30 de marzo de 2010

Mohamet razulille

«ولا يصحف ويحرف بفتح الميم الأولى أو بضم الحاء أو بإسقاط حرف من الحروف إلى غير ذلك من التبديل مما هو معروف»
La imagen arriba muestra un detalle del manuscrito de un tratado sobre el matrimonio y la educación de los hijos titulado مقنع المحتاج في آداب الأزواج, obra de Ahmad Ibn 'Ardun (أحمد ابن عرضون), muerto poco después de 1562-3 o en 1584, oriundo de Chauen (الشاون، شفشاون) y miembro de la tribu de los Gomara. En él, Ibn 'Ardun recuerda que Muhammad (محمد ﷺ), el nombre del Profeta, no debe adulterarse ni deformarse pronunciándolo *Mahummad o quitándole alguna de sus letras. Este pasaje, mencionado por G.S. Colin en una nota ("Muhammad-Mahomet", BSLP, XXVI, 1925, p. 109) de la que se hace eco años después Fernando de la Granja ("A propósito del nombre Muhammad y sus variantes en Occidente", Al-Andalus, 33:1, 1968, p. 231-40), es, que yo sepa, la única referencia en árabe al posible origen de las voces romances Mahoma, Mafoma, Mafomede, Mahomet, Machometus, Maometto, etc., aunque De la Granja trae a colación un pasaje del كتاب المعيار de Al-Wansharisi (الونشريسي), muerto en 1508, donde se mencionan otras dos vocalizaciones, *Mahammad y *Muhammud (pero no *Muhummud, como recoge el arabista), empleadas tal vez, dice el texto, con el objeto de preservar el nombre del Profeta o tal vez, comenta De la Granja, de distinguir a hermanos con el mismo nombre, como se hace hoy en Marruecos. De esta alternancia en tiempos más recientes, recuerda este mismo autor, hay un ejemplo en la Chrestomathie arabe de Bresnier (p. 440, con nota en la p. 480), y un claro reflejo en toda la antroponimia andalusí, donde, según los datos recogidos por Elías Terés y editados por Aguadé, Barceló y Corriente, se observan tres variantes principales: a) Mahmet, que parece tener su origen en una antigua pronunciación *Mahammad; b) Muhammad, que coincide con la forma clásica pero es la más rara; y c) *Ma/ohomad, la más habitual.

21 de marzo de 2010

Verdades como puñetas

Que hay una relación entre aprender, saber y enseñar es, pienso yo, evidente; y que lo primero lleva a lo segundo y lo segundo a lo tercero, pero no al revés, también. De la misma opinión debía ser Bernard Shaw cuando redactó sus Maxims for Revolutionists (1903), aunque para caer en ello haga falta leerlas entre líneas, como éstas que he seleccionado:
He who can, does. He who cannot, teaches.
A learned man is an idler who kills time with study. Beware of his false knowledge: it is more dangerous than ignorance.
Activity is the only road to knowledge.
Every fool believes what his teachers tell him, and calls his credulity science or morality as confidently as his father called it divine revelation.
No man fully capable of his own language ever masters another.
No man can be a pure specialist without being in the strict sense an idiot.

20 de marzo de 2010

Nuevo Día

أتاك الربيع الطلق يختال ضاحكاً *** من الحسن حتى كاد أن يتكلما
(البحتري)
La fresca primavera ha llegado a ti, riendo presuntuosa,
tan hermosa que casi habla
Feliz Nuevo Día y feliz 1389 a todos.

16 de marzo de 2010

Gandul

No me digan que el titular no tiene su gracia: "Un experto arabista enseña el verdadero significado de gandul" (EFE, 15.03.2010, vía Granada Digital).

Dice el Diccionario de la lengua española de la Real Academia (DRAE), siguiendo la opinión del profesor Federico Corriente, supongo, que 'gandul' viene del ár. hisp. ḡandúr [غندور], truhán, este del ár. clás. ḡundar, mimado, y este del persa gundār [گوندار؟], de un color particular). La voz aparece vocalizada hasta de cuatro maneras distintas en el monumental La corona de la novia (تاج العروس), finalizado en 1767 y con el sentido, siempre aplicado a un joven, de "gordo, grueso", "tierno" y, por último, lo que yo traduciría como "lozano" (الحسن الشباب, lit. "de hermosa juventud"). En el árabe de Egipto, donde se compuso este diccionario, غندور adquiriría el sentido peyorativo, según Badawi y Hinds, de petimetre, lechuguino, como en el árabe de Siria, el Líbano y Malta (cf. andur); pero no sucede así en el árabe normativo, donde de acuerdo con el Diccionario árabe básico de la ALECSO es el "adjetivo que se aplica a quien dispone de ternura y belleza".

