Indagando, a propósito del eurábigo (Eurabic) de Thomas Milo (Euro-Arabic para Geoffrey Roper), en los comienzos de la impresión con tipos móviles árabes en España, he llegado hasta Antonio Pérez de Soto, que es al parecer el primero que los utilizó en nuestro país, en la impresión de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis (Madrid, 1760-70), el célebre catálogo de manuscritos árabes de El Escorial que había confeccionado Miguel Casiri (ميخائيل الغزيري) de García (sic), sacerdote maronita, bibliotecario e intérprete de lenguas orientales de la Secretaría de Estado.
Según se lee en la correspondencia de su patrocinador, Gregorio Mayans (Epistolario, Valencia, 1987, VII), la fundición árabe utilizada había sido traída desde Holanda:
Una tipografía similar será la que aparezca años después en la Muestra de los nuevos punzones y matrices para la letra de imprenta executados por orden de S.M. y de su caudal destinadado a la dotación de su Real Biblioteca, de Jerónimo Antonio Gil, publicada en 1787 (p. 44-5), con la novedad, se hace notar, de haberle añadido "las mociones, que por no tenerlas hasta aquí se han hecho nuevamente en este presente año de 1786", que sumaban 10 matrices a las 122 existentes, y 10 punzones a los 119 originales.
"Se va completando la fundición arábiga", indica Juan Antonio Mayans a Francisco Cerdá en carta del 3 de julio de 1784, "para lo cual será menester algún tiempo más del que necesita la fundición que Vm. dispone para sus Opúsculos, que no necesita de matrices nuevas".
Con mociones y la misma tipografía, sin embargo, está impresa en 1775 y a cargo del mismo Pérez de Soto la Gramática arábigo-española, vulgar, y literal de fray Francisco Cañes, y también su Diccionario español, latino-arábigo (Madrid, Imprenta de don Antonio Sancha, 1787), pese a que el Conde de Campomanes, autor del "Discurso preliminar sobre la utilidad de la lengua arábiga" que sigue al prólogo, le atribuye a la fundición un origen autóctono, al hablar de "los caracteres propios", es decir, árabes (p. xix, n. 22):
En su Specimen, Francisco Rafelengio alabará la elegancia, insuperable, de las impresiones mediceas, pero lamentando que sólo tuvieran a los árabes, sobre todo a los cristianos ("quali sono in Oriente, et Granatini in Spagna", dice un Breve raguaglio redactado por Giovanni Battista Raimondi, director de la imprenta), como destinatarios, en lugar de publicar el diccionario y la gramática para principiantes ("Institutiones Grammaticas indoctis convenientes, & Lexicon") que habían prometido en un principio y que él mismo, como estudiante de árabe, echaba en falta; todo ello con más o menos razón, como detalla Robert Jones ("The Medici Oriental Press...", en G. A. Russell, The 'Arabick' interest of the natural philosophers in seventeenth-century England, Leiden, 1994, p. 88-108): si bien es cierto, p. ej., que en un mismo año (1592) habían salido de la imprenta romana una cartilla de lectura, el Alphabetum arabicum, y dos gramáticas nativas, la llamada Giarrumia (الآجرومية) y la que dicen Caphiah (الكافية), no lo es menos que el provecho que un autodidacta podía obtener de estas obras, juntas o por separado, era muy limitado.
Editar obras didácticas que colmaran las expectativas de los estudiosos ("quae explerent desiderium studiosorum") sería así la razón que adujera Rafelengio para procurarse una fundición idéntica a la de Granjon. Voluntad no le falta, añade, aunque sí los medios ("facultates") para perfeccionar este arte como sería deseable. Por lo demás, puesto que es trabajoso aplicar a las letras árabes sus puntos ("operosum est Arabicis literis sua puncta applicare") y son muchas las cosas que se necesitan para ello, Rafelengio se contenta con que el lector disfrute de su muestra, a la espera de reunir cuanto fuera necesario para plasmar perfectamente la escritura árabe en toda su armonía ("ad Arabicam scripturam omnibus suis absolutam numeris reddendam").
Difícilmente podía imaginar el flamenco, muerto dos años después, que a sus colegas europeos avanzar en esa dirección les llevaría siglos y retrocesos, estos últimos, diría yo, más debidos a la dimensión ideológica del eurábigo que a los obstáculos técnicos.
Página de la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis |
Está muy próxima a empezarse la impresión de la Bibliotheca arábiga escurialense; ya ha venido la fundición de la letra arábiga y el impresor está formando la prueba. El sirio D. Miguel Casiri trabaja en ella, bien y como si fuera de hierro, y sabe lo que trabaja.---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 10 de julio de 1751", p. 368-9.
Ya se ha tirado una hoja de prueba para la Bibliotheca arabico-hispana escurialensis, y se ha presentado por el sirio D. Miguel Casiri al padre confesor; ha salido bellísima, un árabe admirable y muy limpio, y la letra latina también corresponde; no tardará en empezarse la impresión.---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 17 de julio de 1751", p. 369-70.
El día 18 de mayo me mandaron pasar al Escorial con D. Miguel Casiri, en donde me he mantenido hasta el día 6 de éste. El asunto ha sido ayudarle en la separación de los códices arábigos por facultades para que de este modo salga su Bibliotheca con la mayor claridad; y él se ha quedado allí por algunos días más para reconocer (si acaso lo necesita) alguna otra cosilla en los mismos códices para mayor ilustración de la obra, la cual espera a D. Miguel para empezarse a imprimir, y a este fin está comprado el papel, que es de marquilla, hecha la fundición de la letra romana, traída de Holanda la fundición de la letra arábiga, dado dinero adelantado al impresor, éste adiestrado en el conocimiento de los caracteres arábigos (aunque D. Miguel habrá de ser el que lo haga todo porque no se yerre) [...].---"Manuel Martínez Pingarrón a Gregorio Mayans y Siscar, 9 de junio de 1752", p. 396-7.
