

Blog de A. Giménez, profesor y traductor jurado de árabe
Uno de los primeros libros que despertaron mi imaginación de niño: las Mil y una noches. Uno de los preferidos libros, que actualmente releo con invariable complacencia: las Mil y una noches. Antes leía la única versión española, aún más expurgada y traidora que la francesa de Galand; hoy me recreo con la literal de Mardrus, en su libertad de verbo y figura y su prestigio oriental, tan maravillosamente transpuesto.Una fascinación, por otra parte, a la que da rienda suelta en su única experiencia orientalista, una visita a Tánger en 1904:
A pesar de las tiendas europeas, a pesar de la indumentaria de los turistas y vecinos europeos, el aspecto de la ciudad es completamente oriental. Me siento por primera vez en la atmósfera de una de mis más preferidas obras, las deliciosas narraciones que han regocijado y hecho soñar mi infancia, en español, y complacido y recreado más de una vez mis horas de hombre, en la incomparable y completa versión francesa del Dr. Madrus: Las mil Noches y una Noche. Es que tras esta mezcla de árabes, de moros, de kabilas [bereberes], de europeos, que constituye la población accesible, existe el misterio y la poesía de la verdadera vida de Oriente, tal como en los tiempos más remotos.
Ahora la profesión ya tiene sus propios "objetivos del milenio", tan loables e inalcanzables como los de la ONU.
- Teachers must have at least advanced-level proficiency in Arabic on the ACTFL scale.
- Teachers must have fluency in Modern Standard Arabic (MSA) and at least one dialect, with near-native pronunciation and with as near-native accuracy in pronunciation and grammar as possible.
- Teachers must develop a commitment to maintaining and increasing proficiency through continued coursework, travel abroad, and interaction with Arabic speakers both abroad and in local heritage language communities.
- Teachers must seek to have their proficiency professionally evaluated to ascertain if they can perform tasks characteristic of higher levels of proficiency.
- Teachers must understand how to motivate students to learn the language and how to maintain their interest through the integration of Arab culture.
- Teachers must incorporate the prevailing theories and approaches of cognition, language acquisition, and instruction into their practice.
- Teachers must help their students overcome negative stereotypes regarding Arabic and Arabs.
- Teachers must be familiar with Islam and its impact on people's daily lives, their culture, and interactions in the Arabic-speaking world and beyond.
- Teachers must have an awareness of current social, political, and economic conditions in the Arab world.
The fact that the works of early socialists and other progressives are today inaccessible because of a reform, partly legitimated in the name of progress, is certainly a cruel twist of history, though it is not the only one. Even today the alphabet reform continues to have an impact on the literary world. Several authors who were born in the early twentieth century kept the habit of writing with the Arabic script. Aziz Nesin (1915–1995), the celebrated satirist and short-writer, and one of the standard-bearers of the secular left, was one of them. Today the Aziz Nesin Foundation which has inherited thousands of pages of notes, including unpublished works, is in need of interns and assistants who could transcribe the manuscripts, but it has immense difficulties finding them. As the Ottoman script is not taught at school and its study is associated by many Turks with political reaction, young admirers of Nesin rarely know the so-called 'old script'. On the other hand, young people who have learned the script are often conservative and they do not wish to work on an author who condoned the translation of Salman Rushdie's The Satanic Verses into Turkish. Hence Aziz Nesin's manuscripts remain unread and unpublished, which is probably a great loss for literature and its history.---Laurent Mignon, "The Literati and the Letters: A Few Words on the Turkish Alphabet Reform", Journal of the Royal Asiatic Society of Great Britain & Ireland (Third Series), 20, 1, (2010), p. 11-24 (23-4).
The term may not so much be related to any actual, or metaphorical, integration into an L2 community as to some more basic identification process within the individual's self-concept.Lo cual puede interpretarse, a mi modo de ver, en el sentido de que lo relevante no es si el individuo desea o no integrarse en la otra sociedad, sino la relación que establece, de identificación personal, con la lengua de ésta o lo que la rodea. Eso explicaría que a veces se observen, como hace Hamparzoumian en su investigación, actitudes en apariencia contradictorias, entre la sublimación de una cultura árabe ad hoc y el desapego, cuando no desafecto, hacia los árabes de carne y hueso. Pero además, y lo que es más importante, esa motivación más identificativa que integrativa, que sugieren Czisér y Dörnyei, daría cuenta también de los casos en los que sí hay disposición a comunicarse y buenos resultados en términos de competencia. El siguiente paso, por tanto, sería determinar qué tipo de identificación (y con qué exactamente) conduce a una verdadera motivación, positiva, y cuál puede resultar, por el contrario, en una amotivación como la que sufren muchos estudiantes de árabe, con independencia de los obstáculos a los que se enfrentan todos.
