29 de enero de 2012

In caoua veritas

Le café vert (abac077, 2009)
Hoy, en la categoría "Ni los árabes saben árabe", tan cara a algunos colegas, traigo este letrero de un conocido restaurante tunecino, Le Café Vert, situado en La Goleta (حلق الواد, o حلق الوادي si no queremos vernos incluidos en una categoría parecida), allí "donde el romano encendimiento", decía Garcilaso a Juan Boscán, "donde el fuego y la llama licenciosa, / sólo el nombre dejaron a Cartago".

El letrero es doblemente interesante porque ofrece dos versiones en árabe, ambas normativamente incorrectas, del nombre en francés: arriba, مطعم المقهى الخضراء, en que el género de 'café', masculino, y el del adjetivo, 'verde', femenino, no coinciden como deberían; y debajo مطعم مقهى الخضراء, en que el sustantivo 'café' no está determinado como debería, a menos que el sentido buscado fuera "Café La Verde", en referencia a "Túnez la Verde" (تونس الخضراء), como se denomina comúnmente a la capital del país, o como sucede con Cité El Khadra (حي الخضراء), uno de sus barrios; y todo ello cuando lo que sería de esperar es مطعم المقهى الأخضر, donde sustantivo y adjetivo concuerdan en género y determinación.

Mientras que la ausencia del artículo parece más un descuido, la confusión en el género de 'café' (مقهى) tiene dos explicaciones plausibles y probablemente concurrentes. La primera es que se deba a que la última letra de la palabra (ى) indica en ocasiones, aunque no en ésta, género femenino. La segunda, que sea por influencia del sustantivo قهوة, que da nombre a la bebida pero también al establecimiento donde se consume, como sucede en español y otras lenguas europeas: القهوة العالية, p. ej., es "el Café de Arriba", el que hay subiendo la célebre cuesta de Sidi Bou Saïd (سيدي بو سعيد), conocido en francés como Café des nattes, "de las esteras". Dicho cambio de género, curiosamente, también afecta a este último, que aparece normativizado como المقهى العالية (y no العالي como cabría esperar) en el sitio web del ayuntamiento de la localidad; pero no a otros usos locales de la palabra مقهى, donde concuerda invariablemente con verbos, adjetivos, pronombres, etc., como el masculino que normativamente es. Ambas hipótesis cobran fuerza si se considera además que مقهى es un neologismo cultista (y en buena medida redundante) introducido por la Academia de la Lengua Árabe, fundada en 1932, en cuyo diccionario, المعجم الوسيط, convive con esa segunda acepción de قهوة ("lugar donde se beben café y similares") que figura ya en los diccionarios del XIX y coincide con el uso oral; motivo este último, tal vez, por el que se ha visto desplazada:
I also wish to reiterate a lexicographical point not generally known (cf. Encyclopaedia of Islam, 1978:452) to dictionary authors, viz., qahwah can also mean 'coffee house' (= maqhan or maqhāt, pl. maqāhin)  as well as 'tip, present'. Hans Wehr's Arabisches Wörterbuch für die Schriftsprache der Gegenwart [...] mentions the first but not the second.
---Alan Kaye, "The Etymology of «Coffee»: The Dark Brew", Journal of the American Oriental Society, 106:3 (1986), p. 558.

Quién sabe si en la creencia, además, de que dicha acepción es un calco del francés, italiano, etc., y no un uso autóctono como podría serlo el de مقهاة en la península arábiga, donde no es exactamente un sinónimo de مقهى ni por tanto una cafetería, sino la habitación de la vivienda en que tradicionalmente se preparaba el café y lo tomaban los hombres (cf. مقهاية en Yemen). Distinto es el caso de مقهاة en Iraq, cuyo uso aparece recomendado ya en 1951 en la Revista de la Academia Iraquí de Ciencias (مجلة المجمع العلمي العراقي، ج٢، ١٩٥١، ص ٢٦١) frente al de مقهى, que contraviene claramente las reglas de formación de nombres de lugar: si derivara del verbo أقهى ("beber café con asiduidad"), como propone la Academia de El Cairo, se vocalizaría مُقهى (مضموم الميم)‏, pero si deriva del propio sustantivo قهوة ha de aplicársele, como se apunta desde Iraq, el patrón femenino مفعلة (con lo que los rotulistas de Le café vert andarían, después de todo, mejor encaminados que algunos académicos).

