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1 de enero de 2016

Enseñanza integral del árabe hablado y escrito en Marruecos (I)

Los seguidores más fieles de Anís del moro saben ya de sobra, a estas alturas, de la adhesión de su autor al llamado enfoque integral del profesor Munther A. Younes, que preconiza una enseñanza simultánea y complementaria del árabe normativo y el dialectal, basada en el uso que hacen los hablantes nativos de uno y otro; una adhesión que viene de una década atrás y que ha ido madurando desde un compromiso inicial (y no poco voluntarista) con el espíritu de la idea, hasta su aplicación con carácter piloto desde finales de enero del pasado 2015, que es de lo que voy a hablar en ésta y, al menos, otra entrada posterior.

En España, como señalaba en una entrada publicada en este mismo blog hace poco más de un año y según datos de Eurostat, que ilustraba entonces con una tabla, residían en 2013 unos 830.000 árabes. De ellos, la inmensa mayoría la constituyen ciudadanos marroquíes (740.097: un 89%), seguidos de lejos por argelinos (57.691: un 7%) y mauritanos (9.380: un 1,1%). Sin embargo y contrariamente a lo que cabría esperar, tanto de estas cifras como de la historia contemporánea de nuestro país, la enseñanza del árabe marroquí (o del magrebí en general, incluida la hasanía) en la universidad española ha alternado hasta nuestros días momentos de presencia anecdótica con otros de llamativa ausencia, mas no, por poner un ejemplo, porque su descripción lingüística se haya descuidado particularmente dentro y fuera de ella, como podría pensarse: de hecho, el marroquí es muy probablemente, y de lejos, el dialecto al que se han dedicado más obras en España, por delante incluso del extinto andalusí.

No. Si "Marruecos, Sahara e Ifni", como ha referido Miguel Cruz Hernández, quedaron en un principio reservados a los africanistas y deliberadamente "fuera del ámbito cultural" de un catalizador del arabismo universitario español como fue el IHAC ("El profesor García Gómez y la creación del Instituto Hispano-Árabe de Cultura", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 28, 1996, p. 17–27; 21), uno de los arabistas más vinculados a aquél, Pedro Martínez Montávez, ha llegado a afirmar que "trabajar sobre el árabe magrebí exige un conocimiento de la lengua árabe mucho menor", motivo, tal vez, de que Marruecos, su primer destino árabe, desaparezca incluso de su discurso autobiográfico, en lo que no parece sino una prolongación de actitudes y prejuicios que se remontan a Codera y García Gómez, y perviven hasta hoy, a veces con energías renovadas, en forma de tópicos, p. ej., acerca de la mayor o menor arabidad o autenticidad (por no decir exotismo) de unos u otros países, sus habitantes y respectivos dialectos, todo lo cual los hace supuestamente más o menos atractivos para el becario, arabista, etc. Así se percibía, o al menos ése es el recuerdo que yo guardo, entre los arabistas de mi generación y otras anteriores, para los que, más allá del consabido, y casi que obligado, bautismo de fuego en el Instituto Bourguiba de Túnez, el arabismo empezaba y terminaba, como quien dice, en la antigua RAU, sobre todo el que García Gómez calificaba de "rigurosamente filo-árabe", por lo que muchos aspirábamos a una beca en Egipto o Siria, sin poder imaginar siquiera que habían sido aquéllos, y no otros geográfica y lingüísticamente más cercanos a Al-Andalus, los primeros destinos árabes del propio "don Emilio".

Nadie piense, sin embargo, que el lugar de ese árabe marroquí o magrebí, tan próximo, lo ha ocupado otro lejano, más exótico y menos hablado en España, pero árabe al fin y al cabo, porque no es así: la enseñanza oficial del árabe como lengua extranjera en nuestro país, tanto en universidades como en Escuelas Oficiales de Idiomas, está en manos de un profesorado en su mayoría no nativo (algo más de un 80% según mis cálculos) y, aun sin disponer de datos precios, no es descabellado aventurar que buena parte del mismo no sólo carece de una competencia suficiente en marroquí, argelino o hasanía, sino que tampoco la tiene en otros dialectos, por más que algunos finjan lo contrario y acaben, interrogados al respecto, jugando al ratón y el gato: bien el dialecto que ellos hablan siempre es otro distinto del que se trata, bien pretenden, al punto, que todo lo han olvidado y que con su árabe, en ello claramente distinto tanto del dialectal como del normativo, aparte de inolvidable, se bastan y se sobran en cualquier situación. No es, por descontado, que falten candidatos lingüísticamente más capaces, sino más bien que fallan los procedimientos de selección, debido en gran parte a intereses creados, pero también, y de manera tal vez más decisiva, a la nula o escasa consideración profesional y académica que recibe la enseñanza del árabe como lengua extranjera.

Con estos mimbres no es difícil imaginar cuál puede ser el alcance y cuáles las principales dificultades de implantar en España, siquiera como experiencia piloto, una enseñanza integral del árabe hablado y escrito en Marruecos, denominación esta con la que se pretende no tanto acotar el objeto y el objetivo del aprendizaje (puesto que dicho árabe, y en particular el escrito, diverge claramente de las fronteras del país, rebasando algunas y quedando lejos de otras), como anteponer el uso lingüístico a la dicotomía árabe nativo / árabe normativo, cuyo tratamiento desde un punto de vista didáctico no puede ser, de cualquier modo, el mismo que el de la lingüística descriptiva (y menos aún el de la mitología colonial); como tampoco puede pretenderse que la motivación y prioridades de todo el que estudia marroquí sean las de un dialectólogo, siquiera aficionado. Ello no quiere decir, por supuesto, que la presentación de la lengua y la actuación del profesor no deban estar guiadas en todo momento por el mayor rigor lingüístico, en particular en lo relativo a la variedad diatópica, sino que es un criterio de rentabilidad comunicativa el que ha de primar, pues se trata, ante todo, de que el alumno hable, entienda, lea y escriba con la mayor soltura posible, no de que desarrolle un conocimiento libresco de la lengua.

