19 de enero de 2012

The Dutch connection

Indagando, a propósito del eurábigo (Eurabic) de Thomas Milo (Euro-Arabic para Geoffrey Roper), en los comienzos de la impresión con tipos móviles árabes en España, he llegado hasta Antonio Pérez de Soto, que es al parecer el primero que los utilizó en nuestro país, en la impresión de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis (Madrid, 1760-70), el célebre catálogo de manuscritos árabes de El Escorial que había confeccionado Miguel Casiri (ميخائيل الغزيري) de García (sic), sacerdote maronita, bibliotecario e intérprete de lenguas orientales de la Secretaría de Estado.

Página de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis
Según se lee en la correspondencia de su patrocinador, Gregorio Mayans (Epistolario, Valencia, 1987, VII), la fundición árabe utilizada había sido traída desde Holanda:
Está muy próxima a empezarse la impresión de la Bibliotheca arábiga escurialense; ya ha venido la fundición de la letra arábiga y el impresor está formando la prueba. El sirio D. Miguel Casiri trabaja en ella, bien y como si fuera de hierro, y sabe lo que trabaja.
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 10 de julio de 1751", p. 368-9.
Ya se ha tirado una hoja de prueba para la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis, y se ha presentado por el sirio D. Miguel Casiri al padre confesor; ha salido bellísima, un árabe admirable y muy limpio, y la letra latina también corresponde; no tardará en empezarse la impresión.
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 17 de julio de 1751", p. 369-70.
El día 18 de mayo me mandaron pasar al Escorial con D. Miguel Casiri, en donde me he mantenido hasta el día 6 de éste. El asunto ha sido ayudarle en la separación de los códices arábigos por facultades para que de este modo salga su Bibliotheca con la mayor claridad; y él se ha quedado allí por algunos días más para reconocer (si acaso lo necesita) alguna otra cosilla en los mismos códices para mayor ilustración de la obra, la cual espera a D. Miguel para empezarse a imprimir, y a este fin está comprado el papel, que es de marquilla, hecha la fundición de la letra romana, traída de Holanda la fundición de la letra arábiga, dado dinero adelantado al impresor, éste adiestrado en el conocimiento de los caracteres arábigos (aunque D. Miguel habrá de ser el que lo haga todo porque no se yerre) [...]. 
---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 9 de junio de 1752", p. 396-7.

Una tipografía similar será la que aparezca años después en la Muestra de los nuevos punzones y matrices para la letra de imprenta executados por orden de S.M. y de su caudal destinadado a la dotación de su Real Biblioteca, de Jerónimo Antonio Gil, publicada en 1787 (p. 44-5), con la novedad, se hace notar, de haberle añadido "las mociones, que por no tenerlas hasta aquí se han hecho nuevamente en este presente año de 1786", que sumaban 10 matrices a las 122 existentes, y 10 punzones a los 119 originales.

"Se va completando la fundición arábiga", indica Juan Antonio Mayans a Francisco Cerdá en carta del 3 de julio de 1784, "para lo cual será menester algún tiempo más del que necesita la fundición que Vm. dispone para sus Opúsculos, que no necesita de matrices nuevas".

