pesar de que, según la propia publicidad del congreso, "el estudio, enseñanza y aprendizaje del árabe marroquí es cada día más demandado y necesario en nuestro país" y de que "el aprendizaje de esta lengua no sólo posibilita una mejora en el funcionamiento del amplio abanico de servicios a la ciudadanía, sino que pone nuevas bases para el mejor conocimiento mutuo y la construcción de una sociedad multilingüe", poco se habló al respecto, a juzgar por el programa y los vídeos de las ponencias, y a excepción de lo expuesto por Victoria Aguilar ("Aprender marroquí en España del XVIII al XXI"), profesora de la asignatura de marroquí a la que me he venido refiriendo.

No era de esperar, por tanto, que se abordara la que es, a mi modo de ver, una cuestión crucial: cómo garantizar la enseñanza oficial de una lengua como el árabe marroquí cuando
  1. La mayoría del actual profesorado de árabe, tanto universitario como de Escuela Oficial de Idiomas, carece de una competencia mínimamente profesional en ella (cuando no básica).
  2. Con los actuales procedimientos de selección de profesorado es prácticamente imposible requerir dicha competencia a los candidatos.
  3. Tiene escasa o ninguna presencia en los planes de estudio oficiales.
A poco que se consideren todas estas circunstancias, se comprenderá que, sin el profesorado adecuado y sin posibilidad alguna de seleccionarlo o formarlo previamente, resulta difícil concebir una incorporación a gran escala del marroquí a la enseñanza oficial, al margen o en combinación con el árabe normativo. Por decirlo de un modo más gráfico: se pretende que ciertos colectivos profesionales aprendan marroquí, cuando, paradójicamente, la mayoría de quienes están en condiciones óptimas de hacerlo (los profesores de árabe normativo) o no lo han conseguido o ni siquiera han hecho el intento. La situación, por consiguiente, es desde mi punto de vista mucho más compleja de lo que plantea Victoria Aguilar en su intervención (min. 19:55):
Si alguna vez, pongo por caso, Marruecos llegara a reconocer el árabe marroquí como lengua oficial, la situación cambiaría radicalmente, y se incluiría sin dificultad en los planes de estudio en las universidades, EEOOII y otros centros como una lengua independiente.
Puesto que, al margen de la consideración que reciba la lengua entre sus hablantes, hay sin duda un problema de actitud de fondo; no hacia el árabe marroquí como tal, sino hacia la comunicación en árabe (o con los árabes) en general. No se explica de otro modo la proverbial indiferencia del arabismo universitario español hacia la lengua árabe en cualquiera de sus formas (la oficial y las oficiosas), reducida a una herramienta necesaria pero engorrosa, a un bisturí esterilizado en el autoclave de la gramática-traducción, pero, en definitiva, manejado torpemente y a disgusto. Ya lo decía el siempre inspirado Julián Ribera (Disertaciones y opúsculos, II, p. 470):
Un idioma no puede ser estudiado a fondo sin otros instrumentos que las gramáticas y diccionarios: eso es aprender anatomía animal en estampas y dibujos, sin destripar nunca un miserable conejo.

Hay que decir, no obstante, que las cosas van cambiando (sí, hasta yo lo pienso —pero sólo a veces—) y que probablemente cada vez son más los estudiantes (y los profesores) de árabe interesados en aprender marroquí, y también las oportunidades de hacerlo, aparte de ir también en aumento el número de los que lo tienen como lengua materna. Queda por ver cuántos de estos alumnos lograrán alcanzar la suficiente competencia lingüística y didáctica, y cuántos conseguirán acceder a un mundo, el de la docencia, donde saber mucho o saber enseñar no lo es todo, ni a veces siquiera lo más importante.

Esto, que a muchos aquí les puede resultar familiar, no lo es menos en otros lugares. Como comentaba hace tiempo David Wilmsen en ARABIC-L:
Where do we find the teachers? That is what everyone is asking these days. We could find dozens upon dozens of hugely talented teachers if we got over our institutional bias toward PhDs. I personally know a score or more of brilliant teachers possessing Master's degrees in teaching Arabic as a foreign language and long years of experience who would come west under almost any condition. But they are competing with ABDs and PhD holders.