Volviendo al capítulo de la capacidades docentes, no puede desestimarse el riesgo de que algunos profesores perciban este tipo de enseñanza como una amenaza para su bourdiano capital simbólico y traten, incluso, de ponerle trabas. A este respecto, conviene hacer notar que la enseñanza integral implica revertir, o subvertir tal vez, el invertido plan de obra de la actual, dejando de comenzar la casa por el tejado: el edificio así, estirando el símil, corre menos peligro de venirse abajo a medida que se levanta, pero, en contrapartida, sólo resguarda de la intemperie y ofrece el aspecto de acabado cuando realmente lo está. En el tiempo en que la enseñanza tradicional genera en el estudiante la ilusión, pasajera, de que el mundo árabe entero, pasado y presente, está a su alcance (cuando no a sus pies o bajo su lupa), una integral procederá de manera mucho más prudente y modesta, centrándose en el extremo de ese mundo más próximo en el tiempo y el espacio. La transición hacia una enseñanza homologable a la de otras lenguas extranjeras, menos pretenciosa y ficticia, conlleva además un cambio radical e inevitable de horizonte: el paradigma de competencia nativa no es ya un árabe culto apátrida y hablante de un dialecto indefinido, sino uno concretamente marroquí. Esto no significa, expresado gráficamente, que haya que jubilar el sempiterno "Dame la flauta y canta" de Gibran y Fairuz (que servidor, ya lo he contado aquí, escuchó por primera vez en un curso de árabe en Marruecos), sino que antes, tal vez, habrá que escuchar «آ جرادة مالحة», a Abdessadek Chekara (عبد الصادق الشقارة) o a Nass El Ghiwane (ناس الغيوان); o que antes que Boda en Galilea (عرس الجليل) convendrá ver Esperando a Pasolini (في انتظار بازوليني), por poner algunos ejemplos facilones.

Visto así, y aunque el enfoque integral no supone bajo ningún concepto renunciar, como algunos creen, al estudio de la lengua normativa y la cultura de la que es vehículo, sino darle una dimensión más realista y práctica que la actual, es muy posible que haya quien vea en su aplicación una devaluación, sobre todo desde el terreno del arabismo, llamado desde antiguo a más altos designios que la simple filología y, por descontado, la consecución de una competencia comunicativa avanzada con otros fines profesionales. Por una parte, el enfoque integral obliga forzosamente a hacerle un hueco al árabe dialectal en el horario lectivo, de por sí reducido, que hasta ahora se dedicaba en exclusiva al normativo; pero es que, por otra parte, una secuenciación razonable, a la que aludía más arriba al hablar de rentabilidad comunicativa, exige proceder de lo fácil a lo difícil y de lo habitual a lo menos frecuente, y esto lleva, a su vez, a que en los niveles iniciales (los únicos que es posible impartir en una mayoría de planes de estudio) el dialecto prime de algún modo sobre la lengua normativa, que en los posteriores debe ir adquiriendo, cada vez, un mayor protagonismo. Huelga decir, a este particular, que el proceso de adquisición de una competencia comunicativa efectiva no admite saltos ni atajos y que los logros aparentes de la enseñanza tradicional (que los alumnos, mal que bien, traduzcan a su lengua materna textos de cierta envergadura con ayuda de un diccionario bilingüe) son a dicha competencia lo que el borrico a la flauta en la fábula de Iriarte, y es que la traducción no es una destreza lingüística propiamente dicha.

Respecto de las reticencias que la enseñanza formal del dialecto suscita en algunos hablantes nativos, avivadas en Marruecos por conflictos políticos y de clase social, no ayuda mucho, en mi opinión, condicionarla a una hipotética "sistematización" del árabe marroquí (cf. Victoria Aguilar, "Enseñanza conjunta del árabe normativo y el marroquí", en P. Santillán, L.M. Pérez Cañada y F. Moscoso, Árabe marroquí: de la oralidad a la enseñanza, Cuenca, 2013, p. 319-320), normativización esta completamente innecesaria desde el punto de vista del enfoque integral. Y menos ayuda aún que esta actividad docente pueda verse identificada con soflamas paternalistas, desbarbadas y más propias de tiempos coloniales que de los presentes. Un ejemplo reciente puede encontrarse en el prólogo del último Diccionario de árabe marroquí de Francisco Moscoso (Gijón, 2015), donde apela a "los líderes religiosos musulmanes", p. ej., a que "comprendan que la lengua árabe no es patrimonio de la religión, que el árabe clásico no es la lengua nativa de nadie", cosa que, de seguro, ignoran (como él aún, al parecer, que hasanía en árabe —الحسّانية— se pronuncia y escribe habitualmente بتشديد السين), "y que todos los ciudadanos tienen pleno derecho a desarrollar sus conocimientos desde su lengua nativa" (p. 12-13), cosa, se diría de nuevo, que no hacen todavía, y que nos lleva a preguntarnos cómo pudo florecer alguna vez una literatura filosófica, científica y técnica en lenguas de nadie como el latín medieval o el árabe clásico.