Hace unos días, viendo esta emisión del Canal 1 de la SNRT marroquí (Fi dakira 07/01/10) sobre Abdessadek Chekara (عبد الصادق الشقارة), me sorprendió que uno de los entrevistados, Amin Chaachoo (أمين شعشوع) diera a entender (minuto 21:20), refiriéndose a la resistencia de Chekara a dejar que la música andalusí se viera influida por las modas orientales en boga, que en marroquí existe una pronunciación de حاء distinta a la oriental (egipcia), p. ej., en la palabra حبيبي. Servidor, que, lejos de ser un especialista en fonética árabe, disfruta sin embargo aguzando el oído en calidad de eterno aprendiz, jamás había percibido la diferencia y menos aún escuchado o leído nada al respecto; así que, después de consultar y meditar, he llegado a la conclusión, no sé si errónea, de que se trata más bien de una impresión motivada por la diferencia de duración vocálica (menor en el marroquí que en el árabe oriental; véase para más detalle la tesis doctoral de Rym Hamdi sobre la variación rítmica en los dialectos árabes).
[García Gómez ] nunca pensó asistir a las clases de Árabe, aunque era asignatura obligatoria, pero contaba con los apuntes que le proporcionaba un compañero —el infortunado Duque de Canalejas asesinado en 1936—, pero como le resultaban ininteligibles, decidió asistir a las clases de Asín Palacios en noviembre de 1923 y quedó fascinado.---Joaquín Vallvé, "El arabismo en la Universidad Complutense en el siglo XX", Catedráticos en la Academia, Académicos en la Universidad, 1995, p. 120.
Me matriculé en árabe, como era tan frecuente, por huir del griego, aunque en esta última lengua, como luego comprobé, los conocimientos de la mayoría eran tan escasos como los míos. Inconsciencia juvenil: mi intención era hacer Clásicas, ya que el latín era mi fuerte y, creía, mi segura vocación. Me incorporé con retraso a la clase de don Emilio y apenas aprendidos, a solas y sin más alifatos que el borroso de la Crestomatía de Asín, los grafemas árabes. Ayuno de morfología, un buen día no supe contestar a una sencillísima pregunta del maestro. La justa y seca observación de éste me picó de tal manera que de ahí arrancó nada menos que mi vocación para los estudios semíticos.---José María Fórneas, "Desde Granada y al hilo del recuerdo", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 1996, p. 33-48 (p. 44).
Mi primera vocación no era la de ser arabista ni muchísimo menos; creo que es muy difícil que la primera vocación de un muchacho que llega a la universidad sea la del arabismo.---Pedro Martínez Montávez, en Mercedes del Amo y María Isabel Lázaro, "El intelectual y su memoria: Pedro Martínez Montávez", Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 52 (2003), 229-254, p. 233.
El profesor García Gómez, don Emilio, fue sin duda alguna el que más me impresionó de todos, quien fijó mi vocación, titubeante hasta entonces y parejamente atraída por varias disciplinas. [...] No era don Emilio precisamente un profesor proselitista y preocupado por captar abundantes discípulos y seguidores, de alentar cuantiosas vocaciones.---Pedro Martínez Montávez, "Evocación de un inolvidable maestro universitario", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 1996, p. 101-109 (p. 106-7).
Un poco al azar, al tener que escoger entre árabe o griego, escogí árabe.---Soledad Gibert, "Homenaje a don Emilio", Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 28, 1996, p. 57.
En el segundo año, García Gómez huía de la masa. En los comunes, la gente, escapando del griego, se iba a árabe. García Gómez se fijaba en dos o tres que destacaban y prescindía del resto.
¿Puede contarnos qué razones le indujeron a estudiar árabe? [...] Según correspondía con mi formación previa a la Universidad yo tenía que haber cursado en primero Griego, pero dada mi escasa formación en esta lengua y huyendo de una célebre profesora, conocida en esa universidad por su dureza, acabé eligiendo árabe.---Juan Pablo Arias, Manuel C. Feria y Salvador Peña, "Mª Luisa Serrano Moreno. Entrevista realizada en Málaga en noviembre de 2000", Arabismo y traducción, Madrid, 2003, p. 165.
