26 de febrero de 2013

Como Nebrija por su Malta

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Lengua Materna, el profesor titular de Lengua árabe y dialecto árabe marroquí (o de "Árabe literal y árabe marroquí", como él habría preferido, según un reciente artículo suyo en que viene poco menos que a reprochar al pobre Ibn Jaldún no haber sido el precursor de la Lingüística moderna, además del de la Sociología de la Historia, aparte de conchabarse con el arabismo español en contra del "reconocimiento del árabe marroquí como una lengua nativa y creativa"), Francisco Moscoso, impartió el pasado 21 de febrero, en Ceuta, una conferencia con el título "El árabe ceutí, un idioma con todas las de la Ley". En ella, como en ocasiones anteriores, el arabista volvía a abogar por la cooficialidad de este árabe y su introducción en la enseñanza, no ya como refuerzo para quienes tienen dificultades con el español, sino para todos los niños bilingües, con argumentos de peso como éste que esgrime en el programa Con voz propia de Ceuta Televisión (min. 23:16):

A nivel pedagógico se suele decir que cuando uno habla una lengua, cuando uno es bilingüe, hay siempre como dos aspectos, digamos, en el desarrollo de la lengua: el aspecto comunicacional y el aspecto de raciocinio. Tú, un chaval puede llegar a la escuela y tú dices: este chico es perfectamente bilingüe, es decir, habla español y habla el árabe ceutí, ¿no? ¿qué necesidad tenemos que este chaval inicie su educación en árabe ceutí? Sí. Tenemos una necesidad porque hay otro aspecto en la lengua que es el raciocinio, y una persona puede estar hablando muy bien árabe ceutí o árabe español [sic], ser bilingüe, pero no haber desarrollado su capacidad de raciocinio, y la capacidad de raciocinio hay que empezar a desarrollarla en tu lengua nativa, y desde ahí hay que hacer el traspaso, digamos, a la segunda lengua, aunque tú la hables comunicacionalmente perfectamente.
Contradiciendo así no ya la evidencia, entre otras, de que ni el bilingüismo ni el analfabetismo han privado nunca a nadie de la facultad del raciocinio (a diferencia, diría yo, de la vanidad), en la que no merece la pena ni detenerse, sino la opinión, bastante más meditada, de quienes realmente se dedican a este ámbito, como son los autores del informe El abandono escolar temprano en las ciudades de Ceuta y Melilla (Ministerio de Educación y U. de Granada, 2010), los cuales, sin dejar de considerar la problemática lingüística, y abordando incluso la posibilidad de ofrecer cursos de árabe y rifeño "de manera opcional para todos los estudiantes, sea cual sea su lengua materna", concluyen claramente que "la peor opción para fomentar las relaciones interculturales sería que sólo se ofreciera su estudio a los alumnos pertenecientes a la cultura árabe o bereber, lo cual no conllevaría una mejora de las condiciones para la integración socio-educativa" y, más en general, que es "un mejor dominio" de "la lengua española como lengua vehicular de la enseñanza" lo que "les posibilitaría tener experiencias académicas exitosas" (p. 28; cf. p. 189). Informe este, por cierto, que ya le recomendaba al autor de un ¿providencial? artículo, publicado en Diagonal, justo un mes antes, con el título "El árabe ceutí sigue excluido de la enseñanza pública", en el que las opiniones de los "expertos" sólo parecían contrastadas consigo mismas, aparte de venir ilustradas por una serie de afirmaciones equívocas y dudosas, señaladas ya al autor.