Ilustración de Yusuf Abdelki (يوسف عبدلكي، دار الفتى العربي، 1983) |
La anécdota venía muy a cuento porque parte de la lección estaba dedicada a la negación del pasado mediante لم + المضارع المجزوم y requería una referencia al fenómeno de ultracorrección por el que la otra posibilidad, la habitual en el árabe dialectal pero también correcta en el normativo (ما + الماضي), es cada vez más infrecuente en textos escritos, posiblemente debido, como sugiere Clive Holes, al hecho de que muchos hablantes la identifican con el primero y consideran, por tanto, que es incorrecta; algo parecido a lo que sucede, añade Holes más adelante, con el verbo قدر (frente a استطاع), y que constituye un ejemplo más de "the conscious distancing of written Arabic from anything that smacks of dialect" (p. 324).
Se me ocurre, a propósito de todo esto, que el aprendizaje del árabe como lengua extranjera resulta con frecuencia, verdaderamente, un camino plagado de minas antiestudiante en forma de profesor, entre los no nativos partidarios de lo que yo denomino la gramatemática, por una parte (en su mayoría incapaces de comunicarse en árabe); y los nativos partidarios de un árabe inmaculado, de fábula y según en qué ocasiones no menos inútil, por otra (capaces de comunicarse, sí, pero no siempre dispuestos a que un extranjero aprenda a hacerlo como ellos —es decir, en una y otra variedad de árabe—).
Estructuras silábicas del verbo árabe (F. Corriente, Gramática árabe, Madrid, 1980, p. 152) |
Ignoro el porqué de esta omisión o inadvertencia, o si es que allá en EE. UU., donde trabaja Younes, los profesores alófonos no suponen obstáculo alguno para la implantación del enfoque integrado que él preconiza (cosa que me sorprendería). Lo cierto es que aquí en España, y también en otros países, la enseñanza del árabe como lengua extranjera está mayormente en manos de profesores no nativos que, de entrada, no tienen por qué compartir las actitudes lingüísticas de muchos de sus colegas árabes (entre ellas, p. ej., el menosprecio hacia el árabe dialectal —o hacia el normativo, que también se da—), aunque aparte manifiesten otro tipo de prejuicios igualmente desfavorables a una enseñanza simultánea. Otro tanto sucede en el ámbito de las experiencias previas: en lugar de una escolarización donde no cabe más árabe que el normativo, lo que los profesores no nativos arrastran consigo, por lo general, es una enseñanza inspirada en la del latín y el griego clásico, decimonónica y de corte orientalista, cuyo objetivo no es que los estudiantes aprendan a comunicarse en árabe, sino que traduzcan de él, a partir de un conocimiento esquemático y libresco de la gramática tradicional, y del auxilio constante del diccionario. No es de extrañar que, considerado desde tan estrecho marco, el aprendizaje de algún dialecto, siempre aparte y a posteriori, no pase de ser un eterno futurible, en teoría al fácil alcance de cualquiera que conozca el normativo, pero excepcional en la práctica.
De esta manera se da la circunstancia de que, nativos o no, entre la falta de disposición por parte de unos y de competencia comunicativa suficiente por parte de otros, el único que está aplicando al parecer el enfoque de Younes es el propio Younes, al que se ve en algunos de estos vídeos conversando en árabe con los alumnos de su Intensive Arabic Program en Jordania, precisamente sobre la diglosia; junto a otros donde puede apreciarse la progresión de uno de ellos ("one of the more brilliant, if not the most, Arabic student in our class", dice su compañera Jillian) al cabo de 280, 420 y +700 horas lectivas, que corresponden, imagino, a las tres fases de que consta el programa. En cuanto a los resultados, yo diría que, sin ser espectaculares si se considera el número de horas invertidas, no obstante confirman de sobra que el enfoque integrado de Younes, como se dice en este artículo, "is really working".
Dicho esto, yo personalmente quiero creer que entre la oposición frontal y la omisión o la indiferencia que coartan la enseñanza del árabe dialectal, por un lado, y la simultaneidad que promueve Younes desde Cornell, por otro, no se extiende un vacío absoluto, y que existe, disperso, lo que yo denomino un commited approach, un "enfoque comprometido" que apuesta por el cambio de paradigma, pero se ve trabado aún por razones de muy diversa índole, pero sobre todo institucionales.
Alcanzar un cierto nivel de competencia en árabe, por volver al símil de la senda minada, entraña aprender a detectar y a sortear todo tipo de petardos, dentro y fuera del aula. Salir del empeño sin los oídos atronados no siempre es fácil, máxime al principio, y a algunos no dejan de zumbarnos jamás, por más que batamos la mandíbula; pero, como suele decirse, "de todo se aprende".
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