Entrando ya en las dificultades de orden práctico, puede haberlas, en primer lugar, de planificación académica: es conveniente, p. ej., garantizar que el mismo grupo de alumnos principiantes que accede al programa podrá seguirlo durante todos los cursos previstos, lo cual choca de lleno con el modo en que áreas y departamentos universitarios suelen confeccionar sus planes de ordenación docente: no siempre en beneficio de los estudiantes y "la coherencia académica", sino dejando que cada profesor, de acuerdo con su categoría académica y antigüedad, elija las asignaturas (y con ellas fundamentalmente los horarios) que más le convienen. En el caso de las asignaturas en las que yo he comenzado a aplicar este enfoque, Lengua C I, C II y C III (Árabe) del grado en Traducción e Interpretación, todas providencialmente en horario de tarde, cabe señalar que es la propia memoria del título la que pondera el conocimiento del árabe "en sus dialectos marroquí y argelino principalmente" (p. 10), motivo por el cual ya en el anterior plan de estudios existía una asignatura con el rumboso título "Variedades dialectales del árabe: Marroquí", que debía impartir en tercer curso un especialista contratado a tal efecto, el cual, paradojas del sistema de selección al que ya me he referido, no había forma, al parecer, de garantizar que lo fuese. Esta vocación magrebí del título, por así decirlo, en consonancia con la realidad sociológica y geográfica de la Región de Murcia, no es de cualquier modo vinculante, de tal manera que incluso dicho especialista puede, si es su voluntad, ignorarla acogiéndose a la libertad de cátedra y enseñar el árabe que le plazca. Por otra parte, se puede ser partidario de enseñar marroquí e incluso de integrar su enseñanza con la del árabe normativo, y contradecir en cambio una por una las recomendaciones de Younes, en un caso llamativo de fidelidad a la marca pero no al producto:
a) Partimos de la propuesta de que las dos lenguas funcionan como dos sistemas independientes. Por tanto, se trabajará con dos programas diferenciados.
b) Las dos lenguas se impartirán en horarios diferentes, según las necesidades comunicativas.
c) Sería conveniente que hubiera dos profesores diferentes para favorecer las asociaciones lingüísticas.
---Victoria Aguilar, ídem, p. 317 (cf. Arabele 2012, Murcia, 2014, p. 35-36, donde "las dos lenguas" se han convertido en sendos niveles —«مستويين»— y no se favorecen ya "las asociaciones lingüísticas", sino que estos dos niveles se distingan mejor —«أن يكون المستويان أكثر وضوحاً»—).

Llamativo, decía, por cuanto su inconsecuencia, a diferencia de la de tantos colegas e instituciones en lo que respecta al Marco común europeo de referencia para las lenguas (MCER) u otros estándares, también fuera de España, no viene dada por ninguna imposición administrativa, sino que es, por así decirlo, libre y voluntaria, aunque en ambos casos se adivine un mismo afán de contemporizar o, dicho de otro modo, de seguir la corriente. Mención aparte merece, en el epígrafe de malentendidos, el que sufre o en todo caso provoca Adil Moustaoui Srhir ("El enfoque integrado en la enseñanza del árabe como lengua extranjera y de contenidos de «Sociales» en la universidad española: consideraciones sociolingüísticas y desafíos didácticos", en Ruth Breeze y otros, Teaching Approaches to CLIL. Propuestas docentes en AICLE, Pamplona, 2012, p. 225-234) al identificar el enfoque integral de Younes con el denominado Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras (AICLE), al que el propio Younes no se refiere en ningún momento, y con razón, pues poco o nada tienen teóricamente que ver. De hecho, el AICLE (o CLIL en sus siglas inglesas) de David Marsh podría ponerse en práctica igualmente enseñando historia o literatura de Al-Andalus en árabe normativo. Distinto es, por supuesto, que Moustaoui haya decidido, como se desprende de su ejemplo final de "unidad didáctica", combinar un enfoque y otro, lo que no deja de ser una buena idea (siempre, por supuesto, que se aplique a todo un plan de estudios y no a un par de unidades sueltas "a partir del nivel A2" del MCER —como aconseja él, p. 233—, ni con alumnos que nunca han estudiado marroquí o cuyo nivel no se adecua, presumiblemente, al de los contenidos). Con todo, mientras que el objetivo de Moustaoui es formar "no sólo arabistas sino también a sociólogos y antropólogos" (p. 232), Younes, por su parte, no contempla en principio la enseñanza paralela de materias académicas ni de otros contenidos que los sociolingüísticos y socioculturales necesarios para desarrollar la competencia comunicativa. De hecho, si bien es cierto que en sus libros de texto "there are no separate sections dealing with Arab culture" porque ésta forma parte integral de los mismos a través de sus textos, grabaciones, actividades, etc. (Arabiyyat al-Naas. Part One, Routledge, 2014, p. 7), no lo es menos que el diseño o la selección de estos últimos responde a criterios didácticos, como el de aumentar la presencia de la lengua normativa paulatinamente, y sólo en segundo lugar a su relevancia desde un punto de vista sociológico. Así, p. ej., Younes aconseja que, en caso de necesidad, se encomiende a los colegas "who are not native speakers of the 'Ammiyya variety introduced in the program to teach higher level courses", dando por sentado que la brecha entre árabe normativo y dialectal "shrinks as more material characteristic of the language of education is introduced" (The Integrated Approach to Arabic Instruction, Routledge, 2015, p. 54); progresión esta que, acertadamente o no, asocia de algún modo la profundización en los contenidos socioculturales al uso de un árabe cada vez más académico. Lo que Younes propone, en definitiva, es enseñar a la vez el árabe normativo y el dialectal, no lengua árabe y sociología, o sociología del mundo árabe en árabe, que sí serían posibles ejemplos de aplicación del AICLE, cuando no de enseñanza para fines específicos, y requerirían del profesorado (y de los alumnos) una doble especialización.

