El pasado jueves en Murcia, en el auditorio del Centro Cultural Puertas de Castilla, se le concedía al director de cine iraní Majid Talesh Majidi (مجيد طالش مجيدى) el I Premio Ibn Arabi de cine, y el profesor Alfonso Carmona, que intervenía en el acto, y Marta López-Briones, directora del centro, tuvieron la gentileza de invitarme a acompañar al cineasta en su visita por la ciudad y a formar parte de su comitiva.
Majidi es un hombre sereno, reposado y la persona más parecida a una cámara que he visto nunca. El símil puede resultar facilón, pero es sincero. Majidi, ajeno en cierto modo a quienes lo rodean (o tal vez, sencillamente, fatigado por el ajetreo de la visita), mira como si estuviera filmando; él mismo, de hecho, con su actitud, casi parece una cámara movida por un operador invisible que, no obstante, rueda (tanto como corta, intuyo) a voluntad. Durante la ceremonia de entrega del premio, Majidi anunció (aquí, porque en Irán ya lo había hecho el pasado mes de mayo) que su próxima película estará dedicada a la infancia y adolescencia de Mahoma (حضرت محمد ﷺ), aunque el rodaje propiamente dicho, según me dijo después, y si lo entendí bien (فارسى من آب رفته...), no comenzará hasta dentro de un año.
Majidi recibió en 1996 el Premio del Jurado del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (del que formaba parte Abbas Kiarostami –عباس كيارستمى–) por su película El padre (پدر), y varias de sus películas han llegado a las salas comerciales españolas (al menos a las alternativas). Yo, p. ej., creo recordar haber visto en una El color del paraíso (رنگ خدا, lit. "el color de Dios") y Los niños del cielo (بچههای آسمان), proyectada en España como Los niños del paraíso (una insistencia en lo paradisíaco que el propio director, según nos comentó durante la comida, tampoco se explica muy bien). El cineasta, por tanto, no es desconocido en nuestro país.
Lo que tal vez no ha trascendido tanto aquí es que es él quien está, además, detrás del primero de los vídeos oficiales de campaña del reformista Mir Hossein Mousavi (ميرحسين موسوى) en las turbulentas elecciones presidenciales del pasado mes de junio, titulado Mir Hossein y la actuación de los de verde (میرحسین ونمایش سبزپوشها); una película conservadora e incapaz de conectar con el electorado de Mousavi, opina Babak Mostofi, a diferencia de la del candidato, también reformista, Mehdi Karroubi (مهدى كروبى), dirigida por Behrooz Afkhami (بهروز افخمى), autor, p. ej., de la taquillera Cicuta (شوكران). "One may presume", conjetura Mostofi, "that Majidi has made a film that, according to his beliefs, does not present a fiery and impassioned candidate but someone who still lives in the atmosphere of the revolution’s early years and clings to its values". La observación resulta curiosa porque Majidi, al que se ha acusado después, más o menos veladamente, de haber traicionado a la marea verde, habló también de nostalgia el pasado mes de ramadán, después de las elecciones, en un encuentro de artistas con el líder supremo, en el que dirigió a Khamenei (خامنهای) y al resto de los presentes un discurso bastante crítico y audaz, desazonado y por momentos, según Mahmoud Gabarloo (محمود گبرلو), con la voz teñida de lágrimas (با صدايى اشك آلود), titulado Los sueños de mi patria (رؤياى سرزمين من). A lo largo del mismo se refirió a los muchos cineastas cuyo malestar, idéntico al suyo, les había impedido acudir a la cita, y protestó por su inclusión en una lista negra de personalidades vetadas por la televisión oficial, que aseguró haber visto con sus propios ojos.