Con mociones y la misma tipografía, sin embargo, está impresa en 1775 y a cargo del mismo Pérez de Soto la Gramática arábigo-española, vulgar, y literal de fray Francisco Cañes, y también su Diccionario español, latino-arábigo (Madrid, Imprenta de don Antonio Sancha, 1787), pese a que el Conde de Campomanes, autor del "Discurso preliminar sobre la utilidad de la lengua arábiga" que sigue al prólogo, le atribuye a la fundición un origen autóctono, al hablar de "los caracteres propios", es decir, árabes (p. xix, n. 22):
De que en el presente reinado se han abierto punzones y matrices por diligencia de D. Juan de Santander, Bibliotecario mayor de S.M.: auxilio del cual carecían nuestros mayores y a que debe atribuirse el atraso padecido en esta parte.
A simple vista se aprecia que la fundición traída de Holanda no es sino una versión más de los tipos que el parisiensis Robert Granjon («روبيرتو الكرنياني الپاريسياني») comienza a grabar en Roma a partir de 1580, y que pocos años después de empezar a ser empleados en la Imprenta Medicea había imitado ya Rafelengio, como él mismo indica en su Specimen characterum arabicorum (Leiden, 1595), al que seguirán Guillaume Le Bé (1599), Peter Kirsten (1608), Savary de Brèves (1613), Erpenio (1615), etc.
Each of these, however, imposed distortions and limitations on their Arabic type designs, partly because of their own failure to appreciate the subtleties of Arabic calligraphy, and partly because of the need to economise with ligatures and other refinements in order to create practical and affordable founts. The same was true of the many other Arabic typographers in different areas of Europe down to the 20th century.
---Geoffrey Roper, "The Travails of Euro-Arabic: Calligraphy, Logography and Typography in the Early Modern Period", Dabireh Collective, 01.09.2009.

En su Specimen, Francisco Rafelengio alabará la elegancia, insuperable, de las impresiones mediceas, pero lamentando que sólo tuvieran a los árabes, sobre todo a los cristianos ("quali sono in Oriente, et Granatini in Spagna", dice un Breve raguaglio redactado por Giovanni Battista Raimondi, director de la imprenta), como destinatarios, en lugar de publicar el diccionario y la gramática para principiantes ("Institutiones Grammaticas indoctis convenientes, & Lexicon") que habían prometido en un principio y que él mismo, como estudiante de árabe, echaba en falta; todo ello con más o menos razón, como detalla Robert Jones ("The Medici Oriental Press...", en G. A. Russell, The 'Arabick' interest of the natural philosophers in seventeenth-century England, Leiden, 1994, p. 88-108): si bien es cierto, p. ej., que en un mismo año (1592) habían salido de la imprenta romana una cartilla de lectura, el Alphabetum arabicum, y dos gramáticas nativas, la llamada Giarrumia (الآجرومية) y la que dicen Caphiah (الكافية), no lo es menos que el provecho que un autodidacta podía obtener de estas obras, juntas o por separado, era muy limitado.

Editar obras didácticas que colmaran las expectativas de los estudiosos ("quae explerent desiderium studiosorum") sería así la razón que adujera Rafelengio para procurarse una fundición idéntica a la de Granjon. Voluntad no le falta, añade, aunque sí los medios ("facultates") para perfeccionar este arte como sería deseable. Por lo demás, puesto que es trabajoso aplicar a las letras árabes sus puntos ("operosum est Arabicis literis sua puncta applicare") y son muchas las cosas que se necesitan para ello, Rafelengio se contenta con que el lector disfrute de su muestra, a la espera de reunir cuanto fuera necesario para plasmar perfectamente la escritura árabe en toda su armonía ("ad Arabicam scripturam omnibus suis absolutam numeris reddendam").

Difícilmente podía imaginar el flamenco, muerto dos años después, que a sus colegas europeos avanzar en esa dirección les llevaría siglos y retrocesos, estos últimos, diría yo, más debidos a la dimensión ideológica del eurábigo que a los obstáculos técnicos.

9 de enero de 2012

Eurábigo



De formidable repaso puede calificarse esta conferencia de Thomas Milo, impartida en el último congreso de la Association Typographique Internationale (ATypI), celebrado en Reikiavik en 2011, y en torno a la actitud de los orientalistas europeos hacia la "cultura islámica de la escritura" y sus insospechadas consecuencias: en concreto la aparición de lo que Milo denomina Eurabic. Con excepciones, como la de Hellmut Ritter y su "Über einige Regeln, die beim Drucken mit arabischen Typen zu beachten sind" (Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft, 100,1950, p. 577-580):
Since the 16th century, Western Orientalists have dismissed the functional structure of the Arabic script, viewing it rather as an irrelevant aberration, calligraphy. They therefore have neglected the study and analysis of this characteristic aspect of the Islamic civilization. Nonetheless, unsuspecting letter foundries and typographers have always sought expertise from precisely such scholars educated with this atitude. As a result, within the family of Semitic scripts, a new sub-variant for the notation of Arabic written languages was inadvertently created, namely Eurabic. In the Islamic world - where this kind of script was initially cast aside as illegible - the use of Eurabic typography was traditionally limited to newspapers and magazines. However, with the rapid rise of superficially Arabized computer technology and the spread of the Internet, the Eurabic phenomenon has begun to take firm root in the Islamic world.