En Occidente (el árabe), las cosas parecen haber sido distintas. Ya el denominado Vocabulista in arabico, que se supone compuesto hacia el siglo XIII, traduce غندور por trutanus (es decir, truhán, vagabundo, mendigo), y así lo recoge Dozy en su Supplément aux dictionnaires arabes (1881, vol. 2, p. 229), completando lo que había dicho ya al respecto en su Glossaire des mots espagnols et portugais dérivés de l'arabe (1869, p. 272) y en su Dictionnaire détaillé des noms des vêtements chez les Arabes (1845, p. 98, n. 6), en los que ya había hecho alusión, además, a otras fuentes, como Pedro de Alcalá y su Vocabulista arauigo en letra castellana (Granada, 1505), para el cual غندور lo mismo es un "garçon que se quiere casar" (como صبي), que un barragán valiente, un bandolero ("allegado en vando") o un rufián; o como Diego de Torres, en cuyo texto se perfila ya, superpuesto a los anteriores, el sentido que permanecerá en el árabe marroquí, en este caso de acuerdo con Le dictionnaire Colin d’arabe dialectal marocain (Rabat, 1993-6, vol. 6, p. 1405): "Risque-tout, fier à bras, casse-cou, tête brûlée, bravache, va-t-en-guerre. Vaillant et téméraire (à la guerre)".

Junto a esa entrada aparece otra, غندرة ("la bravoure", traduce Colin), que ya Ibn Manzur (ابن منظور), autor de La lengua de los árabes (لسان العرب) a caballo entre los siglos XIII y XIV, define como "los andares del joven que se pavonea y presume", correspondiendo la acción al verbo de la misma raíz, تغندر.

Dicen Corriente y el DRAE, repito, que el árabe ḡundar (غندر) viene del persa gundār pero, sin embargo, dicha voz, en cualquiera de sus formas posibles no aparece en los diccionarios más conocidos, como el de Dehkhoda (لغت‌نامهٔ دهخدا) o el de Mo'in (فرهنگ معین), donde sólo figura como topónimo, o en el de Steingass (persa-inglés) y el de MacKenzie, de pahlaví. Tampoco la mencionan quienes se han ocupado de los préstamos persas en el árabe: ni Al-Jawaliqi (الجواليقي), ni Addaï Scher (أدي شير), ni Emam-Shooshtari (محمد على امام شوشترى), etc., etc. De hecho, son muy pocos los préstamos de este idioma que al pasar al árabe comienzan por la letra غين, ya que lo habitual era que la [g] del persa (hoy گ) se transcribiera con جيم (cuyo sonido entonces debía ser semejante). Yo habría pensado, antes bien, en گندآور, que según el Borhan-e Qate' (برهان قاطع) "se dice a la gente valiente, aguerrida y varonil, y se le decía también al capitán general de todos los ejércitos (سپهسالار)", de donde se desprende, comenta Emam-Shooshtari en su Diccionario de voces persas en la lengua árabe (فرهنگ واژه‌های فارسی در زبان عربی, Teherán, 1347, p. 170), que la palabra aludía originalmente a las levas de la época sasanida.

Sea como fuere, lo cierto es que lo del persa no acababa de verlo claro y, buscando el verbo تغندر en el diccionario de Anis Frayha (أنيس فريحة), A Dictionary of Non-Classical Vocables in the Spoken Arabic of Lebanon (1973, p. 125), he descubierto que él ofrece una etimología distinta, a partir del siriaco, y que corresponde a la segunda de las entradas que figuran en la imagen superior, tomada del diccionario de Payne Smith. Se trataría del verbo "rodar" (ētgăndăr), derivado del sustantivo anterior ("bola, esfera, globo"), y pienso que este significado cuadra bastante bien tanto con la gordura juvenil como con los andares del presuntuoso. Ignoro si el profesor Corriente contempló esta posibilidad y la descartó finalmente o si, por el contrario, sencillamente no llegó hasta ella (le adjunto el enlace de la entrada a la espera de confirmación).