Todo esto viene a cuento de lo que he leído en la prensa estos últimos días. A Majidi le han preguntado por Kurt Westergaard, imagino que a propósito de su próxima película, y su respuesta ha saltado a los titulares: "Majidi: Las caricaturas a Mahoma [sic] son una ofensa", titula La Verdad de Murcia; aunque, para titular, el de El Faro: "Murcia acoge [sic] la primera película sobre Mahoma" (por más que aún ni siquiera se haya rodado). Lo curioso, con respecto al caricaturista danés, es que hace ya un par de años Majidi desencadenó una cierta controversia en su país al criticar las opiniones de Abdolkarim Soroush (عبدالكريم سروش) y de otros intelectuales religiosos (روشنفكران مذهبى) sobre el Corán y el Profeta, no sin cierta elegancia, a mi modo de ver: "Alguien", dijo Majidi, "que se dice experto en Molavi (مولوى), y que le otorga mayor valor y credibilidad que a los [Catorce] Infalibles, ha de saber que él, en opinión de su mentor Molavi, es un infiel." Y a continuación citó al célebre místico:
Majidi, nacido en Teherán en 1959, es a todas luces un testigo excepcional (y enormemente sensible, no cabe duda) de la historia reciente de su país y un cineasta de lo más polifacético: admirador de John Ford, ha sido el primer iraní que ha conseguido colocar una de sus películas entre las candidatas a los Óscar (lo cual dice bastante sobre la universalidad de su obra); pero, además, lo mismo colabora en una campaña electoral, la de Mousavi en este caso, que graba un videoclip (musical, si se quiere entender así) para un panegirista de la Casa del Profeta (مداح اهل بيت en persa; رادود en árabe) oriundo de Qatar (قطر), u homenajea en un cortometraje la entrega de quienes, desinteresadamente, se ocupan de guardar los zapatos (امر كفشدارى) de los peregrinos que visitan el santuario del Imam Reza (امام رضا). Polifacético, en fin, pero fiel a su trayectoria, con lo que, además, no puede decirse que sea uno de esos directores que sólo ruedan mirando a Occidente. "Presently", dice en la misma entrevista con Dönmez-Colin, "I do not have much interest in following current cinematic trends of the West. I do not want to be influenced that way. What interests me is to watch daily life, the lives of simple people".
Acerca de la impresión que le había causado Murcia, el ambiente de las calles, etc., le preguntó con cierta insistencia Alfonso Carmona, pero Majidi se limitó a expresar su satisfacción ante la pervivencia de la civilización islámica (تمدن اسلامى), añadiendo que necesitaba más tiempo y trato con la gente para hacerse una idea. A mí, presente en ese momento, me vino a la cabeza el símil de la cámara humana: una cámara no opina, pensé. Sencillamente graba. El montaje, viene después.
Con motivo del premio, ayer lunes dio comienzo en el mismo centro Puertas de Castilla un ciclo de películas de Majidi.
Majidi es un hombre sereno, reposado y la persona más parecida a una cámara que he visto nunca. El símil puede resultar facilón, pero es sincero. Majidi, ajeno en cierto modo a quienes lo rodean (o tal vez, sencillamente, fatigado por el ajetreo de la visita), mira como si estuviera filmando; él mismo, de hecho, con su actitud, casi parece una cámara movida por un operador invisible que, no obstante, rueda (tanto como corta, intuyo) a voluntad. Durante la ceremonia de entrega del premio, Majidi anunció (aquí, porque en Irán ya lo había hecho el pasado mes de mayo) que su próxima película estará dedicada a la infancia y adolescencia de Mahoma (حضرت محمد ﷺ), aunque el rodaje propiamente dicho, según me dijo después, y si lo entendí bien (فارسى من آب رفته...), no comenzará hasta dentro de un año.
Majidi recibió en 1996 el Premio del Jurado del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (del que formaba parte Abbas Kiarostami –عباس كيارستمى–) por su película El padre (پدر), y varias de sus películas han llegado a las salas comerciales españolas (al menos a las alternativas). Yo, p. ej., creo recordar haber visto en una El color del paraíso (رنگ خدا, lit. "el color de Dios") y Los niños del cielo (بچههای آسمان), proyectada en España como Los niños del paraíso (una insistencia en lo paradisíaco que el propio director, según nos comentó durante la comida, tampoco se explica muy bien). El cineasta, por tanto, no es desconocido en nuestro país.
Lo que tal vez no ha trascendido tanto aquí es que es él quien está, además, detrás del primero de los vídeos oficiales de campaña del reformista Mir Hossein Mousavi (ميرحسين موسوى) en las turbulentas elecciones presidenciales del pasado mes de junio, titulado Mir Hossein y la actuación de los de verde (میرحسین ونمایش سبزپوشها); una película conservadora e incapaz de conectar con el electorado de Mousavi, opina Babak Mostofi, a diferencia de la del candidato, también reformista, Mehdi Karroubi (مهدى كروبى), dirigida por Behrooz Afkhami (بهروز افخمى), autor, p. ej., de la taquillera Cicuta (شوكران). "One may presume", conjetura Mostofi, "that Majidi has made a film that, according to his beliefs, does not present a fiery and impassioned candidate but someone who still lives in the atmosphere of the revolution’s early years and clings to its values". La observación resulta curiosa porque Majidi, al que se ha acusado después, más o menos veladamente, de haber traicionado a la marea verde, habló también de nostalgia el pasado mes de ramadán, después de las elecciones, en un encuentro de artistas con el líder supremo, en el que dirigió a Khamenei (خامنهای) y al resto de los presentes un discurso bastante crítico y audaz, desazonado y por momentos, según Mahmoud Gabarloo (محمود گبرلو), con la voz teñida de lágrimas (با صدايى اشك آلود), titulado Los sueños de mi patria (رؤياى سرزمين من). A lo largo del mismo se refirió a los muchos cineastas cuyo malestar, idéntico al suyo, les había impedido acudir a la cita, y protestó por su inclusión en una lista negra de personalidades vetadas por la televisión oficial, que aseguró haber visto con sus propios ojos.
