A propósito del artículo de opinión de José Manuel Cuenca Toribio, "El esplendor de la vieja universidad", Diario de Córdoba, 18.09.2010 (publicado ya en El Imparcial, 3.09.2010 con el título "Miguel Asín Palacios o el esplendor de la universidad"), he reunido una serie de citas que me parecen ilustrativas, acerca de aquella alma máter que, según don José Manuel, "recibe hodiernamente una descalificación sin eximentes".
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Actualización (22.09.2010)
Actualización (11.03.2011)
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La realidad es que [Codera] no tuvo más que un verdadero discípulo: don Julián Ribera. Como éste era sencillamente genial, y como además encontró pronto su continuador y amigo del alma en otro discípulo suyo, no menos genial, que fue mi llorado maestro don Miguel Asín, la escuela [...] logró afianzarse fácilmente. [...] ¡Cómo sentiría recompensados sus afanes y la abdicación de su cátedra que hizo en Asín, para abrirle un camino que se le presentaba difícil!---Emilio García Gómez, "Homenaje a don Francisco Codera (1836-1917)", Al-Andalus, 15-2 (1950), p. 273.
Al fin de su vida oficial [Asín] me dejó su cátedra, acogiéndose a una triquiñuela legal que entonces funcionaba. Preparó toda mi carrera y mis avances, y cuando murió —nada me había dicho— vi que también me había preparado el porvenir. Siempre tuve absoluta libertad para hacer «lo mío».---Emilio García Gómez, "Ya medio siglo sin Asín", Glosario de voces romances registradas por un botánico anónimo hispano-musulmán (siglos XI-XII), 1994, p. 12.
Cuando el jefe de la escuela se persuadió de las excepcionales condiciones del joven arabista, por impulso espontáneo abandonó su propia cátedra en la Universidad Central, únicamente con el propósito de dar ocasión para que pudiera ser ocupada por el Sr. Asín.---Julián Ribera, Disertaciones y opúsculos, 1928, I, p. 470.
En 1927, por jubilación anticipada de Ribera [para que le sucediera en la cátedra], [González Palencia] gana por oposición la cátedra de Literatura Arábiga de la Universidad de Madrid.---Joaquín Vallvé, "El arabismo en la Universidad Complutense en el siglo XX", Catedráticos en la Academia, Académicos en la Universidad, 1995, p. 113, 116.
Habiéndose jubilado voluntariamente de su cátedra Don Julián Ribera para retirarse al campo, opositó a ella el ya renombrado archivero [González Palencia] y la obtuvo, sin contradictor y por unanimidad, en celebrado triunfo.---Emilio García Gómez, "Don Ángel González Palencia (1889-1949)", Al-Andalus, 14-2 (1949), p. 5.
El padre Quirós, que tiene ya 70 años, aspiraba hace tiempo a ser catedrático de Árabe en la universidad y pidió a García Gómez que le apoyara en sus pretensiones. Pero Emilio no le prometió hacerlo, y le sugirió que debería dejar las cátedras para los arabistas jóvenes.---José Luis Cano, Los cuadernos de Velintonia, 1986, p. 36.
Actualización (22.09.2010)
Cuando me creí con aptitud para aspirar al profesorado universitario, no había más que dos cátedras de árabe, ambas en Madrid. Las de Barcelona y Granada eran mixtas de árabe y hebreo. Si obtuve la granadina, fue porque don Elías Tormo, siendo ministro, cortó una maniobra.---Emilio García Gómez, "Ser arabista, ayer y hoy", ABC, 22.08.1982.
Actualización (11.03.2011)
Hoy calificaríamos de insólito el que un profesor pida la jubilación anticipada para que el discípulo pueda ocupar su puesto y crearse un brillante futuro, y, sin embargo, ese fue el estilo de los arabistas a los que hago referencia. Codera, se retiró antes de llegar a la edad exigida para que Miguel Asín pudiera opositar a su plaza, y lo mismo hizo Ribera con González Palencia, siendo más tarde Asín el que dejó su cátedra de árabe con el propósito de que García Gómez la disfrutara. Muchas veces he reflexionado sobre estos hechos y he sentido una profunda tristeza al pensar que en la Universidad actual no se da ese espíritu de generosidad y ese ambiente de fraternidad que lleva a los profesores a poner el bien del alumno por delante del suyo propio y a disfrutar cuando ven que sus discípulos y compañeros les aventajan y superan.---Dolores Oliver Pérez, "Recuerdos de Miguel Asín", Endoxa: Series Filosóficas, 6 (1996), p. 11-35 (25).
4 comentarios :
Exquisito, como es norma en la casa. La guarnición que más me ha gustado: «Al fin de su vida oficial [Asín] me dejó su cátedra, acogiéndose a una triquiñuela legal que entonces funcionaba.»
Don Hodierno lo llaman, "por el inmoderado uso que de ese arcaico vocablo hace", aunque más parece hierofante (si se me permite el destrozo etimológico).
Rasquen, rasquen y vean.
¡Coño! (irreflexiva expresión de agradecimiento). Gracias por la actualización: no había caído.
Ergo (perdone mi falta de reflejos), ¿Don Emilio sabía hebreo como para opositar a cátedra mixta? (espero que no fuera de jamón y queso)
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