A mayor abundamiento, مقهاة es el término que utiliza veinte años antes en sus memorias (v. 16 de enero de 1930) el célebre poeta tunecino Aboul Qacem Chebbi (أبو القاسم الشابي), al rememorar un café lejos del bullicio y el ruido de la ciudad, en un paraje bucólico de las afueras, al que había ido con unos compañeros.

La voz مقهى no figura, por tanto, ni en La corona de la novia (تاج العروس), el célebre diccionario del s. XVIII, cuyo autor, Az-Zabidi (الزبيدي), siendo como era oriundo del Yemen, le había dedicado a la cultura del café en su país "una obra amable" (تأليف لطيف); ni por supuesto en otros anteriores, donde قهوة aún no es más que un sinónimo de 'vino'. Es el mismo Az-Zabidi quien explica que "ése es el origen de la palabra, que luego se aplicó a la bebida que se hace ahora con las semillas de un arbusto del Yemen, [...] que se tuestan un poco al fuego y después se muelen y se hierven en agua".

No menciona este lexicógrafo, sin embargo, la acepción de 'cafetín', aunque قهوة aparece con este sentido en la "Historia de Qamar al-Zaman y de su amada" (حكاية قمر الزمان ومعشوقته), contenida en Las mil y una noches (noche 966) y que E. Littman (Die Erzählungen aus den tausendundein Nächten, Fráncfort, 1966, VI, p. 712) fecha en torno al siglo XVI o XVII. Por otra parte, apenas una década después de que Leonhard Rauwolf diera a conocer a los europeos la existencia de "una buena bebida" llamada "Chaube", "tan negra como la tinta", ya Prospero Alpini en su De plantis Aegypti liber (Venecia, 1592, p. 26) hacía referencia a las tabernas (oenopolia) públicas en que se vendía esta infusión, comparando así más de una vez su consumo con el del vino entre los europeos:
Arborem vidi in viridario Halybei Turcae [...] ex qua semina illa ibi vulgatissima Bon, vel Ban appellata, producuntur: ex his omnes tum Aegyptii, tum Arabes parant decoctum vulgatissimum, quod vini loco ipsi potant, venditurque in publicis oenopoliis, non secusquam apud nos vinum: illique ipsum vocant Caoua. Haec semina ex foelici Arabia asportantur.
En Estambul las primeras cafeterías no aparecerán hasta 1554/5 (962 H), según refiere casi a la vuelta de un siglo el historiador otomano İbrahim Peçevi (إبراهيم پچوى) en su Historia (1866, I, p. 363), dándoles el nombre de قهوه‌خانه, que también recibe en persa, y que tiene su equivalente árabe en la "casa de café" (بيت القهوة) de la que habla en varias ocasiones el damasceno Najmuddin Al-Gazzi (نجم الدين الغزي), a caballo entre los siglos XVI y XVII, en su Constelación de notables de la décima centuria (الكواكب السائرة بأعيان المئة العاشرة، بيروت، ١٩٩٧، ج٢، ص ١٣), cuando menciona a cierto personaje que "llamaba taberna (خمارة) a la casa de café", comparando, una vez más, el consumo de éste en Egipto con el del vino; o cuando alude (ج٣، ص ١٨٣) a la construcción de una en Damasco, en las inmediaciones de un recinto donde "quizá se reunían muchachas de mala vida (بنات الخطأ)", pero que el cafetero consiguió alquilar y anexionar al negocio, sirviéndole en parte de oratorio, a él y a su clientela, para acabar más tarde albergando una mezquita. Del maestro Ahmad al-'Inayati (الشيخ أحمد العناياتي), oriundo de Naplusa pero residente en Damasco y muerto allí en 1605, dice Al-Burini (البوريني، تراجم الأعيان من أبناء الزمان، دمشق، ١٩٥٩، ج١، ص ٩٣) que todas las mañanas tenía por costumbre acudir a la oración y pasar después a alguna "casa de café" (بيت من بيوت القهوة), donde echaba el resto del día escribiendo; y esta misma es, por último, la expresión que emplea Abd al-Qadir al-Jaziri (عبد القادر الجزيري) en 1587/8 (996 H) al mencionar las que existían en La Meca en su célebre Licitud del café apoyada en la flor y nata (عمدة الصفوة في حل القهوة), contenida en parte en la Chréstomatie arabe de Silvestre de Sacy (París, 1826, I, p. 152).