Una tipografía similar será la que aparezca años después en la Muestra de los nuevos punzones y matrices para la letra de imprenta executados por orden de S.M. y de su caudal destinadado a la dotación de su Real Biblioteca, de Jerónimo Antonio Gil, publicada en 1787 (p. 44-5), con la novedad, se hace notar, de haberle añadido "las mociones, que por no tenerlas hasta aquí se han hecho nuevamente en este presente año de 1786", que sumaban 10 matrices a las 122 existentes, y 10 punzones a los 119 originales.
"Se va completando la fundición arábiga", indica Juan Antonio Mayans a Francisco Cerdá en carta del 3 de julio de 1784, "para lo cual será menester algún tiempo más del que necesita la fundición que Vm. dispone para sus Opúsculos, que no necesita de matrices nuevas".
Con mociones y la misma tipografía, sin embargo, está impresa en 1775 y a cargo del mismo Pérez de Soto la Gramática arábigo-española, vulgar, y literal de fray Francisco Cañes, y también su Diccionario español, latino-arábigo (Madrid, Imprenta de don Antonio Sancha, 1787), pese a que el Conde de Campomanes, autor del "Discurso preliminar sobre la utilidad de la lengua arábiga" que sigue al prólogo, le atribuye a la fundición un origen autóctono, al hablar de "los caracteres propios", es decir, árabes (p. xix, n. 22):
De que en el presente reinado se han abierto punzones y matrices por diligencia de D. Juan de Santander, Bibliotecario mayor de S.M.: auxilio del cual carecían nuestros mayores y a que debe atribuirse el atraso padecido en esta parte.A simple vista se aprecia que la fundición traída de Holanda no es sino una versión más de los tipos que el parisiensis Robert Granjon («روبيرتو الكرنياني الپاريسياني») comienza a grabar en Roma a partir de 1580, y que pocos años después de empezar a ser empleados en la Imprenta Medicea había imitado ya Rafelengio, como él mismo indica en su Specimen characterum arabicorum (Leiden, 1595), al que seguirán Guillaume Le Bé (1599), Peter Kirsten (1608), Savary de Brèves (1613), Erpenio (1615), etc.
Each of these, however, imposed distortions and limitations on their Arabic type designs, partly because of their own failure to appreciate the subtleties of Arabic calligraphy, and partly because of the need to economise with ligatures and other refinements in order to create practical and affordable founts. The same was true of the many other Arabic typographers in different areas of Europe down to the 20th century.---Geoffrey Roper, "The Travails of Euro-Arabic: Calligraphy, Logography and Typography in the Early Modern Period", Dabireh Collective, 01.09.2009.
En su Specimen, Francisco Rafelengio alabará la elegancia, insuperable, de las impresiones mediceas, pero lamentando que sólo tuvieran a los árabes, sobre todo a los cristianos ("quali sono in Oriente, et Granatini in Spagna", dice un Breve raguaglio redactado por Giovanni Battista Raimondi, director de la imprenta), como destinatarios, en lugar de publicar el diccionario y la gramática para principiantes ("Institutiones Grammaticas indoctis convenientes, & Lexicon") que habían prometido en un principio y que él mismo, como estudiante de árabe, echaba en falta; todo ello con más o menos razón, como detalla Robert Jones ("The Medici Oriental Press...", en G. A. Russell, The 'Arabick' interest of the natural philosophers in seventeenth-century England, Leiden, 1994, p. 88-108): si bien es cierto, p. ej., que en un mismo año (1592) habían salido de la imprenta romana una cartilla de lectura, el Alphabetum arabicum, y dos gramáticas nativas, la llamada Giarrumia (الآجرومية) y la que dicen Caphiah (الكافية), no lo es menos que el provecho que un autodidacta podía obtener de estas obras, juntas o por separado, era muy limitado.
Editar obras didácticas que colmaran las expectativas de los estudiosos ("quae explerent desiderium studiosorum") sería así la razón que adujera Rafelengio para procurarse una fundición idéntica a la de Granjon. Voluntad no le falta, añade, aunque sí los medios ("facultates") para perfeccionar este arte como sería deseable. Por lo demás, puesto que es trabajoso aplicar a las letras árabes sus puntos ("operosum est Arabicis literis sua puncta applicare") y son muchas las cosas que se necesitan para ello, Rafelengio se contenta con que el lector disfrute de su muestra, a la espera de reunir cuanto fuera necesario para plasmar perfectamente la escritura árabe en toda su armonía ("ad Arabicam scripturam omnibus suis absolutam numeris reddendam").
Difícilmente podía imaginar el flamenco, muerto dos años después, que a sus colegas europeos avanzar en esa dirección les llevaría siglos y retrocesos, estos últimos, diría yo, más debidos a la dimensión ideológica del eurábigo que a los obstáculos técnicos.
1 comentarios :
Me he dejado entusiasmado lo que he leído, yo creía que no encontraría nada como lo que publicas escrito en español y descubro que tu blog es muchisimo más que un nombre original.
Publicar un comentario
No se permiten comentarios anónimos. El autor del blog se reserva el derecho a rechazar cualquier comentario que considere inadecuado, aunque no por ello se hace responsable de las opiniones vertidas por terceros en los admitidos y publicados.
Si lo desea, también puede dejar su comentario en la página del blog en Facebook.