Rodar y rodar...

12 de marzo de 2010

A quite place to teach... but what about learning?

Hace cosa de medio año se divulgó la noticia de que la Universidad de Oviedo barajaba excluir el árabe de su nuevo plan docente y muchos interpretaron que una terrible amenaza se cernía sobre los estudios árabes e islámicos en España, coincidiendo con las reformas derivadas del llamado Proceso de Bolonia y la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). No en balde dichos ajustes han conducido a una pérdida general de créditos y asignaturas relacionados con el árabe, aunque en ningún caso a la desaparición completa, como podía ocurrir en Oviedo.

A propósito de todo esto publiqué una entrada en el blog que mantengo en la red de mi universidad, donde exponía cuáles eran mis principales preocupaciones: ante todo, que los universitarios ovetenses perdieran esta oportunidad de iniciarse en el estudio del árabe (donde no abundan otras) y que, a la larga, no sólo se desaproveche sino se pierda también la de acometer una reforma seria de la enseñanza del árabe en la universidad española. Reforma que (añado ahora) haría bien en comenzar por una evaluación rigurosa de la competencia comunicativa y pedagógica del profesorado, formado a la sombra (nunca mejor dicho) de una tradición cargada de prejuicios y de taras lingüísticas, sobrado de relojería y falto de hora, con lo cual muy en la línea de ese lugar tranquilo donde enseñar ("a quite place to teach"), entregarse a la erudición pausada y contemplar el universo, que era según Downer y Thornhill (y sigue siendo, sospecho) la universidad anterior a Bolonia. En definitiva, reforma sí, pero en serio, y que cada palo aguante su vela, aunque mucho me temo que no van por ahí los tiros.

En Oviedo, decía anteayer La Nueva España, la propuesta de prescindir del árabe partió de la Comisión de Docencia de la Facultad donde se imparte, pero la "intervención favorable del rector" in extremis habría permitido, añade este medio, que el árabe se mantenga finalmente en el plan de estudios, gracias a los seis créditos liberados por el nuevo grado en Estudios Clásicos y Románicos. En esto de los créditos, y no en una cuestión de calidad, interés o número de alumnos, residía el problema: en que ninguna de las nuevas titulaciones de la Facultad de Filología estaba dispuesta a hacer un hueco al árabe en su plan de estudios (a cederle 6 de los 1.200 créditos con que contaban).

Visto lo visto, podría decirse que con el paso al nuevo sistema de grados se ha abierto la veda para moverle al vecino los hitos, las lindes, y ganarle terreno. Donde había algo, ahora hay menos, y donde había poco, acabará por no haber, y no porque se esté enseñando mal o falten alumnos (en cuyo caso habría que preguntarse por qué faltan donde faltan, siendo el árabe, como suele repetirse, una lengua estratégica; y si la solución es cortar por lo sano).

"Los españoles", titulaba ayer el diario La Verdad de Murcia, "ni dominan ni estudian idiomas, pero defienden su importancia", haciéndose de este modo eco, como otros medios, del avance provisional del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), según el cual un 91,1% de los encuestados considera que conocer idiomas extranjeros tiene mucha o bastante importancia, pero un 73,9 declara no haberse sentido perjudicado jamás en su vida laboral o en sus estudios por no hablar uno, y del 8,3 que está estudiándolo en la actualidad, sólo un 1,9% ha elegido el árabe, es decir: un 0,15% del total de los encuestados, aunque a un 0,8 le gustaría aprenderlo si tuviera oportunidad.

La cuestión es a quién corresponde dar esa oportunidad, dentro o fuera de la Universidad: en las Palmas de Gran Canaria los alumnos de árabe de la EOI se movilizan ante el rumor de que el próximo año no haya cuarto curso de este idioma, que ya de por sí, comenta una de ellos, fue implantado en condiciones precarias desde el punto de vista de los materiales didácticos. Y en Andalucía, como ya apunté en su momento, un posible incremento del árabe como segunda lengua extranjera en el bachillerato produce urticaria con sólo mencionarlo, y hasta se llega al extremo de que algunos arabistas prefieran que, más que árabe, se enseñe una especie de Filología Árabe ad usum Delphini, centrada, cómo no, en la historia de Al-Ándalus.