Sirva la recomendación precedente para recapitular ahora algunas de las dificultades ya apuntadas y abordar otras que el mismo Younes prevé en forma de posibles "objeciones" a su enfoque, comenzando por esa última: ¿puede un profesor enseñar un dialecto distinto del suyo propio? Younes afirma a este respecto que en el caso de su programa en Cornell, basado en lo que él denomina Levantine Educated Spoken Arabic (LESA), hablantes nativos de tunecino, marroquí e incluso inglés norteamericano no han tenido particular dificultad en hacerlo por dos motivos principales (p. 54):
First, the existence of a textbook that can be described as teacher- and student-friendly has helped define their role and provide the "script" for that role. Second, the focus on LESA, which suppresses regionalisms and maximizes shared standard forms, including words, expressions, and sounds, shrinks the gap between these varieties and eliminates many of the differences among them.
Pero la situación no sería previsiblemente la misma en un programa basado en un hipotético Maghribi Educated Spoken Arabic. De hecho, si la tendencia de los hablantes magrebíes "to accommodate speakers of the Arab East [...] in cross-dialectal verbal interaction", según asume Younes, es un argumento a favor de la combinación lingüística de su programa, ya que "students who have mastered Levantine (or Egyptian) will likely be able to communicate with speakers of Maghribi dialects as well" (p. 50), la ausencia de una actitud equivalente entre los hablantes orientales hacia sus interlocutores norteafricanos resulta en un par de dificultades añadidas para cualquier programa basado en un dialecto de la zona, al requerir de sus docentes un perfil lingüístico más específico, y de sus estudiantes que sepan amoldarse, también ellos, a los hablantes orientales, al menos en los niveles superiores. En el caso de nuestro país, a lo avanzado en los primeros párrafos de esta entrada acerca de la composición del profesorado público, hay que añadir, también con cierta seguridad, que dentro de la minoría que representan los nativos, el porcentaje de docentes de cada país árabe no corre parejo con las cifras demográficas. Dicho con otras palabras: que un 89% de los árabes residentes en España sean marroquíes no significa que lo sea también, en el mismo porcentaje, el profesorado nativo: de los nueve mencionados en este vídeo, p. ej., sólo uno es de origen marroquí. En esto quizá haya tenido algo que ver, también, esa predilección de cierto arabismo institucional y académico por el Oriente Próximo a la que me refería más arriba. No en balde, según se comenta al inicio del propio vídeo, puede decirse que la presencia de profesores árabes en las universidades españolas coincide con la inauguración del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid en 1950, a la que seguirá, en 1954, la del Instituto Hispano-Árabe de Cultura, ya mencionado.

Junto a la sugerida por Younes, sujeta en el caso de la universidad española a los peculiares criterios de ordenación docente de los que hablaba más arriba, y habida cuenta, además, de que tampoco existe un libro de texto similar a los suyos que provea un guión a seguir, pueden estudiarse otras formas de dar cabida a ese profesorado de plantilla no nativo. Una que puede animar a los que tienen un nivel medio de marroquí u otro dialecto magrebí, pero no (aún) el valor y la seguridad suficientes "to go all the way", es apoyarse en lectores o auxiliares de conversación nativos, siempre que dicha asistencia no se convierta de facto en suplencia y dé paso a una desintegración del enfoque, con un profesor que enseña árabe normativo y un lector, aparte, que enseña marroquí. En este sentido, el primero ha de estar dispuesto a arriesgar ese capital simbólico suyo al que ya me he referido, y asumir que errar una y otra vez por ignorancia o inexperiencia es preferible a porfiar a sabiendas en el error de atribuir al árabe normativo una función comunicativa que no tiene o, peor aún, en el de no darle ninguna, característicos, respectivamente, de la enseñanza (y acuñación) del llamado árabe estándar moderno (Modern Standard Arabic) en EE.UU. a partir de los años 50 del siglo pasado, y de la aplicación al árabe, desde el XIX, del método Gramática-Traducción. Distinto es, por supuesto, que la perseverancia en uno u otro error venga motivada no por una decisión desacertada, sino, como ya he advertido hasta la saciedad en este blog, por las propias limitaciones comunicativas de los docentes, en cuyo caso poco cabe hacer, salvo reclamar procedimientos de selección más fiables que los actuales.