Todo esto viene a cuento de lo que he leído en la prensa estos últimos días. A Majidi le han preguntado por Kurt Westergaard, imagino que a propósito de su próxima película, y su respuesta ha saltado a los titulares: "Majidi: Las caricaturas a Mahoma [sic] son una ofensa", titula La Verdad de Murcia; aunque, para titular, el de El Faro: "Murcia acoge [sic] la primera película sobre Mahoma" (por más que aún ni siquiera se haya rodado). Lo curioso, con respecto al caricaturista danés, es que hace ya un par de años Majidi desencadenó una cierta controversia en su país al criticar las opiniones de Abdolkarim Soroush (عبدالكريم سروش) y de otros intelectuales religiosos (روشنفكران مذهبى) sobre el Corán y el Profeta, no sin cierta elegancia, a mi modo de ver: "Alguien", dijo Majidi, "que se dice experto en Molavi (مولوى), y que le otorga mayor valor y credibilidad que a los [Catorce] Infalibles, ha de saber que él, en opinión de su mentor Molavi, es un infiel." Y a continuación citó al célebre místico:
Para aclarar, varios meses más tarde, ante un grupo de universitarios que blandían ante él unas fotografías de Soroush, que él no representa "ni al Profeta ni a la República Islámica", ni está en posición de "dictaminar sobre la infidelidad o apostasía (از دين خارج شدن) de nadie", y que sólo estaba planteando sus propias ideas en relación a las creencias de los demás y defendiendo la verdad. Una imagen, en definitiva, algo más sutil que esas otras de fanáticos vociferantes a las que nos tienen acostumbrados los medios: Majidi es un director de cine iraní, identificado políticamente con los llamados reformistas (اصلاح طلبان), musulmán y celoso de sus creencias, que no duda en saltar a la palestra para defenderlas, internándose, porque lo cree necesario, en un proyecto tan delicado como el que se trae entre manos, y que podría conducirle, paradójicamente, a una situación tan comprometida como la de Westergaard o el propio Soroush. "In my films", dice Majidi en una entrevista con Gönül Dönmez-Colin, "I try to build a bridge between the past and the future".گرچه قرآن از لب پيغمبر است / هركه گويد حق نگفت، آن كافر استAunque el Corán lo sea de los labios del Profeta / Quien diga que verdad no dijo, es un infiel
Majidi, nacido en Teherán en 1959, es a todas luces un testigo excepcional (y enormemente sensible, no cabe duda) de la historia reciente de su país y un cineasta de lo más polifacético: admirador de John Ford, ha sido el primer iraní que ha conseguido colocar una de sus películas entre las candidatas a los Óscar (lo cual dice bastante sobre la universalidad de su obra); pero, además, lo mismo colabora en una campaña electoral, la de Mousavi en este caso, que graba un videoclip (musical, si se quiere entender así) para un panegirista de la Casa del Profeta (مداح اهل بيت en persa; رادود en árabe) oriundo de Qatar (قطر), u homenajea en un cortometraje la entrega de quienes, desinteresadamente, se ocupan de guardar los zapatos (امر كفشدارى) de los peregrinos que visitan el santuario del Imam Reza (امام رضا). Polifacético, en fin, pero fiel a su trayectoria, con lo que, además, no puede decirse que sea uno de esos directores que sólo ruedan mirando a Occidente. "Presently", dice en la misma entrevista con Dönmez-Colin, "I do not have much interest in following current cinematic trends of the West. I do not want to be influenced that way. What interests me is to watch daily life, the lives of simple people".
Acerca de la impresión que le había causado Murcia, el ambiente de las calles, etc., le preguntó con cierta insistencia Alfonso Carmona, pero Majidi se limitó a expresar su satisfacción ante la pervivencia de la civilización islámica (تمدن اسلامى), añadiendo que necesitaba más tiempo y trato con la gente para hacerse una idea. A mí, presente en ese momento, me vino a la cabeza el símil de la cámara humana: una cámara no opina, pensé. Sencillamente graba. El montaje, viene después.
Con motivo del premio, ayer lunes dio comienzo en el mismo centro Puertas de Castilla un ciclo de películas de Majidi.
موفق باشيد، آقاى مجيدى!
2 comentarios :
Hablando de directores, Jafar Panahi (جعفر پناهی) fue detenido ayer por la tarde junto con su hija, esposa y quince huéspedes suyos. Publica la información el sitio Kaleme.com: según las aclaraciones de la fiscalía, la detención no estaría motivada por motivos políticos ni relacionados con la actividad de Panahi como cineasta...
Majidi vuelve a Murcia.
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