4 de enero de 2012

Un altre tarannà

Carles Múrcia es autor de la tesis La llengua amaziga a l'antiguitat a partir de les fonts gregues i llatines (Universidad de Barcelona, 2010) y protagonista, el pasado 3 de septiembre de 2010, de la sección "Cara a Cara" del Diari de Sabadell, en la que se vierten estas perlas:
Tenir amaziks és bo perquè no són conflictius. Els que trafiquen amb droga venen de nuclis urbans del nord del Marroc. Els amaziks són més rurals, més humils i més austers. És un altre tarannà.
Quan anem al Marroc a fer turisme no ens assabentem de res?
No perquè ells també ens enganyen. Et venen un país àrab, el país de les mil i una nit i les catifes voladores perquè pensen que es el que tu esperes.
Els que et diuen «jo berber» són amaziks?
Sí, tots.
Són un col·lectiu marginat?
Sí perquè durant el colonialisme els francesos van impulsar la cultura àrab i la religió islàmica fent-les dominants. Pero és una ficció.
Què és una ficció?
Que Marroc sigui un país àrab. És com el conte del vestit de l’emperador. Ningú consumeix àrab estàndar clàssic, però ningú gosa dir-ho.
No lo dude: si tiene Vd. vecinos marroquíes o norteafricanos en general, no deje de preguntarles si son bereberes (es decir, amazigues) o árabes y desconfíe si insisten en lo segundo, porque o mienten y quieren venderle fantasías orientales, o lo que quieren venderle es droga.

1 de enero de 2012

So prolific a source of guilt feelings

A modo de New Year's wishes:
H. Northrop Frye (foto de A. Dawson)
I should also hope to see the end of the conception of "productive scholar", with its nineteenth-century industrial overtones, and "creative scholar" put in its place. In the future, perhaps, someone proposing a doctoral thesis, let us say on the Adonis myth in Milton or metaphors of nature in Milton or colour imagery in Tennyson, would look to see whether it had already been done, and discover that there were in existence 9,842 theses on precisely that topic, of which 7,235 were in Japanese. The department would nod its collective head and remark that any thesis that had been written as often as that must be an excellent one. The thesis would add nothing to knowledge, but nobody would read it anyway, and if there were something in it that could conceivably be used it could be made available by other means. So the crazy chain of thesis, thesis rewritten as book, book published, book bought by libraries, book added to an already groaning bibliography, would be broken. The computer would play only a minor role in reducing this academic counterpart of the national deficit, but its role would be crucial.

Such a reverie need not be taken with desperate seriousness, but it contains a genuine point, and the analogy of learning a language may help to explain what the point is. Despite the teaching machines, computers could help a great deal in the learning of language. But no machine will learn the language for us: we have to digest all those idioms and irregular verbs ourselves. In the learning process we are not contributing to any body of knowledge except our own; yet there is normally an advance in fluency and competence. I think of language partly because it is so prolific a source of guilt feelings among humanists: we never know enough languages, and the languages we do know we never know well enough.
---Northrop Frye, "Literary and Mechanical Models", The Eternal Act of Creation: Essays, 1979-1990, p. 16-7 (vía John Cowan). 