Respecto de la elección del dialecto, "again a distinction between linguistic investigation and pedagogical need is fundamental", advierte Younes, y una vez definida el área de mayor interés, "rather than being confronted with a choice of three or four (or even more) Egyptian 'Ammiyyas, we can focus on the one variety that is considered standard for Egypt" (2015, p. 46). En el caso de mis asignaturas, si el centrarse en "los dialectos marroquí y argelino principalmente" viene determinado, como ya adelanté, por razones demográficas reconocidas expresamente en la documentación del título, el hacerlo luego, una vez en el aula, en esta o aquella variedad local (o dialecto propiamente dicho, puesto que son varios, realmente, los existentes en la zona) depende tanto del repertorio del profesorado (es decir, del mío —con mi deje extranjero— y del idiolecto del lector o lectora de turno) como de los materiales disponibles, cuya variedad de referencia puede diferir además de la utilizada en el aula o en el entorno inmediato, como es más bien nuestro caso: la mayoría de los marroquíes residentes en la Región de Murcia provienen, como recordaba hace poco, del noreste del país y hablan el dialecto que Laghaout ("L'espace dialectal marocain, sa structure actuelle et son évolution recente", Dialectologie et Sciences Humaines au Maroc, 1995, p. 14) y Ahmed Boukous (Société, langues et cultures au Maroc, Rabat, 1995, p. 29) denominan beduino (bédoui / bedwi), y que otros marroquíes equiparan a hablar como los argelinos. "The core [Muslim] dialect of [Oujda] is an extension of western Algerian dialects", observa Jeffrey Heath, que admite, no obstante, no disponer de más datos relativos a esta zona que los recogidos en la propia ciudad, lo que da ya cierta idea de qué presencia cabe esperar que tenga este dialecto en los materiales didácticos al uso, basados en alguno de los urbanos tradicionales o en una koiné más o menos próxima a la que ha ido surgiendo en el país, con la que comparte, no obstante, rasgos propios de los dialectos centrales o hilalíes. (Curiosamente en Debdou, "probably the most important Jewish town in this general area", dos de los tres informantes judíos de Heath "bore the surname Murciano" (Jewish and Muslim Dialects of Moroccan Arabic, Routledge, 2002, p. 8, 25-26), en lo que se antoja un precedente histórico de migración entre ambas regiones.)

Ese dialecto "koinizante" con fines pedagógicos es objeto de crítica, y ésta fruto tal vez de ese prurito de dialectólogo que desaconseja Younes, en la reseña que Jordi Aguadé le dedica al método de Tadayoshi Ishihara, Morokko arabiago (en Estudios de dialectología norteafricana y andalusí, 11, 2007, p. 267). Observando que Ishihara combina variantes como خاك / خوك, Aguadé concluye que "hay algo de confusión al no haberse optado por un habla concreta" y que "obviamente sería mejor que se hubiera dado preferencia a una de ambas posibilidades", cuando lo obvio, más bien, es que una y otra son lo bastante comunes (cf. Heath, p. 406, 576) como para que el estudiante se vea expuesto a las dos desde un primer momento. Otro tanto podría decirse de los prefijos verbales كا / تا, de los posesivos ديال / نتاع y de la ausencia de unos y otros en los dialectos de tipo beduino, como los del Noreste. Son las variantes más presentes en el aula y en el entorno del alumno fuera de ella las que éste acabará produciendo y primando en su interlengua, sin por ello dejar de reconocer el resto. 

Supongamos, para dar por terminada esta primera entrega a modo de introducción al tema, que éstas que David Wilmsen ha denominado "administrative realities" no representan un obstáculo insalvable y que el profesor o departamento interesados en poner en marcha un programa propio tienen la autonomía y capacidad suficientes para hacerlo. Llegados a este punto, "what is needed", observa el mismo Wilmsen, "is an entire reworking of the curriculum along with a great commitment to producing teaching materials for vernacular Arabic as has been expended in the production of those for formal written Arabic" ("What is Communicative Arabic?", en K. Wahba, Z. Taha y L. England, Handbook for Arabic Language Teaching Professionals in the 21st Century, Mahwa NJ, 2006, p. 133-134).

De currículo, contenidos y materiales didácticos hablaré, Deo volente, en una próxima entrada.

23 de noviembre de 2015

التعويفة

La semana pasada una alumna mía, oriunda de una localidad marroquí muy cercana a la frontera con Argelia (como buena parte de la población marroquí que vive en Murcia), me preguntó por el origen de la voz تعويفة, 'desayuno', que ni nuestra lectora, procedente de la otra punta del país, ni yo habíamos escuchado jamás. Su curiosidad se centraba en si podía ser o no bereber. De entrada, le comenté, no lo parece: en principio, el fonema representado por ع sólo se encuentra en préstamos del árabe, y la palabra, además, tiene toda la apariencia de un مصدر o infinitivo de un verbo, en este caso de un عوّف / يعوّف, para nosotros igualmente desconocido, pero que a todas luces existe.

Indagando, sin embargo, he descubierto que esta palabra, que es según Ali Amahane y otros (Rapport relatif aux aspects culturels de la régionalisation, Institut Royal des Études Stratégiques, Rabat, 2013, p. 64) característica del árabe de la Región Oriental del país (الجهة الشرقية), junto al uso de الفطور con el sentido de 'almuerzo' (lo que nos había llevado a creer que la muchacha desayunaba a la una del mediodía), está claramente emparentada con el 'tentempié' de un par de hablas bereberes del Rif: la de los Aït Ammart (آيت عمّارت) y la de los Aït Touzine (آيت توزين). Así se desprende al menos de la información recogida en el diccionario de Mohammed Serhoual (Dictionnaire tarifit-français, Université Abdelmalik Essaâdi, Tetuán, 2002, p. 738):
Que en el caso de los primeros remite a su vez al clásico de Amédée Renisio (Étude sur les dialectes berbères des Beni Iznassen, du Rif, et des Senhaja de Sraïr: grammaire, textes et lexique, París, E. Leroux, 1932, p. 377, 417), donde aparecen bajo diferentes nombres ("Beni Ameur", "Beni Amret", "At Ameur") pero se les identifica indistintamente con la abreviatura "Am.":
Menos relación parece haber entre التعويفة y el verbo εaf documentado en Figuig por Maarten G. Kossmann (Grammaire du parler berbère de Figuig, París-Lovaina, 1997, p. 169, 553: "ignorer; nier") y Fouad Saa (Quelques aspects de la morphologie et de la phonologie d'un parler amazighe de Figuig, Rabat, 2010, p. 157, 268-9: "délaisser") o el mismo εaf ('detestar') de la Cabilia (cf. en ambos casos el árabe عاف - يعيف). Obsérvese, además, que taεwif, a diferencia del aεewwef de Serhoual (p. 738) o los tiεaft / aεif de Kossmann (p. 533), no se corresponde con ninguno de los patrones habituales en un nombre de acción bereber (el equivalente del مصدر árabe).

