29 de diciembre de 2009

Indologie und al-Andalusologie

Acabo de terminar de leer la antología Orientalism: a Reader, elaborada por A. L. Macfie, y uno de los textos que más me han llamado la atención es el nº 31: "Indology, Power, and the Case of Germany", que forma parte de un artículo de Sheldon Pollock publicado en 1993 con el título "Deep Orientalism? Notes on Sanskrit and Power beyond the Raj". En él, Pollock sostiene que la indología alemana de los siglos XIX y XX ayudó a sentar las bases ideológicas del nacionalsocialismo, y que, como indica Macfie (p. 303):
Orientalism, as a discourse of power, may be directed not only outwards, towards a distant people, state or culture, but also inwards, towards a part of the national political culture that produced it.

Palabras que convienen perfectamente a ese orientalismo carpetovetónico que fue el arabismo español (el de los Beni Codera), empeñado en hispanizar Al-Ándalus para integrar, como dice Manuela Marín, "su realidad en la narración histórica de la nación española" y dando lugar a la creación de un esencialismo, como ha descrito más extensamente Eduardo Manzano. Por otra parte, si en Alemania el orientalismo oficial se puso al servicio del nacionalsocialismo, como pone de manifiesto la tesis doctoral de Ekkehard Ellinger, Deutsche Orientalistik zur Zeit des Nationalsozialismus 1933-1945, publicada en 2003 (véase, p. ej., esta reseña de Rolf Behrens), muchos arabistas españoles de renombre hicieron lo propio en el caso del franquismo. El mejor ejemplo es, sin duda, el artículo que Asín Palacios publicó en 1940 en el Boletín de la Universidad Central, con el título "Por qué lucharon a nuestro lado los musulmanes marroquíes", pero no lo es menos su actividad en el recién creado CSIC, la de González Palencia como juez instructor de expedientes de depuración, la de diplomático de García Gómez entre 1958 y 1969 o la de Miguel Cruz Hernández, por las mismas fechas, como alcalde de Salamanca primero y luego gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Albacete.

Ciertamente la adhesión del arabismo oficial al franquismo fue circunstancial y vino dada por sus tendencias conservadoras, sin que ello supusiera cambio alguno en la línea de la Escuela ni añadiera gran cosa a las bases ideológicas del nacionalcatolicismo. Tal vez hay por ello quien considera que traerla a colación está fuera de lugar (coincidiendo, no casualmente, con el debate nacional en torno a la conveniencia de la llamada Ley de Memoria Histórica) o que es del todo irrelevante, máxime cuando aquel arabismo no vivió, que sepamos, una contienda académica, paralela a la civil, entre arabistas nacionales y arabistas republicanos. Tanto es así que no sabría decir, de hecho, si entre estos últimos puede contarse alguno más aparte de Salvador Vila, fusilado en 1936. Lo que parece seguro, a juzgar, p. ej., por esta nota de Vila publicada en 1934 con motivo de la muerte de Ribera, es que ser de uno u otro credo político no afectaba a la idea que se tenía de la función del arabismo (Vila habla del "apostolado" de Ribera y de "reconstruir una época de nuestra historia orgánica"), y que las diferencias, de haberlas, eran más bien personales:
No ha quedado ningún documento que indique cuáles fueron las relaciones entre Salvador Vila y Emilio García Gómez en vida de ambos, pero sí algún relato oral y determinadas actuaciones que permiten asegurar la poca estima que don Emilio tenía por Salvador. Su peculiar manera de ser le hacía hipercrítico y de Salvador le distanciaba su pasión por la cultura germana y su talante liberal.
---Mercedes del Amo, Salvador Vila. El rector fusilado en Víznar, 2005, p. 242. (Del Amo pasa por alto que además la esposa de Vila era judía. Sobre el antisemitismo del reverenciado García Gómez —"don Emilio"—, ya se ha comentado algo aquí y aquí.)