Mohannad Khatib, El Fishawi Coffee Shop Sign - Cairo, Egypt, 2011
Podría decirse, en fin, que el femenino de قهوة resuena en مقهى como un eco del pasado, si no como una venganza de la gramática. "We could read the coffee house", dice incluso Alan Mikhail ("The Heart's Desire: Gender, Urban Space and the Ottoman Coffee House", en Dana Sajdi, Ottoman Tulips, Ottoman Coffee, Londres, 2007, p. 163), "as an extension of the feminine (in the form of coffee) into the public sphere". Femenino se vuelve también, p. ej., al arabizarse, el famoso café chantant de Bab Souika (باب سويقة), un espectáculo característico de las noches de Ramadán en este castizo barrio de la capital tunecina: el Cafichanta (transcrito como una o dos palabras y de varias maneras: كافيشانطة / كافي شانطا, etc. —cf., el turco kafeşantan—).

Visto así, el error parece otro.

Actualización (24.05.2012)
También el tunecino Ibn Abi Dinar (ابن أبي دينار) en su célebre Compañero de noticias de África y Túnez (المؤنس في أخبار إفريقيا وتونس), compuesto hacia finales del XVII,  habla del café (القهوة) pasado el cual construyó Yusuf Dey (يوسف داي) una pila de abluciones, y de otro que construyó más arriba.

19 de enero de 2012

The Dutch connection

Indagando, a propósito del eurábigo (Eurabic) de Thomas Milo (Euro-Arabic para Geoffrey Roper), en los comienzos de la impresión con tipos móviles árabes en España, he llegado hasta Antonio Pérez de Soto, que es al parecer el primero que los utilizó en nuestro país, en la impresión de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis (Madrid, 1760-70), el célebre catálogo de manuscritos árabes de El Escorial que había confeccionado Miguel Casiri (ميخائيل الغزيري) de García (sic), sacerdote maronita, bibliotecario e intérprete de lenguas orientales de la Secretaría de Estado.

Página de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis
Según se lee en la correspondencia de su patrocinador, Gregorio Mayans (Epistolario, Valencia, 1987, VII), la fundición árabe utilizada había sido traída desde Holanda:
Está muy próxima a empezarse la impresión de la Bibliotheca arábiga escurialense; ya ha venido la fundición de la letra arábiga y el impresor está formando la prueba. El sirio D. Miguel Casiri trabaja en ella, bien y como si fuera de hierro, y sabe lo que trabaja.
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 10 de julio de 1751", p. 368-9.
Ya se ha tirado una hoja de prueba para la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis, y se ha presentado por el sirio D. Miguel Casiri al padre confesor; ha salido bellísima, un árabe admirable y muy limpio, y la letra latina también corresponde; no tardará en empezarse la impresión.
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 17 de julio de 1751", p. 369-70.
El día 18 de mayo me mandaron pasar al Escorial con D. Miguel Casiri, en donde me he mantenido hasta el día 6 de éste. El asunto ha sido ayudarle en la separación de los códices arábigos por facultades para que de este modo salga su Bibliotheca con la mayor claridad; y él se ha quedado allí por algunos días más para reconocer (si acaso lo necesita) alguna otra cosilla en los mismos códices para mayor ilustración de la obra, la cual espera a D. Miguel para empezarse a imprimir, y a este fin está comprado el papel, que es de marquilla, hecha la fundición de la letra romana, traída de Holanda la fundición de la letra arábiga, dado dinero adelantado al impresor, éste adiestrado en el conocimiento de los caracteres arábigos (aunque D. Miguel habrá de ser el que lo haga todo porque no se yerre) [...]. 
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 9 de junio de 1752", p. 396-7.

Una tipografía similar será la que aparezca años después en la Muestra de los nuevos punzones y matrices para la letra de imprenta executados por orden de S.M. y de su caudal destinadado a la dotación de su Real Biblioteca, de Jerónimo Antonio Gil, publicada en 1787 (p. 44-5), con la novedad, se hace notar, de haberle añadido "las mociones, que por no tenerlas hasta aquí se han hecho nuevamente en este presente año de 1786", que sumaban 10 matrices a las 122 existentes, y 10 punzones a los 119 originales.

