Uno de los capítulos del Handbook for Arabic language teaching professionals in the 21st century, hoy por hoy la biblia de la enseñanza del árabe como lengua extranjera, es el que dedican Mahdi Alosh, Hussein M. Elkhafaifi y Salah-Dine Hammoud a los "Professional Standards for Teachers of Arabic" (PSTA), es decir, a describir (y prescribir) lo que debe ser un profesional de la enseñanza del árabe. Muchos de los requisitos, como es obvio, coinciden con lo que cabe esperar de los docentes de cualquier lengua extranjera, y otros son específicos del gremio. Releyéndolos ahora vuelvo a tener la impresión, como la primera vez, de que la mayoría aquí en España estamos a años luz de reunir siquiera los indispensables (y me costaría creer que allí en EE. UU., la cuna de los PSTA, anduvieran muchas más galaxias allá). Los autores dedican un apartado de su artículo (p. 411) al impacto que se espera obtener "in several positive ways" con estos estándares profesionales, pero no incluyen reflexión alguna sobre la posibilidad de implementarlos a corto, medio o largo plazo. A lo sumo mencionan la falta de formación específica o a las limitaciones de la existente.
Como apoyo de esto que digo de la distancia astronómica, he seleccionado los elementos que más me han hecho sonreír, relativos a la competencia lingüística y cultural (p. 411-3):
Como apoyo de esto que digo de la distancia astronómica, he seleccionado los elementos que más me han hecho sonreír, relativos a la competencia lingüística y cultural (p. 411-3):
Ahora la profesión ya tiene sus propios "objetivos del milenio", tan loables e inalcanzables como los de la ONU.
- Teachers must have at least advanced-level proficiency in Arabic on the ACTFL scale.
- Teachers must have fluency in Modern Standard Arabic (MSA) and at least one dialect, with near-native pronunciation and with as near-native accuracy in pronunciation and grammar as possible.
- Teachers must develop a commitment to maintaining and increasing proficiency through continued coursework, travel abroad, and interaction with Arabic speakers both abroad and in local heritage language communities.
- Teachers must seek to have their proficiency professionally evaluated to ascertain if they can perform tasks characteristic of higher levels of proficiency.
- Teachers must understand how to motivate students to learn the language and how to maintain their interest through the integration of Arab culture.
- Teachers must incorporate the prevailing theories and approaches of cognition, language acquisition, and instruction into their practice.
- Teachers must help their students overcome negative stereotypes regarding Arabic and Arabs.
- Teachers must be familiar with Islam and its impact on people's daily lives, their culture, and interactions in the Arabic-speaking world and beyond.
- Teachers must have an awareness of current social, political, and economic conditions in the Arab world.
5 comentarios :
¡Hombre! puestos en plan optimista habría que recordar los puntos de tu "Campaña de arabización". Y tanto ésta (2002) http://www.terra.es/personal5/lgarabia/tkallam3.htm como mi propuesta de “arabización del arabismo” (según consta en el acta de la 3ª Asamblea General de la SEEA que tuvo lugar en Salamanca en 1994) cayeron en saco roto…
Y ¿qué conseguimos? bueno pero no por esos vas a dejar de intentarlo...
Yo recogí la perla de la por entonces presidenta de la asociación quien, en tono cariñoso y tras un profundo suspiro, me dijo: ¡ay Aram no nos hagas sufrir que bastante tenemos con lo que tenemos!