Era bueno en matemáticas, pero aquello no me gustaba. Me pasé a Filosofía y Letras y escogí árabe porque, como había hecho el bachiller de Ciencias, no tenía idea de griego.---Charo F. Cotta, "Rafael Valencia. Arabista. «En Córdoba hay una catedral emblemática, que es la Mezquita», Diario de Sevilla, 24.10.2010.
Empecé a estudiar filosofía hispánica, donde se podía elegir entre estudiar griego o árabe. Como yo no había estudiado griego antes y no tenía base, escogí árabe. Y me gustó. Y a partir de ahí decidí estudiar Filología Árabe e Islam.---Irene Hdez. Velasco, "Pilar González Casado: «El Corán tiene versículos que se pueden interpretar con sentido violento», El Mundo, 13.04.2019.
Yo empecé a dedicarme al arabismo como por casualidad, debido principalmente a las enseñanzas de mi maestro Asín Palacios, que había sido alumno, a su vez, de Julián Ribera, el continuador de la escuela de Codera.---Eduardo Castro, "«La falta de autonomía de las escuelas de estudios árabes constituye un freno para la investigación». Entrevista con el profesor Emilio García Gómez", El País, 13.10.1978.
Yo había hecho el bachillerato de Ciencias y por tanto no había estudiado griego. En los dos primeros años de estudios comunes debía escoger obligatoriamente entre estudiar griego o árabe. En ambos casos yo partía de cero, pero mis compañeros, caso de estudiar griego, me llevaban tres años de adelanto en su estudio. Y lógicamente opté por el árabe, donde todos empezábamos por el alifato.
Hace poco, hablando de nuestro particular inward Orientalism (lo que yo llamo al-andalusología) y en especial del que cultivaban los Beni Codera, venía a decir que lo relevante de la cuestión, al menos para mí, no es lo que pensaran Codera, Ribera, Asín Palacios, González Palencia o García Gómez, sino más bien lo que nosotros pensamos de ellos. A menudo se pretende dar a entender que, con independencia de sus prejuicios ideológicos, su producción académica resulta intachable y que no hay, por tanto, nexo alguno entre lo primero y lo segundo (cuando es precisamente detrás de la adulación donde se advierte algo más que justo y merecido reconocimiento).
Acabo de leer la reseña demoledora que hizo Federico Corriente (la primera de un mal libro, según dice en ella) de la obra de Álvaro Galmés de Fuentes, Las jarchas mozárabes. Forma y significado, titulada "By No Means «jarchas mozárabes»" y publicada en la revista Romance Philology (50, 1996, p. 46-61), que recomiendo encarecidamente (diga lo que diga Armistead), al combinarse en ella la crítica al maestro y la crítica a la lealtad mal entendida del discípulo, que da lugar al anacronismo. En su defecto, igual de rigurosa resulta la "Revisión histórica de la poesía estrófica andalusí" que Corriente ha publicado mucho después en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (57, 2008, p. 471-483), que incluye una breve pero jugosa reflexión sobre el devenir del arabismo español desde finales del XIX (p. 474-6) y la opinión (mal formada, a mi modo de ver) que a Corriente le merece la obra de Edward Said (p. 473).
Aún no he leído aún la réplica de Galmés de Fuentes en La Coronica, pero daré cuenta de ella si resulta de interés.
Me entero, a través de la lista H-MEM, de que un incendio, provocado al parecer por una explosión, ha costado la vida al director de la biblioteca de investigación del Institut de Belles Lettres Arabes de Túnez (IBLA), el padre blanco Gian-Battista Maffi, y ha supuesto la pérdida de más de la mitad de los fondos del centro, considerado uno de los más importantes de Túnez y el Norte de África.
El IBLA, fundado en 1926, atravesaba en los últimos tiempos dificultades de todo tipo que amenazaban su futuro. Cualquiera que haya pasado por él, está estos días de luto.
No es extraño que Túnez, hermosa, que ha alumbrado entre otros a Mahmoud Messadi [محمود المسعدي], escritor inigualable, autor de La presa [السد], haya alumbrado un gran talento novelístico como el de Béchir Khraïef [البشير خريف], autor de la novela Los dátiles en sus racimos [الدڤلة في عراجينها].---Tayeb Salih, "Prólogo", en Béchir Khraïef, Los dátiles en sus racimos (الطيب صالح، مقدمة / البشير خريف، الدڤلة في عراجينها، تونس، دار الجنوب للنشر، 1990).
