Hace poco, hablando de nuestro particular inward Orientalism (lo que yo llamo al-andalusología) y en especial del que cultivaban los Beni Codera, venía a decir que lo relevante de la cuestión, al menos para mí, no es lo que pensaran Codera, Ribera, Asín Palacios, González Palencia o García Gómez, sino más bien lo que nosotros pensamos de ellos. A menudo se pretende dar a entender que, con independencia de sus prejuicios ideológicos, su producción académica resulta intachable y que no hay, por tanto, nexo alguno entre lo primero y lo segundo (cuando es precisamente detrás de la adulación donde se advierte algo más que justo y merecido reconocimiento).
Acabo de leer la reseña demoledora que hizo Federico Corriente (la primera de un mal libro, según dice en ella) de la obra de Álvaro Galmés de Fuentes, Las jarchas mozárabes. Forma y significado, titulada "By No Means «jarchas mozárabes»" y publicada en la revista Romance Philology (50, 1996, p. 46-61), que recomiendo encarecidamente (diga lo que diga Armistead), al combinarse en ella la crítica al maestro y la crítica a la lealtad mal entendida del discípulo, que da lugar al anacronismo. En su defecto, igual de rigurosa resulta la "Revisión histórica de la poesía estrófica andalusí" que Corriente ha publicado mucho después en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (57, 2008, p. 471-483), que incluye una breve pero jugosa reflexión sobre el devenir del arabismo español desde finales del XIX (p. 474-6) y la opinión (mal formada, a mi modo de ver) que a Corriente le merece la obra de Edward Said (p. 473).
Aún no he leído aún la réplica de Galmés de Fuentes en La Coronica, pero daré cuenta de ella si resulta de interés.
9 de enero de 2010
Jarchas con y sin ira
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8 comentarios :
Aparte del libro y los artículos de Daniel Martin Varisco, ¿conoces alguna otra crítica metodológica del Orientalismo de Said? Por lo que dices que dice Corriente...
PD: Supongo que el equivalente del TehranLive vista desde أورشليم es este, aunque con menor calidad fotográfica, en mi opinión, y con poca traza de manejar la maquetación del blog (sin embargo, leyendo por feeds las fotos no se sobreponen).
Así a bote pronto me viene a la cabeza el artículo de Sadik Jalal al-'Azm (صادق جلال العظم), "Orientalism and Orientalism in Reverse", Khamsin. Journal of Revolutionary Socialists of the Middle East, 8 (1981), p. 5-26, pero sobre todo el de Aijaz Ahmad, "Between Orientalism and Historicism", Studies in History, 7, 1 (1991), p. 135-63.
P.S.- Conociendo Jerusalén y Teherán, me quedo con Tehran Live.
Per esattezza di cronaca, que dicen por otros pagos, complétese con una referencia que tú mismo mencionabas en otro sitio: «Orientalismo, treinta años después», de Anna Gil Bardají, muy breve, al parecer.
Puestos a completar y por aquello de ser exhaustivos (si conviniere), véase tal vez el recientísimo European Modernity and the Arab Mediterranean: Toward a New Philology and a Counter-Orientalism de Karla Mallette, bisoña, parece, en estas lides de orientalismos y occidentalismos de ida y vuelta. Y, desde Túnez, dos libricos de parecido interés, autoría de un colega y sin embargo amigo, المبروك المنصوري de la Universidad de Susa: الدراسات الدينية المعاصرة من المركزية الغربية إلى النسبية الثقافية: الاستشراق، القرآن، الهوية والقيم الدينية عند العرب والغرب واليابانيين y جدل الدين الإسلامي والعمران المغربي.
Pues de Karla Mallette debería usted leerse esto, a propósito de los artículos que publicó García Gómez en Al-Andalus bajo el seudónimo de Ángel (Asín) Ramírez (Ribera) Calvente (Codera), tan vitriólicos, dice, "que le lleva a uno a pensar en una paranoia incipiente" y merecen "la atención del psicoanalista tanto como la del filólogo" (p. 683-4). No en balde le dedica al Arabistísimo parte del capítulo 6º de su libro.
Pues gracias, gracias: es un episodio (alucinatorio, efectivamente, con tintes descaradamente antisemitas – del antisemitismo fetén –) del que andaba rumiando si preguntar en una corrala de donde vd. fue conserje, pero mejor me ilustro con doña Karla.
Leído el nuevo Collar de la paloma de Jaime Sánchez Ratia me parece que su juicio sobre la figura de Emilio García Gómez es demasiado positivo, por la salvedad que hace con episodios como este de ARC, los «judíos que andaban de más» en el Belén de su visita como bisoño arabista y alguna cosilla más. También me parece que no viene a cuento, por otras razones, algún comentario de Sánchez Ratia (pág. 35, nota 1). Pero debo de ser yo, que soy un susceptible.
De nada. Vea usted también María Rosa Menocal, The Arabic Role in Medieval Literary History: A Forgotten Heritage, 1987, p. 19. García Gómez, por cierto, admitió en su momento que Ramírez Calvente era él, aduciendo en su descargo (?) que es "cosa perfectamente lícita" ("El escándalo de las jarchas en Oxford", BRAH, 188:1, 1991, p. 1-104). Tan fetén era su antisemitismo que llega a atribuirle a Stern un "complejo racial"... no le digo más.
La traducción de Sánchez Ratia, de la que tengo noticia por su autor desde hace tres años, no la he leído aún. Ya le comentaré.
Y sigo, sigo siéndolo (conserje de la corrala; lo que dejé fueron los locales comerciales que daban a la calle).
La traducción de Sánchez Ratia obra ya en mis manos y he estado hojeándola, muy por encima. Supongo que lo del holocausto judío (judeo-europeo, diría yo) lo trae a colación (un tanto por los pelos, sí) para lanzar una puya a quienes lo han convertido en una industria. Lo que sí me ha llamado la atención es que dé a entender que grandes holocaustos sólo ha habido dos, cuando, si de lo que se trata es de número de víctimas, en América a partir de 1492 hubo otro, bien gordo y que nos toca bastante de cerca. No menos curiosa me resulta la creencia en una xenofobia de compás o "natural disposición de todos los pueblos a despreciar a aquellos otros que tienen la mala fortuna de habitar en su meridión más inmediato". ¿Será una cuestión de magnetismo terrestre?
En cuanto a la figura del "viejo maestro español" yo diría que juicio en sí no hay, ni positivo ni negativo, ni tiene por qué haberlo, aunque no faltan las alusiones en clave, ad usum filiorum Coderae, p. ej., al monopolio que ejercía sobre los temas que trataba (o que iba a tratar, añadiría yo) y que en sus buenos tiempos habría hecho poco menos que imposible que una traducción como ésta viera la luz; una actitud, por cierto, que no puede encontrar explicación en el antisemitismo del personaje y para la que, por tanto, es irrelevante, como lo sería a la hora de dilucidar por qué no correspondió a Gabrieli. Resumiendo: antisemita, sí, pero no sólo eso, para bien y para mal.
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