"¿Árabe estándar o árabe fosha?", me pregunta una compañera. ¿Qué denominación utilizaría yo? ¿cuál prefiero?
Yo últimamente digo "árabe normativo", pero reconozco que la diferencia entre normativo y estándar es de lo más sutil. Estándar, explico, lo es en la teoría (porque no siempre se utiliza igual en todas partes: hay lo que David Wilmsem y Riham Youssef denominan "dialects of written Arabic") y normativo en la práctica, porque en todos los lugares donde se utiliza, cumple dicha función, aunque en estos casos la norma (en minúsculas) sea ante todo una versión local de la Norma (en mayúsculas). Basta con reparar, p. ej., en cuántas formas hay de decir 'clase' ("grupo de alumnos que reciben enseñanza en una misma aula") en ese árabe normativo, según el país, aunque los más exigentes pueden también acudir a estudios como los de Van Mol (2003) e Ibrahim (2009). Dicho esto, justo es admitir que dicha variedad diatópica es mínima, y que por lo demás se trata de una lengua normativa muy estandarte, por acudir a la etimología.
Hay quien prefiere mantener lo que yo llamo la denominación emic, es decir, la que le dan a esa variedad los propios árabes, que no es otra que اللغة العربية الفصحى (la lengua árabe grandilocuente, traduzco yo). El problema es que a los profanos lo de grandilocuente no les dice gran cosa, y que la transcripción del epíteto en caracteres latinos se presta a una lectura equívoca (fu-sha en lugar de fus-ha), a menos que se utilice algún separador (fus'ha) o se recurra a su variante más castiza, fusja, que, aparte de cacofónica, también puede leerse a la inglesa, como sucede cuando se le cambia el nombre a la gente y Khomeini (خمينى) se escribe Jomeini y la jota acaba pronunciada como en John o Jerry, diga lo que diga la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), para la que el otrora televisivo Khashoggi (خاشقجي) sería Jachokyi, y no "Kashogui" como decíamos todos en los 80, incluido El País.
En resumen, no tengo (no hay, creo) una respuesta definitiva. Muchas veces, en broma y ante quienes sé que entienden perfectamente a qué me refiero, lo llamo "árabe fetén", pero dependiendo de la situación se me ocurren otras formas. De las que ya existen, las hay que me parecen inocuas, como "árabe clásico" o "árabe estándar" (sobre todo quitando lo de "moderno") y otras que, a mi juicio, pueden inducir a error, como "árabe literario", "árabe escrito", "árabe formal" o "árabe culto", porque o se quedan cortas o se pasan: este árabe ni es sólo la lengua de la literatura (también lo es, p. ej., de los medios de comunicación) ni es la única que se emplea con este fin (también hay literatura en los otros árabes); se escribe y se lee, sí (como los otros árabes, aunque éstos en mucha menor medida) pero también se utiliza oralmente; y en cuanto a su condición de lengua formal o culta, cabría decir que también los otros árabes reciben un uso más o menos formal o culto, según el contexto (nada más formal, pienso yo, que un duelo y, amén de un puñado de frases hechas, nadie le daría el pésame a los dolientes o los consolaría en perfecto árabe normativo). No en balde, además, los hablantes nativos hacen con cierta frecuencia un uso irónico o humorístico de este árabe, introduciéndolo en situaciones cotidianas donde su solemnidad y grandilocuencia provoca, cuando menos, un efecto ridículo.
Por el contrario, si hay algo que diferencia claramente al árabe grandilocuente del resto es el hecho de ser (o considerarse, más bien) una lengua normativizada.
Yo últimamente digo "árabe normativo", pero reconozco que la diferencia entre normativo y estándar es de lo más sutil. Estándar, explico, lo es en la teoría (porque no siempre se utiliza igual en todas partes: hay lo que David Wilmsem y Riham Youssef denominan "dialects of written Arabic") y normativo en la práctica, porque en todos los lugares donde se utiliza, cumple dicha función, aunque en estos casos la norma (en minúsculas) sea ante todo una versión local de la Norma (en mayúsculas). Basta con reparar, p. ej., en cuántas formas hay de decir 'clase' ("grupo de alumnos que reciben enseñanza en una misma aula") en ese árabe normativo, según el país, aunque los más exigentes pueden también acudir a estudios como los de Van Mol (2003) e Ibrahim (2009). Dicho esto, justo es admitir que dicha variedad diatópica es mínima, y que por lo demás se trata de una lengua normativa muy estandarte, por acudir a la etimología.
Hay quien prefiere mantener lo que yo llamo la denominación emic, es decir, la que le dan a esa variedad los propios árabes, que no es otra que اللغة العربية الفصحى (la lengua árabe grandilocuente, traduzco yo). El problema es que a los profanos lo de grandilocuente no les dice gran cosa, y que la transcripción del epíteto en caracteres latinos se presta a una lectura equívoca (fu-sha en lugar de fus-ha), a menos que se utilice algún separador (fus'ha) o se recurra a su variante más castiza, fusja, que, aparte de cacofónica, también puede leerse a la inglesa, como sucede cuando se le cambia el nombre a la gente y Khomeini (خمينى) se escribe Jomeini y la jota acaba pronunciada como en John o Jerry, diga lo que diga la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), para la que el otrora televisivo Khashoggi (خاشقجي) sería Jachokyi, y no "Kashogui" como decíamos todos en los 80, incluido El País.
En resumen, no tengo (no hay, creo) una respuesta definitiva. Muchas veces, en broma y ante quienes sé que entienden perfectamente a qué me refiero, lo llamo "árabe fetén", pero dependiendo de la situación se me ocurren otras formas. De las que ya existen, las hay que me parecen inocuas, como "árabe clásico" o "árabe estándar" (sobre todo quitando lo de "moderno") y otras que, a mi juicio, pueden inducir a error, como "árabe literario", "árabe escrito", "árabe formal" o "árabe culto", porque o se quedan cortas o se pasan: este árabe ni es sólo la lengua de la literatura (también lo es, p. ej., de los medios de comunicación) ni es la única que se emplea con este fin (también hay literatura en los otros árabes); se escribe y se lee, sí (como los otros árabes, aunque éstos en mucha menor medida) pero también se utiliza oralmente; y en cuanto a su condición de lengua formal o culta, cabría decir que también los otros árabes reciben un uso más o menos formal o culto, según el contexto (nada más formal, pienso yo, que un duelo y, amén de un puñado de frases hechas, nadie le daría el pésame a los dolientes o los consolaría en perfecto árabe normativo). No en balde, además, los hablantes nativos hacen con cierta frecuencia un uso irónico o humorístico de este árabe, introduciéndolo en situaciones cotidianas donde su solemnidad y grandilocuencia provoca, cuando menos, un efecto ridículo.
Por el contrario, si hay algo que diferencia claramente al árabe grandilocuente del resto es el hecho de ser (o considerarse, más bien) una lengua normativizada.
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