Esta novela sin igual la leí por primera vez hace más de diez años. Me la había recomendado el prolífico poeta egipcio Abdel Rahman El-Abnudi [عبد الرحمن الأبنودي]. Como yo, es un enamorado de Túnez, que ha visitado varias veces, y donde trabajó con el profesor Tahar Guiga [الطاهر قيقة] en la recopilación de la epopeya de los hilalíes. Y es también, como yo, de origen y querencia sureña, oriundo del Alto Egipcio, cerca de Asuán, que, tal vez por el entorno y el sentimiento, está más cerca de la región del Norte de Sudán a la que yo pertenezco, que a la del Delta, en el Norte de Egipto. Esa franja sudoccidental que reposa como un chal sobre el hombro izquierdo de África, rodeándola por la cintura y extendiéndose a través del Hijaz hasta Yemen. Por ello, el que lee la poesía de El-Abnudi, me lee a mí y lee a Béchir Khraïef, descubre que los tres bebemos de un mismo y único pozo.
Este mundo del Jérid en el Sur de Túnez es un mundo que le suena a uno, pero que ha olvidado, al menos en algunos de sus detalles, como se olvida a unos primos que han emigrado, se han establecido lejos y se ha dejado de saber de ellos. Una de las virtudes de esta novela, como de todas las grandes obras, es que le hace a uno recordar constantemente. Se trata de un mundo que el escritor presenta así en las primeras páginas de la novela:
«La mayor parte de las tierras de Dios se abastecen por diversos medios, propios y ajenos. Las recorren sus gentes y otros que van de paso o cubriendo una etapa hacia otro lugar, y llegan a ella desde todas partes y por todos los motivos. Pero el Jérid está en el último punto al suroeste del territorio tunecino, como una vivienda en un callejón sin salida a la que sólo llega el que va buscándola, y no hay más recurso que la palmera, ese árbol bendito que no se parece a ningún otro y que, en cambio, tanto se parece al ser humano. »
No he hecho nada a derechas en toda mi vida. He echado a perder todas las oportunidades que podían haber cambiado mi destino y me he aferrado obstinadamente, adrede y con una estupidez supina a proyectos vitales que resultaban inexorablemente en fracaso, inutilidad, insensatez, precipitación y locura. He ignorado a propósito sus decepcionantes comienzos y me he quedado contemplando indiferente el desastre, avanzando hacia mí a toda vela. Siempre me he empeñado en empantanarme de mierda hasta las cejas. Seguramente necesito un batallón de eficientes psiquiatras y que me internen en un pabellón del mejor hospital que haya para enfermos mentales, encerrado a cal y canto, sin comunicación ni contacto.---Mekkawi Said, El canto del cisne, Dar Al-Adab, 2008 (مكاوي سعيد، تغريدة البجعة، دار الآداب), p. 32.
A menudo se apodera de mí la idea de arrojar a quien está a mi alrededor o delante de mí por el balcón de cualquier edificio gigantesco. Evito los lugares agobiantes y el metro, y tengo mucho cuidado si me veo obligado a entrar en ellos. Me recuesto sobre la fría pared de cemento, lejos de los raíles, me contengo para no empujar a alguno de los que están de pie sobre el andén y arrojarlo a los raíles justo al paso del metro, que lo haría trizas... Me deleito viendo la sangre que tiñe los raíles y disfruto recogiendo los pedazos diseminados, como recogen las adolescentes el algodón en tiempo de cosecha. Me acurruco, pegado a la pared, porque a todos los que están esperando les rondan las mismas ideas y pueden adelantárseme y tirarme a mí. Tiemblo y me estremezco de horror, y me veo incapaz de seguir a quien me habla o viene conmigo hasta que los vagones del metro se deslizan ante mí, se abren las puertas y me meto en medio de los pasajeros.
El geniecillo de la maquetación (en) árabe ataca de nuevo, pero esta vez, misteriosamente, sólo al persa. Mientras que en el primero la tostadora (حماصة) aparece intacta y hace unas tostadas deliciosas fácilmente, en el segundo es una "A-R-O-D-A-T-S-O-T" (رت س ت en lugar de تستر —toaster—) y lo de las tostadas (que en persa, al parecer, ya no son tan deliciosas) hay que leerlo también al revés y uniendo las letras, que aparecen sueltas: "e-t-n-e-m-l-i-c-á-f n-a-p a-t-s-e-u-T".