"Se va completando la fundición arábiga", indica Juan Antonio Mayans a Francisco Cerdá en carta del 3 de julio de 1784, "para lo cual será menester algún tiempo más del que necesita la fundición que Vm. dispone para sus Opúsculos, que no necesita de matrices nuevas".

Con mociones y la misma tipografía, sin embargo, está impresa en 1775 y a cargo del mismo Pérez de Soto la Gramática arábigo-española, vulgar, y literal de fray Francisco Cañes, y también su Diccionario español, latino-arábigo (Madrid, Imprenta de don Antonio Sancha, 1787), pese a que el Conde de Campomanes, autor del "Discurso preliminar sobre la utilidad de la lengua arábiga" que sigue al prólogo, le atribuye a la fundición un origen autóctono, al hablar de "los caracteres propios", es decir, árabes (p. xix, n. 22):
De que en el presente reinado se han abierto punzones y matrices por diligencia de D. Juan de Santander, Bibliotecario mayor de S.M.: auxilio del cual carecían nuestros mayores y a que debe atribuirse el atraso padecido en esta parte.
A simple vista se aprecia que la fundición traída de Holanda no es sino una versión más de los tipos que el parisiensis Robert Granjon («روبيرتو الكرنياني الپاريسياني») comienza a grabar en Roma a partir de 1580, y que pocos años después de empezar a ser empleados en la Imprenta Medicea había imitado ya Rafelengio, como él mismo indica en su Specimen characterum arabicorum (Leiden, 1595), al que seguirán Guillaume Le Bé (1599), Peter Kirsten (1608), Savary de Brèves (1613), Erpenio (1615), etc.
Each of these, however, imposed distortions and limitations on their Arabic type designs, partly because of their own failure to appreciate the subtleties of Arabic calligraphy, and partly because of the need to economise with ligatures and other refinements in order to create practical and affordable founts. The same was true of the many other Arabic typographers in different areas of Europe down to the 20th century.
---Geoffrey Roper, "The Travails of Euro-Arabic: Calligraphy, Logography and Typography in the Early Modern Period", Dabireh Collective, 01.09.2009.

En su Specimen, Francisco Rafelengio alabará la elegancia, insuperable, de las impresiones mediceas, pero lamentando que sólo tuvieran a los árabes, sobre todo a los cristianos ("quali sono in Oriente, et Granatini in Spagna", dice un Breve raguaglio redactado por Giovanni Battista Raimondi, director de la imprenta), como destinatarios, en lugar de publicar el diccionario y la gramática para principiantes ("Institutiones Grammaticas indoctis convenientes, & Lexicon") que habían prometido en un principio y que él mismo, como estudiante de árabe, echaba en falta; todo ello con más o menos razón, como detalla Robert Jones ("The Medici Oriental Press...", en G. A. Russell, The 'Arabick' interest of the natural philosophers in seventeenth-century England, Leiden, 1994, p. 88-108): si bien es cierto, p. ej., que en un mismo año (1592) habían salido de la imprenta romana una cartilla de lectura, el Alphabetum arabicum, y dos gramáticas nativas, la llamada Giarrumia (الآجرومية) y la que dicen Caphiah (الكافية), no lo es menos que el provecho que un autodidacta podía obtener de estas obras, juntas o por separado, era muy limitado.

Editar obras didácticas que colmaran las expectativas de los estudiosos ("quae explerent desiderium studiosorum") sería así la razón que adujera Rafelengio para procurarse una fundición idéntica a la de Granjon. Voluntad no le falta, añade, aunque sí los medios ("facultates") para perfeccionar este arte como sería deseable. Por lo demás, puesto que es trabajoso aplicar a las letras árabes sus puntos ("operosum est Arabicis literis sua puncta applicare") y son muchas las cosas que se necesitan para ello, Rafelengio se contenta con que el lector disfrute de su muestra, a la espera de reunir cuanto fuera necesario para plasmar perfectamente la escritura árabe en toda su armonía ("ad Arabicam scripturam omnibus suis absolutam numeris reddendam").

Difícilmente podía imaginar el flamenco, muerto dos años después, que a sus colegas europeos avanzar en esa dirección les llevaría siglos y retrocesos, estos últimos, diría yo, más debidos a la dimensión ideológica del eurábigo que a los obstáculos técnicos.