10 de marzo de 2010

Murcia en árabe

Hace unos meses hice un llamamiento —inútil, como cualquier cosa que pueda salir de este blog— a desterrar el uso de la voz 'amazige' (del bereber ⴰⵎⴰⵣⵉⵖ) en favor o bien del tradicional 'bereber', o de un neologismo más acorde con el étimo y con el español: 'amazig'. No sé si debería inaugurar o no una sección de llamamientos, pero hoy quiero hacer uno parecido con respecto al nombre en árabe de Murcia, que en todas las fuentes históricas aparece como مرسية (como, p. ej., en el documento de 1323 del que he tomado la imagen de la izquierda y que hace el nº 16 de la colección de cartas árabes del Archivo de la Corona de Aragón), y para que deje de utilizarse en su lugar la transcripción مورسيا, que ni siquiera se corresponde a la pronunciación local (que sería مورثيا).

Es cierto que en algunos casos, como en el de Madrid o Alicante, el uso mayoritario sanciona y prefiere la transcripción al topónimo árabe original (مدريد en lugar de مجريط y أليكانتي en lugar de لقنت), pero en otros, como en el caso de Murcia, se aprecia un ajustado empate que nos deja la libertad de tomar partido por una solución u otra. Así, p. ej., la búsqueda de 'Murcia' en la Wikipedia árabe, escrito como مورسيا, redirige a la entrada مرسية y no al revés, al igual que el río que la atraviesa es el نهر شقورة, como aparece en las fuentes históricas, y no el سيغورا, o que Cartagena y Lorca son قرطاجنة y لورقة, respectivamente, y no كارتاخينا y لوركا. Puesto que todas estas ciudades tienen ya un topónimo en árabe y éste no difiere sustancialmente de su equivalente en español (con lo cual uno y otro son fácilmente identificables), no hay más motivo que la ignorancia, creo yo, para utilizar una transcripción en su lugar. Me pregunto si éste es el caso, p. ej., de la agencia EFE, para la que Melilla es مليلة y no مليلية, Málaga es مالاقا y no مالقة, Valencia es بالنثيا y no بلنسية, y Murcia es مورثيا y no مرسية; lo cual no deja de ser una lástima si se considera que la agencia contó en el pasado con un servicio árabe, que funcionaba desde Granada y con la participación de la Junta de Andalucía, y cuenta en la actualidad con otro que tiene su sede en El Cairo y que podría contribuir a normativizar unos usos u otros de cara al mundo árabe, no sólo en el ámbito de la toponimia, sino en otros tan relevantes como el de la terminología administrativa y la transcripción de los nombres propios (evitando, p. ej., que en una misma página aparezcan dos distintas del mismo "Miguel Ángel" —ميجل أنخل / ميغيل أنخيل—; o de los mismos "Javier", "Rafael", "Ignacio", etc.).

3 de marzo de 2010

Ovunque si cuociono le fave

O como dirían realmente en italiano: "Tutto il mondo è paese."

La escena se repite año tras año, normalmente a comienzos del segundo cuatrimestre: una erasmus italiana asiste a clase por primera vez, soporta estoicamente las preguntas de turno en árabe (هل أنت طالبة جديدة؟ ما اسمك؟ من أين أنت؟) y al término de la lección se acerca a la tarima: en Italia ha estudiado un buen puñado de horas (seis u ocho horas a la semana, a diferencia de las tres o cuatro de aquí), y mucha, mucha gramática, pero conversación... poca, muy poca o ninguna. En definitiva, no sabe muy bien qué asignatura cursar: ha estudiado muchas más horas que sus compañeros pero entiende y se expresa peor que ellos. Con frecuencia, además, el conocimiento gramatical que han adquirido es meramente expositivo, y no instrumental.

Algunas, me consta, vuelven a Italia pensando que la enseñanza del árabe en la universidad española se centra enormemente en la práctica y, sin embargo, nada más lejos de la realidad general.

La gran diferencia en este caso, diría yo, no está en las habas, sino en el tiempo de cocción.

2 de marzo de 2010

Suerte, señor Majidi

El pasado jueves en Murcia, en el auditorio del Centro Cultural Puertas de Castilla, se le concedía al director de cine iraní Majid Talesh Majidi (مجيد طالش مجيدى) el I Premio Ibn Arabi de cine, y el profesor Alfonso Carmona, que intervenía en el acto, y Marta López-Briones, directora del centro, tuvieron la gentileza de invitarme a acompañar al cineasta en su visita por la ciudad y a formar parte de su comitiva.