30 de marzo de 2010
Mohamet razulille
21 de marzo de 2010
Verdades como puñetas
He who can, does. He who cannot, teaches.
A learned man is an idler who kills time with study. Beware of his false knowledge: it is more dangerous than ignorance.
Activity is the only road to knowledge.
Every fool believes what his teachers tell him, and calls his credulity science or morality as confidently as his father called it divine revelation.
No man fully capable of his own language ever masters another.
No man can be a pure specialist without being in the strict sense an idiot.
20 de marzo de 2010
16 de marzo de 2010
Gandul
Dice el Diccionario de la lengua española de la Real Academia (DRAE), siguiendo la opinión del profesor Federico Corriente, supongo, que 'gandul' viene del ár. hisp. ḡandúr [غندور], truhán, este del ár. clás. ḡundar, mimado, y este del persa gundār [گوندار؟], de un color particular). La voz aparece vocalizada hasta de cuatro maneras distintas en el monumental La corona de la novia (تاج العروس), finalizado en 1767 y con el sentido, siempre aplicado a un joven, de "gordo, grueso", "tierno" y, por último, lo que yo traduciría como "lozano" (الحسن الشباب, lit. "de hermosa juventud"). En el árabe de Egipto, donde se compuso este diccionario, غندور adquiriría el sentido peyorativo, según Badawi y Hinds, de petimetre, lechuguino, como en el árabe de Siria, el Líbano y Malta (cf. għandur); pero no sucede así en el árabe normativo, donde de acuerdo con el Diccionario árabe básico de la ALECSO es el "adjetivo que se aplica a quien dispone de ternura y belleza".
En Occidente (el árabe), las cosas parecen haber sido distintas. Ya el denominado Vocabulista in arabico, que se supone compuesto hacia el siglo XIII, traduce غندور por trutanus (es decir, truhán, vagabundo, mendigo), y así lo recoge Dozy en su Supplément aux dictionnaires arabes (1881, vol. 2, p. 229), completando lo que había dicho ya al respecto en su Glossaire des mots espagnols et portugais dérivés de l'arabe (1869, p. 272) y en su Dictionnaire détaillé des noms des vêtements chez les Arabes (1845, p. 98, n. 6), en los que ya había hecho alusión, además, a otras fuentes, como Pedro de Alcalá y su Vocabulista arauigo en letra castellana (Granada, 1505), para el cual غندور lo mismo es un "garçon que se quiere casar" (como صبي), que un barragán valiente, un bandolero ("allegado en vando") o un rufián; o como Diego de Torres, en cuyo texto se perfila ya, superpuesto a los anteriores, el sentido que permanecerá en el árabe marroquí, en este caso de acuerdo con Le dictionnaire Colin d’arabe dialectal marocain (Rabat, 1993-6, vol. 6, p. 1405): "Risque-tout, fier à bras, casse-cou, tête brûlée, bravache, va-t-en-guerre. Vaillant et téméraire (à la guerre)".
Junto a esa entrada aparece otra, غندرة ("la bravoure", traduce Colin), que ya Ibn Manzur (ابن منظور), autor de La lengua de los árabes (لسان العرب) a caballo entre los siglos XIII y XIV, define como "los andares del joven que se pavonea y presume", correspondiendo la acción al verbo de la misma raíz, تغندر.
Dicen Corriente y el DRAE, repito, que el árabe ḡundar (غندر) viene del persa gundār pero, sin embargo, dicha voz, en cualquiera de sus formas posibles no aparece en los diccionarios más conocidos, como el de Dehkhoda (لغتنامهٔ دهخدا) o el de Mo'in (فرهنگ معین), donde sólo figura como topónimo, o en el de Steingass (persa-inglés) y el de MacKenzie, de pahlaví. Tampoco la mencionan quienes se han ocupado de los préstamos persas en el árabe: ni Al-Jawaliqi (الجواليقي), ni Addaï Scher (أدي شير), ni Emam-Shooshtari (محمد على امام شوشترى), etc., etc. De hecho, son muy pocos los préstamos de este idioma que al pasar al árabe comienzan por la letra غين, ya que lo habitual era que la [g] del persa (hoy گ) se transcribiera con جيم (cuyo sonido entonces debía ser semejante). Yo habría pensado, antes bien, en گندآور, que según el Borhan-e Qate' (برهان قاطع) "se dice a la gente valiente, aguerrida y varonil, y se le decía también al capitán general de todos los ejércitos (سپهسالار)", de donde se desprende, comenta Emam-Shooshtari en su Diccionario de voces persas en la lengua árabe (فرهنگ واژههای فارسی در زبان عربی, Teherán, 1347, p. 170), que la palabra aludía originalmente a las levas de la época sasanida.
Sea como fuere, lo cierto es que lo del persa no acababa de verlo claro y, buscando el verbo تغندر en el diccionario de Anis Frayha (أنيس فريحة), A Dictionary of Non-Classical Vocables in the Spoken Arabic of Lebanon (1973, p. 125), he descubierto que él ofrece una etimología distinta, a partir del siriaco, y que corresponde a la segunda de las entradas que figuran en la imagen superior, tomada del diccionario de Payne Smith. Se trataría del verbo "rodar" (ētgăndăr), derivado del sustantivo anterior ("bola, esfera, globo"), y pienso que este significado cuadra bastante bien tanto con la gordura juvenil como con los andares del presuntuoso. Ignoro si el profesor Corriente contempló esta posibilidad y la descartó finalmente o si, por el contrario, sencillamente no llegó hasta ella (le adjunto el enlace de la entrada a la espera de confirmación).
Rodar y rodar...
12 de marzo de 2010
A quite place to teach... but what about learning?