Yo diría, a propósito de este culto más o menos obvio al vigía de Al-Andalus, que lo relevante no es en efecto la adhesión al franquismo de aquel arabismo nacionalcatólico, claramente hostil a todo cuanto no fuera, valga la redundancia, nacional (por español) y católico (salvo a efectos propagandísticos), sino la actitud hacia éste de su heredero, el democrático, ya sea de reivindicación incondicional, más o menos edulcorada; o de ambigüedad, pero en cualquier caso muy poco dado a la crítica abierta, siquiera de ideas y posturas que, más allá de ser política o diplomáticamente incorrectas, aportan nuevos ejemplos de la naturaleza denigrante del orientalismo, incluso en ausencia de un proyecto colonial:
Por lo de gentuza habrá V. comprendido que el islam moderno me inspira cada vez menos simpatía. No lo puedo remediar. Los que expulsaron los moros de España me parecen ahora más sabios que Salomón. ¡Limitémonos a nuestros buenos amigos de la Edad Media, Abenhazám, Abenarabi, mis poetas de ahora, etc. y en general al especial islam español que tan maravillosamente describe D. Julián en las págs. 74-75 del tomo I del Homenaje! [...] Claro es que el islam actual está estropeado por Europa; pero pasa una cosa particular: aunque intelectualmente comprendo que son los indígenas los que tienen razón en protestar contra la intromisión europea, sentimentalmente deseo que los europeos los den definitivamente en la cabeza.
---Emilio García Gómez, Viaje a Egipto, Palestina y Siria (1927-1928). Cartas a Don Miguel Asín Palacios, Madrid, 2008, p. 68.

P.S.- Con respecto al orientalismo alemán, he aquí un par de referencias (cortesía de Jesús de Prado) que aún no he tenido ocasión de consultar (por si alguien las tiene a mano).

4 comentarios :

Jesús dijo...

Gracias por el repaso, como siempre. De lo que enlaza, no deja de sorprenderme una cosa (entre otras varias): [Don Emilio] «traductor de Franco en sus conversaciones con Mohammed V» (dice Bernabé López). ¡Coño! (digo yo): ¿cómo? ¿O es que Franco y Mohammed V hablaban «por escrito»? (por lo de 'traductor, digo). Lo mismo así si le daba tiempo a Don Emilio a ir a buscar el diccionario...

Seguro que habrá quien le saldrá que las cartas egipcias y siro-palestinas de D. Emilio fueron obrita de juventud. Yo no le he encontrado lugar donde se retractara después (ni creo que lo encuentre).

Por otra parte: «alcalde franquista de Salamanca, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento». Caray, no deja uno nunca de llevarse sustos.

Anís del moro dijo...

A mí también me ha sorprendido, pero no es la primera vez: Cruz Hernández también dice que García Gómez hizo de traductor durante una visita del rey de Jordania, la primera de un jefe de Estado extranjero a España tras la Guerra Civil.

En cuanto a las cartas, no tenía por qué retractarse, puesto que eran documentos privados. Lo paradójico es que no haya sido ningún espíritu crítico quien las haya sacado a la luz, sino un hagiógrafo, convencido tal vez de la infalibilidad del personaje. Más bien habrá quien salga ofendido por la interpretación o la simple mención; por lo demás, scripta manent.

Cruz Hernández es quizá quien mejor ha descrito la situación de García Gómez durante el franquismo. Monárquico, "el contexto político y su ambiguo desarrollo en aquellos tiempos nunca fue de su gusto, aunque hacia fuera tuvo que aceptarlo, como tantos otros; unos, más bien pocos, que lo decimos, muchos más que ahora presumen de inocentes" ("El profesor García Gómez y la creación del Instituto Hispano-Árabe de Cultura", RIEEI, 28, 1996, p. 22).

Jesús dijo...

Para su colección: «También en ese terreno, don Emilio García Gómez fue un precursor con el que todos estamos en deuda. Recuerdo una de sus memorables traducciones». Lo de «andaluza» por andalusí, visto el resto del percal, casi se lo pasaría.

Anís del moro dijo...

http://perurealfonso.wordpress.com/2009/12/29/bizarras-quodlibetas/#comment-964

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