Nos encontramos, por tanto, ante una voz aparentemente de origen árabe pero de etimología incierta. No siendo en esto un caso único (véase el vocabulario de préstamos compilado por Kossmann para la World Loanword Database, con ejemplos tan curiosos como el de qundʕa, 'araña'), sí que lo parece, en cambio, en el hecho de que coexista con su cognado (o posible étimo) árabe y de que en ambos idiomas tengan una distribución geográfica muy irregular: no en balde, Peter Behnstedt y Manfred Woidich no lo mencionan en su Wortatlas der arabischen Dialekte (Leiden, 2012, II, p. 233-235; 2014, III, p. 172-176), por más que en su tercer volumen incluyen un detallado mapa del norte de Marruecos con información sobre el bereber:

Detalle de Behnstedt y Woidich, 2014, p. 173.
Tampoco Marcelin Beaussier, en su Dictionnaire pratique arabe-français (Argel, 1887 —no he podido consultar los suplementos de Ben Cheneb y Lentin—), menciona تعويفة ni más palabra de esta raíz que el nombre propio العوفي (p. 461), si bien el uso de la palabra en Argelia parece sobradamente atestiguado a través de numerosas referencias en Internet. Otro tanto sucede con el ⵜⴰⵄⵡⵉⴼ (taʕwif) o ⵜⵓⵄⵉⴼ (tuʕif) bereber en Marruecos, que parece extenderse hacia el sur, más allá de las fronteras del Rif, hasta los dominios de los Meziate (مزيات), Beni Yazgha (بني يازغة) y los Aït Seghrouchen Harira (آيت سغروشن حريرة) en Taounate (تاونات), Laazib (العزيب), Aït Ali Youssef (آيت علي يوسف) y la región de El Menzel (المنزل):



En cuanto al posible étimo de la expresión, las opciones inmediatas son a cual más improbable, desde las entradas reunidas en los diccionarios clásicos bajo la raíz عوف, entre las que destacan los verbos عاف ('revolotear un pájaro sobre algo') y تعوّف ('merodear un león de noche en busca de una presa'), hasta la parietaria (عوفيا) de Dozy, o la raíz عيف ('aborrecer, detestar'), confluente con aquella (cf. عيافة, 'ornitomancia') y a la que ya aludía más arriba.

Siendo mis conocimientos de bereber y de árabe argelino algo más que escasos, y careciendo además del suficiente acceso a algunas publicaciones, que sólo he podido consultar parcialmente a través de Internet, esto es lo más lejos que he conseguido llegar hasta ahora en mis indagaciones, que si me he decidido a compartir es a la espera de que algún lector pueda aportar algún dato o reflexión de interés, sea sobre la distribución geográfica del término y sus derivados, sea sobre su posible etimología.

Actualización (25.11.2015)
Esto ya es otra cosa (en Moshe Piamenta, Dictionary of Post-Classical Yemeni Arabic, Part 2, Leiden, 1991, p. 347):

Véase además غواط / غواث: "Food served for building workers and wall plasterers of a house in the late afternoon after work"; y عواث / عواف: "Afternoon meal (four o'clock coffee)" (p. 361, s.v. غوث, V: "To take an afternoon light meal"; VI: "to eat a light meal at dusk").

20 de abril de 2014

Uso de alcuñas

Publicada en el Bulletin des lois de la République française el 24 de marzo de 1882, la Loi qui constitue l'État civil des Indigènes musulmanes de l'Algérie obligaba a "chaque indigène n'ayant ni ascendant mâle dans la ligne paternelle, ni oncle paternel, ni frère aîné", en virtud de su art.º 3, a "choisir un nom patronymique", un apellido con el que figurar en el incipiente registro civil del lugar. "En cas de refus ou d'abstention", añade el art.º 5, "[...] ou de persistance dans l'adoption du nom précédemment choisi par un ou plusieurs individus" (del mismo municipio pero distinta familia, se entiende), la decisión había de recaer en el funcionario de turno. Al final de este onomacide sémantique, como lo ha descrito Farid Benramdane, "une carte d'identité [...] indiquant le nom et les prénoms qui y seront portés" le sería entregada "sans frais à chaque indigène", conforme explica el artículo siguiente.