31 de diciembre de 2011

Tres o cuatro años

Para despedir el 2011 y recibir el nuevo año, con mis mejores deseos para quienes disfrutan de este anís moruno, una cita de hace 400 años:
[...] Por más que digan y encarezcan los aficionados a esta lengua que en espacio de tres o cuatro años se aprenderá consumadamente, parece imposible que los cristianos la podamos estudiar con tanta facilidad: pues como confiesan los mismos que esforzaban esta causa: de setenta años a esta parte, no ha habido uno bastantemente docto en esta lengua, en las letras sagradas, habiendo muchos gallardos ingenios y varones muy letrados procurado de veras el estudiarla: y Nicolao Clenardo, el que compuso el arte griega, que se inclinó a esto, con ser tan fácil en el estudio de las lenguas, le costó esta mucho trabajo y peregrinaciones, y gastó en ello la vida, sin que pudiese coger el fruto de su trabajo, pues de su tierra vino a Granada, para estudiarla de veras, y confutar esta malvada secta, y no hallando maestros a su gusto, pasó a África, y la estudió en Fez, y volviendo ya bastantemente instruido en ella, murió en la Alhambra de Granada. Pues, si para que este varón tuviese noticia de esta lengua fue necesario gastar en ello buena parte de su vida, y habiendo pasado ya tantos años no hallaba maestros idóneos; ¿cómo se estudiaría ahora con la facilidad que se representa? El P. Ignacio de las Casas, de la compañía de Jesús, que desde niño supo la lengua vulgar arábiga por el comercio que tuvo con los moros de Granada, y después toda la vida le duró el estudio y la afición a esta lengua por el grande celo que tuvo del bien de estas almas, y después la estudió en el Oriente, adonde fue por orden de la Sede Apostólica; con todo confiesa de sí que no llegaba su saber a poder escribir en esta lengua. ¿Pues cómo será posible aprenderla los demás en tres años, sino fuese ya muy bárbara y rústicamente?
---Damián Fonseca, Iusta expulsión de los moriscos de España, Roma, 1612, p. 457.

Ytemolojia arauica

Y hay así esta diferencia: que la arábiga fue lengua vulgar en España; más no fue vulgar de España, y la latina sí.
---R. Selden Rose, "The «España defendida» by don Francisco de Quevedo (Conclusión)", BRAH, 69 (1916), p. 158.

Descubro gracias a un twit de Alfonso de Zamora (reencarnado en Jesús de Prado) el artículo de , y a través de éste que Quevedo (sí, el mismo que decía que la arábiga es "lengua de perros") disponía en su biblioteca privada de una Ytemolojia arauica, que no es sino el Liber secundus grammatices arabicae, sive Etymologia arabica de Peter Kirsten (Breslavia, 1610), al que Thomas Erpenius (él mismo de natural, al parecer, algo quevedesco) tenía por un payaso (nugator) ignorante, hasta el punto de considerar que tanto esta segunda parte como la tercera que completaba la obra, y que contenía una traducción de la Jurrumía (الآجرومية), no merecían, en una palabra, ser leídas, según decía en una carta suya dirigida a Isaac Casaubon en 1611:
Petrus autem Kirstenius nuper reliquos duos Grammaticae suae libros evulgavit; qui quales sint, vis uno verbo dicam? Non merentur legi. O inscitiam homines et audaciam! ne نص quidem conjugare scit, nec Alcoranum unquam legit, (quod certe scio) et tamen Grammaticam Arabicam audet edere.
---Isaac Causabon, Epistolae, Rotterdam, 1709, p. 662.

Coincidiendo así, no en la forma pero sí en el fondo, con la crítica moderna de J. Fück (Die Arabischen Studien in Europa bis in den Anfang des 20. Jahrhunderts, Leipzig, 1995, p. 58-9):
Er blieb ein Dilettant, welcher die knapp bemessenen Mußestunden, die sein Beruf ihm ließ, den arabischen Studien widmete, ohne daß seine Begeisterung imstande gewesen wäre, die Unzulänglichkeiten seiner wissenschaftlichen Ausrüstung wettzumachen. Seine Arbeiten leiden daher an schweren Mängeln; in seiner Grammatik sind z. B. fast alle Zahlwörter falsch angegeben.
También Quevedo, que "estudió, demás de la latina, la lengua griega, la italiana, la hebrea, la francesa y la arábiga" según el abad don Pablo Antonio de Tarsia (Vida de don Francisco de Quevedo Villegas, Madrid, 1792 —ed. príncipe de 1663—, p. 23), pasa por ser un diletante cuando dice, p. ej., que:
Ala, voz con que se nombran plumas o brazos de las aves, es del hebreo הלך que significa encima; y de ahí Alá en arábigo Dios, y de ahí ala en en castellano, o porque lleva a lo alto, o porque ella está encima; o se dice del mismo halac que es andar, porque con ellas andan los pájaros, que es el volar suyo.
---R. Selden Rose, "The «España defendida» by don Francisco de Quevedo (Conclusión)", BRAH, 69 (1916), p. 146.