Y tú una “lista de suscriptores” (¿)
Bueno, en la página de mi campaña de arabización (que el año que viene cumple diez años) ya advertía que se trataba de una iniciativa "puramente simbólica" y con el "único objetivo de concienciar a profesores y alumnos", pero no de la conveniencia, sino de la posibilidad de hacerlo, aunque no lo dijera expresamente. Es decir, no pretendía convencer a nadie de que el árabe, para aprenderlo y enseñarlo, hay que usarlo, sino animar a hacerlo, y no ya a los profesores, que tienen completa libertad en ese sentido, sino ante todo a los alumnos: animarlos, por una parte, a predicar con el ejemplo y, por otra, a exigir una enseñanza arabizada (o cuando menos, animarlos a reflexionar y preguntarse por qué no la reciben, y a obrar en consecuencia). Desde ese punto de vista puede decirse que fracasé rotundamente, porque entre los suscriptores había más profesores y ex-alumnos que estudiantes, aunque no es extraño, porque estos últimos (como se echaba de ver, p. ej., en el foro de Arabismo.com) suelen preferir el anonimato a la hora de opinar, por temor a supuestas represalias. De lo que se trataba también, de algún modo, era de mostrar cierto apoyo público a esos alumnos que no acaban de entender por qué en pleno siglo XXI ellos siguen recibiendo una enseñanza decimonónica. La "lista de suscriptores" demostraba además que, dentro del gremio, había quien se preocupaba por la cuestión, adhiriéndose a la campaña con nombres y apellidos.
¡Ah, pues yo sí!
Yo presenté propuestas en la Asamblea de la SEEA en el 93 en Salamanca y en el 94 en Córdoba y en varias más posteriores, solicitando
- que la asociación hiciera recomendaciones corporativas sobre "arabización del arabismo",
- la inclusión de artículos en árabe en las revistas españolas de la especialidad,
- realizar las oposiciones en "el idioma correspondiente",
- que se limitara al mínimo imprescindible el uso de las transcripciones,
- que las clases de lengua se dieran en árabe,
- sobre el uso de la terminología gramatical en árabe,
- que se elaborara un código deontológico o un listado de buenas prácticas del arabista,
- que se hicieran gestiones para que a los funcionarios y profesores españoles que van a trabajar a Marruecos se les exija el árabe,
- que la SEEA gestionara con el Instituto de Estudios Islámicos un congreso de expertos para celebrar el 50 aniversario del que tuvo lugar en la Embajada de Egipto en Madrid... etc. etc.
Y de verdad pensaba que la autoridad moral de la SEEA influiría en sus miembros y que las diligentes gestiones de los diferentes equipos directivos obrarían un cambio en la situación del arabismo en España.
¡Qué infeliz! ¿no?
Aram
Infeliz no diría yo, pero un poco ingenuo... sí. Me recuerda un tanto a la postura de algunos colegas, que yo calificaría de buenista, y que consiste en pensar que quienes siguen el tristemente famoso no-método de gramática-traducción lo hacen por ignorancia, porque están anticuados, etc. No digo yo que no sea así en algún caso (especialmente cuando se trata de profesores nativos), pero creo que esta postura es, ante todo, un modo de nadar y salvar la ropa ("Il faut, voyez-vous, nous pardonner les choses", que decía Verlaine), que a veces reviste la forma de un apostolado inocuo y que sosiega la mala conciencia pero no lleva a ninguna parte, porque jamás va al meollo de la cuestión: la competencia comunicativa del profesorado. Hay quien cree que basta con predicar el enfoque de moda para que toda la profesión reciba la glosolalia o don de lenguas, en una especie de Pentecostés del arabismo español... Con frecuencia, de hecho, la prédica resulta contraproducente, porque muchos se valen de ella para darle un barniz de actualidad a su docencia decimonónica.
No se trata, naturalmente, de caer en el extremo contrario (¿malista?), sino de encontrar un justo término, en el que este fenómeno colectivo tenga una explicación y una solución razonables que, como suele suceder, no serán del agrado de todos.
Recuerdo que en la VI Asamble de la SEEA (Almería 1998) se hablaba de que la asociación organizara cursos de árabe y yo advertí de que primero necesitaríamos unos "niveles referenciales para el conocimiento de la lengua árabe" ello podría servir de guía para elaborar la programación de todo aquel que organizara un curso de árabe en España y también podría ayudar al establecimiento de unas pruebas de nivel objetivas administradas por la SEEA a las que se podría someter voluntariamente todo aquel que deseara saber que nivel había logrado tras su aprendizaje comparándose con el resto del país.
Y se formó una comisión de la que al año siguiente me di de baja porque no se había reunido ni una sóla vez desde su constitución.
Seguramente no habría servido de gran cosa... de todas maneras ha llegado el MCER y ahora los niveles resultan mucho más dispares que antes ¡gracias a la nefanda Mesa Sectorial!
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