En la Argelia occidental, para referirse a ese nom patronymique en árabe se recurrirá a la voz نكوة (nekoua en la transcripción de la época), que hasta entonces tenía únicamente el sentido de 'mote', 'apodo', y que pasará también, por extensión, a designar al propio documento de identidad. En la Argelia oriental el término elegido será نقمة (nekma) que también tenía hasta entonces el único significado de 'sobrenombre' (cf. C. Kehl, "L'état civil des indigènes en Algérie", Bulletin de la Société de géographie et d'archéologie de la province d'Oran, 52, 1931, p. 173-212; 182). "Les mots nekoua et nekma", advierte Kehl, "n'existent pas dans la langue arabe" (la normativa, se entiende), y no va muy descaminado al ver en en la primera "la corruption du mot Kounia (كنية) qui signifie surnom, sobriquet" (ibídem), aunque نكوة, en realidad, es corrupción (metátesis) de كنوة, variante clásica de كنية (étimo de nuestros 'alcurnia' y 'alcuña'; sobrenombre, patronímico, tecnónimo, etc., según el uso) empleada no sólo en Argelia sino también en Marruecos (cf. G.S. Colin, Le dictionnaire Colin d'Arabe Dialectal Marocain, Rabat, 1993-7, VII, p. 1706). En mi caso, de hecho, el testimonio de esta evolución lo he encontrado en Victorien Loubignac, quien recoge ambas formas en sus Textes arabes des Zaër (París, 1952), recopilados entre 1915 y 1916 en la región que ocupaba esta tribu al sur de Rabat (p. 550, cf. 574):
كنّى · كنو .— Faire suivre le nom de qq'un de celui de son père, p. ex. طوطو العياشي .— Toto, fille d'El Ayachi.
كنوة .— Surnom, sobriquet (récent, on disait نكوة).
Y en cuya definición puede apreciarse la prolongación de un uso antiguo, ya que la كنية expresa también, aunque suela obviarse, filiación y otros tipos de parentesco, no sólo paternidad o maternidad, puesto que puede comenzar tanto por أب o أم como por ابن، أخ, etc.: refiriéndose a finales del s. XVI al "usso de alcuñas" entre los mozárabes, Jerónimo Román de la Higuera indica "que es el nombre del padre por sobrenombre del hijo" (Tratado del linaje de Higuera, RAH, mss. 9-5566, f. 13r, apud M. García-Arenal y F. Rodríguez Mediano, The Orient in Spain, Leiden, 2013, p. 209, n. 40, quienes consideran, quizá precipitadamente, que "Higuera actually has the kunya backward"). En el árabe marroquí, كنية pasará a significar 'apellido', mientras que el lenguaje administrativo optará por la expresión normativa اسم عائلي ("nombre familiar"; cf. el art.º 6 del dahír del 08.03.1950), llegándose a la contradicción, al menos aparente, de que según el mismo artículo de un segundo dahír que modifica al anterior, el nº 1.63.240, "el nombre familiar sobre el que recaiga la elección no ha de ser", entre otras cosas, una كنية, "un mote" («وينبغي ألا يكون الاسم العائلي الواقع عليه الاختيار كنية»), sobriquet en la versión francesa. Hojeando el boletín oficial marroquí se puede encontrar, en cambio, al menos un caso en que la palabra se emplea extrañamente como traducción de dénomination (قرار من وزير التهذيب الوطني بتاريخ 29 أكتوبر سنة 1957 بشأن اعطاء الكنية لبعض مؤسسات التعليم الثانوي الأروبي، الجريدة الرسمية، عدد 2365، ص. 432; cf. Bulletin officiel, nº 2353, p. 1510), pero más recientemente aparece como equivalente del francés surnom. En la Argelia francesa nom patronymique se traducirá oficialmente por اسم نسبي ("nombre genealógico"), como aparece en los carnés de identidad de la época, siguiendo este modelo:

E. Cornu, Guide pratique pour la constitution de l'état civil des indigènes, Argel, 1889, p. 98
Pero tras la independencia será el término لقب ("mote" propiamente dicho en la lengua clásica), como en otros países árabes el sinónimo شهرة, el que sustituya de un modo oficial a ese اسم نسبي, pese a tener en el Corán (49:11) una connotación peyorativa, si bien نكوة continuará empleándose popularmente, como sucede hasta hoy en la zona oriental de Marruecos e incluso en bereber rifeño, donde existe el préstamo ناكواث / ⵏⴰⴽⵡⴰⵜ con el sentido de carné de identidad (cf., p. ej., بوزيان موساوي، كتاب تعليم الأمازيغية للمبتدئين، وجدة، 2002، ص. 15). Nada que ver, a propósito, salvo que la similitud le haya jugado una mala pasada, con el neologismo que el autoproclamado Gobierno provisional cabileño emplea en su modelo de carné de identidad (takarda —cf. el árabe كارطة— n tnekkit) en lugar del común tamagit (ⵜⴰⵎⴰⴳⵉⵜ) o del timant de Mouloud Mammeri (Lexique de berbère moderne, Argel, 2008, p. 41, 107), y que parece mal traído del también neológico tinekkit ('egoísmo', de ⵏⴻⴽⴽ, nekk, 'yo'), propuesto por Mohamed Idir Ait Amrane (A sidder d wesgam n tamazight, Argel, 1997, p. 67) a renglón seguido de tinettit ('identidad', de ⵏⴻⵜⵜⴰ, netta, 'él'), siguiendo respectivamente el ejemplo de أنا > أنانية y el de هو > هوية en árabe.

18 de octubre de 2011

Awesome tape from Algeria

Hace unos días leí en El País Tentaciones este artículo de Manuel Cuéllar sobre el blog Awesome Tapes from Africa de Briam Shimkovitz. Echándole un vistazo y viendo los dos o tres cajones que tengo llenos de "casetes increíbles", alguna que otra también del grupo rifeño Ithran (إثران, 'estrellas'), he pensado que, de seguir los pasos de Shimkovitz (o los de Ted Swedenburg), este blog tendría cuerda para rato...