Con lo que autor, lector y obra quedan algo parejos.

La razón por la que Quevedo sólo contaba en su biblioteca con el segundo volumen de la obra podría hallarse en lo que parece una nota manuscrita suya, hallada en la llamada Colección Gayangos:
La nota apareció doblada a modo de marcador de página en el manuscrito RAH, Col. Gayangos, MS XL, vol. 7, que forma parte de un diccionario arábigo-latín y arábigo-español en 13 volúmenes apaisados, posiblemente del siglo XVII y según Gayangos, de "autor anónimo, aunque probablemente frayle español en Tierra Santa". Es difícil saber si la nota guarda relación con el material donde se encontró o si quedó depositada allí por casualidad. Figura en primer lugar la dirección del destinatario: "Para el Sr. Dn. Francisco Gómez de Quevedo, calle Segovia, frente (?) del Consejo de Guerra, en el mismo cuarto donde vivió el Sr. Gálvez". A continuación y de otra mano, consta "Mi Dueño y Sr., yo me equivoqué porque siendo el Primer Tomo el que me falta pedí el 2º y es aquel el que necesito. Perdone Vd. y mande a su amigo. Franco. Gomez de Quevedo".
---Cristina Álvarez Millán, "El Fondo Oriental de la Real Academia de la Historia: datos sobre su formación y noticia de algunos hallazgos", En la España Medieval, 32 (2009), 359-388, 359.

No es ésta la única ocasión en que un autógrafo de Quevedo aparece junto a un texto árabe: el manuscrito XIV.E.46 de la Biblioteca Nacional de Nápoles, que incluye varias de sus composiciones poéticas, pudiendo ser él mismo uno de los copistas, contiene también "uno scritto in lingua araba" en varios folios. Quevedo había residido en Italia entre 1613 y 1619, coincidiendo, quién sabe si con Diego de Urrea, "secretario de cartas africanas y asiáticas en lengua arábiga, turquesca y pérsica del gran Sultán de España" (كاتب السر للسلطان الأعظم سلطان إسبانية في مسايل إفريقية وآسية باللسان العربي والتركي والفارسي) y antiguo catedrático de árabe en Alcalá, que pasó en Nápoles sus últimos años de vida (aunque a su muerte, probablemente en 1615, Quevedo aún estaba en Sicilia).

Cuándo y en qué circunstancias estudió árabe Quevedo, si es que lo hizo tal y como dicen sus biógrafos siguiendo a Pablo Antonio de Tarsia (que fue como él —y quizá como el propio Urrea— académico ocioso de Nápoles), es un misterio.

4 de diciembre de 2011

Dilo tú y sucederate lo mismo

En un cruce de mensajes electrónicos, hace unos días, el profesor Federico Corriente me daba a conocer, cosa que le agradezco, esta burla de Quevedo, que forma parte de una serie de consejos reunidos bajo una primera y sencilla recomendación:
Si quieres saber todas las lenguas, háblalas entre los que no las entienden; y está probado. [...]

La arábiga no es menester más que ladrar, que es lengua de perros, y te entenderán al punto.
---Francisco de Quevedo, "Libro de todas las cosas y otras muchas más", Obras de don Francisco de Quevedo, Amberes, 1699, p. 464.