A propósito de todo esto publiqué una entrada en el blog que mantengo en la red de mi universidad, donde exponía cuáles eran mis principales preocupaciones: ante todo, que los universitarios ovetenses perdieran esta oportunidad de iniciarse en el estudio del árabe (donde no abundan otras) y que, a la larga, no sólo se desaproveche sino se pierda también la de acometer una reforma seria de la enseñanza del árabe en la universidad española. Reforma que (añado ahora) haría bien en comenzar por una evaluación rigurosa de la competencia comunicativa y pedagógica del profesorado, formado a la sombra (nunca mejor dicho) de una tradición cargada de prejuicios y de taras lingüísticas, sobrado de relojería y falto de hora, con lo cual muy en la línea de ese lugar tranquilo donde enseñar ("a quite place to teach"), entregarse a la erudición pausada y contemplar el universo, que era según Downer y Thornhill (y sigue siendo, sospecho) la universidad anterior a Bolonia. En definitiva, reforma sí, pero en serio, y que cada palo aguante su vela, aunque mucho me temo que no van por ahí los tiros.
En Oviedo, decía anteayer La Nueva España, la propuesta de prescindir del árabe partió de la Comisión de Docencia de la Facultad donde se imparte, pero la "intervención favorable del rector" in extremis habría permitido, añade este medio, que el árabe se mantenga finalmente en el plan de estudios, gracias a los seis créditos liberados por el nuevo grado en Estudios Clásicos y Románicos. En esto de los créditos, y no en una cuestión de calidad, interés o número de alumnos, residía el problema: en que ninguna de las nuevas titulaciones de la Facultad de Filología estaba dispuesta a hacer un hueco al árabe en su plan de estudios (a cederle 6 de los 1.200 créditos con que contaban).
Visto lo visto, podría decirse que con el paso al nuevo sistema de grados se ha abierto la veda para moverle al vecino los hitos, las lindes, y ganarle terreno. Donde había algo, ahora hay menos, y donde había poco, acabará por no haber, y no porque se esté enseñando mal o falten alumnos (en cuyo caso habría que preguntarse por qué faltan donde faltan, siendo el árabe, como suele repetirse, una lengua estratégica; y si la solución es cortar por lo sano).
"Los españoles", titulaba ayer el diario La Verdad de Murcia, "ni dominan ni estudian idiomas, pero defienden su importancia", haciéndose de este modo eco, como otros medios, del avance provisional del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), según el cual un 91,1% de los encuestados considera que conocer idiomas extranjeros tiene mucha o bastante importancia, pero un 73,9 declara no haberse sentido perjudicado jamás en su vida laboral o en sus estudios por no hablar uno, y del 8,3 que está estudiándolo en la actualidad, sólo un 1,9% ha elegido el árabe, es decir: un 0,15% del total de los encuestados, aunque a un 0,8 le gustaría aprenderlo si tuviera oportunidad.
La cuestión es a quién corresponde dar esa oportunidad, dentro o fuera de la Universidad: en las Palmas de Gran Canaria los alumnos de árabe de la EOI se movilizan ante el rumor de que el próximo año no haya cuarto curso de este idioma, que ya de por sí, comenta una de ellos, fue implantado en condiciones precarias desde el punto de vista de los materiales didácticos. Y en Andalucía, como ya apunté en su momento, un posible incremento del árabe como segunda lengua extranjera en el bachillerato produce urticaria con sólo mencionarlo, y hasta se llega al extremo de que algunos arabistas prefieran que, más que árabe, se enseñe una especie de Filología Árabe ad usum Delphini, centrada, cómo no, en la historia de Al-Ándalus.
10 de marzo de 2010
Murcia en árabe
Hace unos meses hice un llamamiento —inútil, como cualquier cosa que pueda salir de este blog— a desterrar el uso de la voz 'amazige' (del bereber ⴰⵎⴰⵣⵉⵖ) en favor o bien del tradicional 'bereber', o de un neologismo más acorde con el étimo y con el español: 'amazig'. No sé si debería inaugurar o no una sección de llamamientos, pero hoy quiero hacer uno parecido con respecto al nombre en árabe de Murcia, que en todas las fuentes históricas aparece como مرسية (como, p. ej., en el documento de 1323 del que he tomado la imagen de la izquierda y que hace el nº 16 de la colección de cartas árabes del Archivo de la Corona de Aragón), y para que deje de utilizarse en su lugar la transcripción مورسيا, que ni siquiera se corresponde a la pronunciación local (que sería مورثيا).
3 de marzo de 2010
Ovunque si cuociono le fave
O como dirían realmente en italiano: "Tutto il mondo è paese."
La escena se repite año tras año, normalmente a comienzos del segundo cuatrimestre: una erasmus italiana asiste a clase por primera vez, soporta estoicamente las preguntas de turno en árabe (هل أنت طالبة جديدة؟ ما اسمك؟ من أين أنت؟) y al término de la lección se acerca a la tarima: en Italia ha estudiado un buen puñado de horas (seis u ocho horas a la semana, a diferencia de las tres o cuatro de aquí), y mucha, mucha gramática, pero conversación... poca, muy poca o ninguna. En definitiva, no sabe muy bien qué asignatura cursar: ha estudiado muchas más horas que sus compañeros pero entiende y se expresa peor que ellos. Con frecuencia, además, el conocimiento gramatical que han adquirido es meramente expositivo, y no instrumental.
Algunas, me consta, vuelven a Italia pensando que la enseñanza del árabe en la universidad española se centra enormemente en la práctica y, sin embargo, nada más lejos de la realidad general.
La gran diferencia en este caso, diría yo, no está en las habas, sino en el tiempo de cocción.
2 de marzo de 2010
Suerte, señor Majidi