De momento no hay qué temer, pero si tuviera que comenzar rescatando una carátula para la posteridad, sin lugar a dudas sería ésta de cuando Khaled era Cheb Khaled (الشاب خالد), con zapatos blancos y fondo alpino:

Y la última canción de la cara B, a cuyo título le sobra el guión en la carátula: "Ki kount ouki oulite" (كي كنت وكي وليت), que le viene como anillo al dedo:

"Ay, madrecita", dice Khaled, "quién me ha visto y quién me ve"; aunque en la canción no sea por efecto del éxito y del paso del tiempo, sino por una tunanta (مريولة) que le ha robado el corazón. Aunque de todo el álbum probablemente mi favorita sea "La mairie" (sí, 'el ayuntamiento' en francés, donde se casa y se divorcia la gente):


Qué canciones aquellas, que comenzaban con "Editions MCPE..." como ésta (o el clásico "éditions Disco Maghreb") y continuaban en árabe: «تقدم...‏» ("presentan a..."), seguido del nombre del artista y, a veces, de una o varias dedicatorias (la llamada تبريحة, que en ésta aparece al final); o cuyas letras, siempre algo malditas y tangueras, podían llegar a contradecirse en el espacio de una misma cara, como sucede con el tema que abre la A, en que la colega (بنت امّا —que es como decir أختي—) está vieja y fea («هاي كبرت المريولة كي شيانت»), y el que la cierra, en que aún es joven («ما زال كي / زلتي صغيرة عمري وشيانت») pero ya se ha echado a perder igualmente.

Y qué de tiempo e intentos, cinta adelante y atrás, para acabar entendiendo dos o tres palabras... Hoy, en cambio, las probabilidades de localizar en Internet la letra de una canción, traducida incluso, son muchas (salvo en el caso, tal vez, de antiguallas como éstas y otras rarezas), y más aún las de conseguir todo tipo de música árabe sin moverse de casa. No hay necesidad, en fin, de ponderar lo que representa Internet para el estudio de lenguas extranjeras, pero sí tal vez la utilidad de las canciones, que son tal vez el mejor empaquetado que, a efectos de aprendizaje, admite un idioma.

1 de agosto de 2011

Une sorte d'animal à deux têtes

Tel à mes yeux est l'arabe. Une langue ? Deux langues ? Pour qui a lu les vieilles Antinomies linguistiques de Victor Henry, la question est oiseuse. Disons deux états d'une même langue, assez différents pour que la connaissance de l'un n'implique pas, absolument pas, la connaissance de l'autre; assez semblables pour que la connaissance de l'un facilite considérablement l'acquisition de l'autre. En tout état, un instrument pour l'expression de la pensée qui choque étrangement les habitudes d'esprit occidentales; une sorte d'animal à deux têtes, et quelles têtes! que les programmes scolaires ne savent trop comment traiter, car ils ne sont pas faits pour héberger les monstres. On conclura peut-être que le premier responsable de la crise de l'arabe, c'est l'arabe. […]

Là où deux peuples parlant deux langues vivent côte à côte et se mêlent étroitement, si l'un conçoit, ordonne et distribue des salaires et que l'autre exécute, obéit et vit de ces salaires, il faut s'attendre à ce qu'à la longue les dirigés, les salariés, trouvent plus d'intérêt et soient plus portés à acquérir quelque usage de la langue des directeurs, des salariants, que ceux-ci à apprendre le parler de leurs subordonnés, de leurs employés. Il est sans doute fort utile pour certains français de l'Afrique du Nord d'avoir une pratique courante de l'arabe. Il est et sera plus utile pour beaucoup d'indigènes de parler peu ou prou le français (…) Et l'on conclura, je crois, que le deuxième responsable de la crise de l'arabe, c'est le français.
---William Marçais, "La diglossie arabe", L’Enseignement public. Revue pédagogique, CIV, n° 12 (1930), pp. 401-409 (409); CV (1931), pp. 20-39 (39), 120-133.

12 de febrero de 2011

Beware fridays in the afternoon

O "cuidado con los viernes por la tarde", que está convirtiéndose para los dictadores árabes en lo que fue "beware the ides of March", según Shakespeare, para Julio César.



El mejor comentario que se me ocurre al respecto es el que le escuché ayer por la tarde al dueño de una tienda a la que solemos ir a comprar, un señor de origen argelino: «العقبى للي ماجي», y que podría traducirse como "ojalá que ahora le toque al siguiente".

CAESAR: What say'st thou to me now? speak once again.
Soothsayer: Beware the ides of March.
CAESAR: He is a dreamer; let us leave him: pass.
---W. Shakespeare, Julius Caesar, primer acto, escena II.

Entrañable, por cierto, la corresponsal de RTVE, Rosa María Molló, especialmente en su aparición ayer en el programa La noche en 24 horas.

17 de agosto de 2010

El santuario de Ouettar

Éste es mi sitio. Mi santuario [مزاري]. Lo he preparado yo mismo para estar más y más cerca de vosotros, estudiantes, investigadores, hombres de letras y aficionados a ellas. Al hacerlo, siento que estoy preparando una tumba parecida a las de los faraones cuyo fin es comunicarse con los demás a través del tiempo.
Con estas palabras daba desde hace ya tiempo Tahar Ouettar (الطاهر وطار), el denominado "maestro de la novela argelina" (شيخ الرواية الجزائرية), la bienvenida a su espacio en la red, que contiene, entre otros, los textos originales y las traducciones de varias de sus novelas.

El venerable Tahar, repiten ahora algunos medios de comunicación, vuelve a su santo sepulcro, aludiendo al título de una de sus últimas novelas («الولي الطاهر يعود إلى مقامه الزكي»): Ouettar murió el pasado 12 de agosto en Argel, a la edad de 74 años.