No sé si el fabricante pensará vender muchas tostadoras en Irán o en Afganistán, pero no es difícil imaginar el efecto que puede provocar el embalaje en los consumidores de la zona...
Para comenzar el año, una recomendación musical: el tema, ya antiguo (1999), Nahal-e Heyrat (نهال حيرت) del grupo de rock iraní O-Hum (اوهام), que forma parte de su primer album, del mismo título, tomado a su vez de una gacela de Hafez (حافظ), de la que ofrezco una tentativa de traducción, por si alguien quiere valerse de ella para seguir el original:
Tu amor se ha vuelto brote de perplejidad.
La unión contigo se ha vuelto colmo de perplejidad.
Cuánto ahogado en el instante de la unión, finalmente,
alcanza la perplejidad.
Muéstrame un corazón en cuyo camino,
en cuyo rostro no haya aparecido la peca de la perplejidad.
Ni unión ni amante quedan,
allí adonde ha llegado la figuración de la perplejidad.
De cada parte a la que he aplicado el oído,
ha llegado la sonora pregunta de la perplejidad.
Derrotado ha sido por el colmo de la grandeza
aquel que ha recibido la gloria de la perplejidad.
La existencia de Hafez, de pies a cabeza,
en el amor se ha vuelto brote de perplejidad.
Un arabista español que, formado en Marruecos —donde vivió veintisiete años y medio, la mitad de ellos estudiando y la otra mitad estudiando y enseñando el árabe literal y el vulgar—, al llegar a Madrid se ha encontrado con un tercer árabe, que no acaba de comprender bien. Como tampoco comprende ciertas posturas cómodas, reñidas con una adecuada selección y preparación de los candidatos al árabe y con una investigación sobre asuntos árabes más eficiente y menos espectacular.La réplica de García Gómez, que veía en la reseña de Quirós una campaña del Opus Dei contra su persona, apareció en el nº 17 de Al-Andalus de ese mismo año y fue reproducida en el nº 87 de Arbor, pero en lo referente a ese "tercer árabe" no pasó de ser una huida hacia adelante y una reafirmación de su lealtad a la Escuela (p. 519):
Y es que en la enseñanza de este idioma hay que ir decididamente al arrumbamiento de los métodos anticuados y rutinarios aún imperantes, sustituyéndolos por otros más conformes con la realidad árabe. Ha de lograrse ante todo —so pena de no ser entendido— una pronunciación aceptable, y prestar, después, a la sintaxis —para cuyo estudio no existe, al presente, texto en castellano— la atención que se merece.
En lo que sí tiene razón mi objetante es en decir que mi conocimiento del árabe y el conocimiento del árabe que tradicionalmente se enseña en las Universidades de España desde los tiempos de Codera, y gracias al cual ha habido arabismo en nuestra patria, es diferente del conocimiento del árabe que él tiene.Ya en privado, García Gómez comentará a Miguel Cruz Hernández que no cree "en el árabe dirigido" y que cada cual hacía lo que podía, según su "vocación, las circunstancias y las posibilidades individuales y sociales". Tal vez no sea casual, además, la noticia publicada en aquel mismo número de la revista Al-Andalus sobre un congreso en Bagdad donde García Gómez "hizo en árabe una breve comunicación sobre Los estudios avicenianos en España, y a quien, en la sesión de clausura, el viernes 28, cupo el honor de hablar, también en árabe, en nombre de las delegaciones europeas" (p. 254).
Nuestros arabistas se han creado un árabe convencional para uso particular y propio, adoptando ideas y prejuicios particulares muy distantes de la realidad. Por eso, esos arabistas para los que ningún documento árabe es un misterio, están en estado de verdadera incapacidad para hablarlo cuando el caso llega. Y es que con buenos diccionarios al lado, se descubren todos los misterios del Escorial.Más recientemente otro arabista, Federico Corriente, ha hablado también de un "Arabist's Arabic" o árabe de arabista, aunque no exactamente en el sentido que un servidor le da.
Los alumnos aprenden un árabe convencional para enseñar mañana a su vez a otros alumnos, un árabe de fantasía. Poco importa que este lenguaje sea o no auténtico. [...] Nadie sabe el árabe que se habla en Marruecos; todo lo más, el árabe que se habla en España para uso de los subvencionados o de los que pretenden serlo.