Eran otros tiempos, pero casi un siglo antes (Quevedo publica esta obra jocosa en 1631) decir que se sabía árabe, al menos en grado suficiente como para enseñarlo en una universidad, todavía requería una demostración práctica:
AUSA, 13, p. 473-4
E abrieron por una parte en el dicho libro, e le cupo por suerte según allí se dijo el evangelio de San Juan en el capítulo segundo, en el cual libro para ver si era así el dicho señor rector puso una rúbrica; e Alonso Méndez e Bartolomé Gasco consiliarios pusieron ciertas señales en él, porque el dicho evangelio de San Juan era escrito en arábigo e le mandaron al dicho comendador lo tradujese en latín. E una carta en romance para que la tradujese en arábigo. E le dieron hoy domingo en todo el día estando encerrado en el claustro de arriba. E lo que ansí dio los dichos señores rector e consiliarios lo enviaron a la ciudad de Granada por el bachiller Alonso Méndez, consiliario, para que lo trajese interpretado de personas doctas para ver si era persona bastante para leer dicha cátedra. [...]

Este dicho día, mes y año [6 de mayo 1543] los dichos señores rector e consiliarios dieron todo su poder cumplido bastante según que en tal caso se requiere como rector e consiliarios del dicho Estudio al dicho Alonso Méndez, consiliario que presente estaba especial y expresamente para ir a la ciudad de Granada con unos pareceres que dio el comendador de la Vera Cruz a se informar de los arábigos e intérpretes de la lengua arábiga e ante ellos e ante cualquier de ellos pueda presentar una fe firmada de mí el infraescrito notario y sellada con el sello de la dicha Universidad; la cual dicha fe ante ellos e cualquier de ellos la pueda abrir para que los tales arábigo o arábigos o intérprete o intérpretes de la lengua latina en arábiga vean si el capítulo segundo del evangelio de San Juan contenido en la dicha fe e involtorio cerrado y sellado con el dicho sello si está bien interpretado de latín en arábigo; e para que se informe de ellos si será la tal persona bastante para lo enseñar la que lo interpretó públicamente la dicha lengua arábiga en las escuelas según por el dicho capítulo colegieren. E ansí mismo un pedazo de carta que dentro va de romance vuelta en arábigo.
---Vicente Beltrán de Heredia, Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218-1600), Salamanca, 1972, II, 597-598.

Demostración que podía consistir incluso en un careo entre los opositores, como se desprende de esta acta de claustro del 27 de noviembre de 1511:
AUSA, 5, p. 778
El señor maestro fray Alonso de Valdivieso, eso mismo diputado, dijo que él no sabe lenguas hebraica y caldea ni griega ni arábigo [...]. Y cerca del Comendador, que bien puede él saber las lenguas que se dice saber, pero que en ninguna de ellas habla, y de lo que el dicho señor maestro no ve, no puede juzgar. Y que él, no perjudicando a nadie, dice que Alonso de Zamora ha dado noticia y conocimiento de su verdad, y el señor Comendador bien puede saber todo eso, pero no lo ha mostrado. Y porque él no le haga injusticia al señor Comendador, suplica y requiere al señor rector mande que se junten los señores diputados y el señor Comendador y Alonso de Zamora, y allí se hablen y delante todo el claustro, porque aquellos señores vean lo que deban hacer.
---Miscelánea Beltrán de Heredia, Salamanca, 1972, I, p. 456.

Si bien la escasez de expertos, que al ser la cátedra trilingüe habían de probarse tanto en árabe como en hebreo y siriaco, daría lugar probablemente a más de un caso como el de José Fajardo, p. ej., que al ser consultado en 1588 sobre el célebre pergamino de la Torre Turpiana, "se excusó por no tener suficientes conocimientos de árabe", pese a haber leído "una lección de arábigo" (es decir, haber sido profesor de este idioma) en Salamanca entre 1569 y 1579. Parece evidente que catedráticos como Diego de Urrea, que lo fue en Alcalá de Henares, no debía haber muchos.

Poco a poco, con el paso de los años, el árabe no haría falta ya ni ladrarlo, como sucedía en opinión de Quevedo con el griego o el hebreo, en cuyo caso, "como todos los que lo saben lo saben sobre su palabra, por sólo que ellos dicen que lo saben: dilo tú", concluye, "y sucederate lo mismo". Y así hasta hoy.