9 de enero de 2012

Eurábigo



De formidable repaso puede calificarse esta conferencia de Thomas Milo, impartida en el último congreso de la Association Typographique Internationale (ATypI), celebrado en Reikiavik en 2011, y en torno a la actitud de los orientalistas europeos hacia la "cultura islámica de la escritura" y sus insospechadas consecuencias: en concreto la aparición de lo que Milo denomina Eurabic. Con excepciones, como la de Hellmut Ritter y su "Über einige Regeln, die beim Drucken mit arabischen Typen zu beachten sind" (Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft, 100,1950, p. 577-580):
Since the 16th century, Western Orientalists have dismissed the functional structure of the Arabic script, viewing it rather as an irrelevant aberration, calligraphy. They therefore have neglected the study and analysis of this characteristic aspect of the Islamic civilization. Nonetheless, unsuspecting letter foundries and typographers have always sought expertise from precisely such scholars educated with this atitude. As a result, within the family of Semitic scripts, a new sub-variant for the notation of Arabic written languages was inadvertently created, namely Eurabic. In the Islamic world - where this kind of script was initially cast aside as illegible - the use of Eurabic typography was traditionally limited to newspapers and magazines. However, with the rapid rise of superficially Arabized computer technology and the spread of the Internet, the Eurabic phenomenon has begun to take firm root in the Islamic world.

4 de enero de 2012

Un altre tarannà

Carles Múrcia es autor de la tesis La llengua amaziga a l'antiguitat a partir de les fonts gregues i llatines (Universidad de Barcelona, 2010) y protagonista, el pasado 3 de septiembre de 2010, de la sección "Cara a Cara" del Diari de Sabadell, en la que se vierten estas perlas:
Tenir amaziks és bo perquè no són conflictius. Els que trafiquen amb droga venen de nuclis urbans del nord del Marroc. Els amaziks són més rurals, més humils i més austers. És un altre tarannà.
Quan anem al Marroc a fer turisme no ens assabentem de res?
No perquè ells també ens enganyen. Et venen un país àrab, el país de les mil i una nit i les catifes voladores perquè pensen que es el que tu esperes.
Els que et diuen «jo berber» són amaziks?
Sí, tots.
Són un col·lectiu marginat?
Sí perquè durant el colonialisme els francesos van impulsar la cultura àrab i la religió islàmica fent-les dominants. Pero és una ficció.
Què és una ficció?
Que Marroc sigui un país àrab. És com el conte del vestit de l’emperador. Ningú consumeix àrab estàndar clàssic, però ningú gosa dir-ho.
No lo dude: si tiene Vd. vecinos marroquíes o norteafricanos en general, no deje de preguntarles si son bereberes (es decir, amazigues) o árabes y desconfíe si insisten en lo segundo, porque o mienten y quieren venderle fantasías orientales, o lo que quieren venderle es droga.

1 de enero de 2012

So prolific a source of guilt feelings

A modo de New Year's wishes:
H. Northrop Frye (foto de A. Dawson)
I should also hope to see the end of the conception of "productive scholar", with its nineteenth-century industrial overtones, and "creative scholar" put in its place. In the future, perhaps, someone proposing a doctoral thesis, let us say on the Adonis myth in Milton or metaphors of nature in Milton or colour imagery in Tennyson, would look to see whether it had already been done, and discover that there were in existence 9,842 theses on precisely that topic, of which 7,235 were in Japanese. The department would nod its collective head and remark that any thesis that had been written as often as that must be an excellent one. The thesis would add nothing to knowledge, but nobody would read it anyway, and if there were something in it that could conceivably be used it could be made available by other means. So the crazy chain of thesis, thesis rewritten as book, book published, book bought by libraries, book added to an already groaning bibliography, would be broken. The computer would play only a minor role in reducing this academic counterpart of the national deficit, but its role would be crucial.

Such a reverie need not be taken with desperate seriousness, but it contains a genuine point, and the analogy of learning a language may help to explain what the point is. Despite the teaching machines, computers could help a great deal in the learning of language. But no machine will learn the language for us: we have to digest all those idioms and irregular verbs ourselves. In the learning process we are not contributing to any body of knowledge except our own; yet there is normally an advance in fluency and competence. I think of language partly because it is so prolific a source of guilt feelings among humanists: we never know enough languages, and the languages we do know we never know well enough.
---Northrop Frye, "Literary and Mechanical Models", The Eternal Act of Creation: Essays, 1979-1990, p. 16-7 (vía John Cowan).