Inf.b —Este niño es moro. O sea, aparte de ser..., de ser moro, es moro, o sea en toda la extensión de la palabra y...---Mark Davies, "Habla Culta: Madrid: M18", Corpus del Español: 100 million words, 1200s-1900s, 2002.
Inf.a —Bueno, se puede... se puede decir que es un defecto como otro cualquiera... ¡je, je!
Inf.b —Bueno, pero aparte de todo eso ¡je, je!, el chiquillo es árabe ¡je!
Inf.a —Más... más motivo, en la situación actual ¡je, je!
Me he referido a ello en Facebook, pero he pensado que ya simplemente el nombre de este blog y la profesión de morería de su autor justificaba de sobra dedicarle un espacio, también aquí, a la cuestión: un abogado de Reus, según publica la agencia EFE, ha pedido a la Real Academia Española que su diccionario recoja "la acepción racista" de la palabra 'moro' y no descarta además, según informa Cadena Ser, hacer lo propio con el Institut d'Estudis Catalans, cuyo diccionario tampoco la incluye.
Es de suponer que el letrado de la noticia, Hilal Tarkou, presidente de Watani (Asociación de Ciudadanos para la Convivencia y el Desarrollo —distinta de su homónima "para la Libertad y la Justicia", con sede en Lérida—), aspira a que el DRAE incluya una acepción similar a la que tenía 'judío' en anteriores ediciones del mismo, como en la de 1918 ("voz injuriosa que suele usar el vulgo"), o como aparece, aunque tímida, en el Diccionario de uso del español de María Moliner, donde se tiene por un sinónimo "algo despectivo" de musulmán, como 'yanqui' lo es de estadounidense, pero no tanto como 'gringo' o como 'franchute' o 'gabacho' lo son de francés. Tarkou, según se desprende de la carta que dirige al director de la RAE, parece confiar en que de ese modo prosperarían denuncias por injurias y otros delitos tipificados en el Código Penal como las que él ha formulado contra algunos caudillos de la ultraderecha local.
La primera duda que se plantea uno al respecto es, naturalmente, si llamar 'moro' a alguien, así a secas, entraña en efecto una injuria y, en particular, de aquellas que pueden "ser tenidas en el concepto público por graves", que son las únicas que constituyen delito según el art.º 208 del código vigente. En principio ninguna de las acepciones recogidas por el diccionario de la Academia, relativas a la procedencia geográfica o a la religión del individuo al que se aplica, hace pensarlo así, tanto más cuanto que la única claramente peyorativa que tiene la palabra en la actualidad, la de hombre celoso y posesivo, no figura entre ellas, quizá por ser en exceso reciente o debido a la propia tendencia de la Academia a ignorar las que tienen su origen en prejuicios (como la de "avaro, usurero" o la de "que se da maña para engañar a los demás" que tenían, respectivamente, las entradas 'judío' y 'gitano'). Distinto es, por supuesto, que haya quien considere que el hecho de ser "natural del África septentrional frontera a España" (1ª) o más bien el de profesar la religión islámica (3ª) son, en sí mismos, dignos de oprobio. Sucedería así con 'moro' lo que sucede con 'rojo' en su 4ª y 5ª acepción ("izquierdista, especialmente comunista"; "en la guerra civil española de 1936-39, republicano"): se trata, a diferencia de 'sudaca' o de 'facha', que el DRAE marca inequívocamente como despectivos, de palabras cuya capacidad de ofender reside no en su forma o significado, sino en que hay quien las emplea con dicha intención, como disfemismos, aunque existan otras derivadas y en nada ambiguas: moraco, moranco, moráncano, etc. "Moraco asqueroso", p. ej., era la expresión con que una voz en off se refería al premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz (نجيب محفوظ) en el spot de una célebre campaña organizada en 1993 por once ONG y el Ministerio de Asuntos Sociales, bajo el lema "Democracia es igualdad". En el extremo contrario, el de la hipocresía y la pacatería, se encontraría el supuestamente atenuado pero no menos disfemístico morito, aplicado a adultos.
La propia etimología de la palabra es un buen ejemplo de esa connotación añadida. A decir de Stéphane Gsell (Histoire ancienne de l'Afrique du nord, V, París, 1927, p. 89), "il faut [...] rejeter l'étymologie qu'on a tirée du mot grec μαῦρος (pour ἀμαυρός), « obscur », et qu'on a prétendu expliquer par le teint foncé des indigénes", presente ya en un autor del s. I d.C. como Marco Manilio (Astronomicon Liber IV, v. 729-730) y recuperada más tarde por san Isidoro (Etymologiae, XIV, V, 10). "Sans avoir besoin d'autres arguments", prosigue el arqueólogo e historiador, "constatons que les Grecs disaient Μαυρούσιοι; ils n'ont adopté que par exception la forme Μαῦροι, d'après l'usage latin" (que retuvo, no obstante, la forma Maurusii). Un pasaje de Plinio el Viejo (Naturalis historia, V, 17) permite suponer que tanto una forma como la otra designaban a una tribu de la provincia tingitana que, al ser la principal en otro tiempo, había dado nombre a toda la región.
Con todo, que el término 'moro' no sea peyorativo sensu stricto no debería hacernos perder de vista que sí es, en cambio, bastante voluble, y que ni su uso es por fuerza inocuo (antes bien lo contrario), ni está siempre justificado, ni es preferible a otros o está a salvo de quedar obsoleto, como parece pensar Pérez-Reverte ("Los moros de la profesora", XL Semanal, 25.10.2010), en lo que resulta un llamamiento, entre epatante y cuartelero, al casticismo lingüístico y a formar el espíritu nacional (también, es de suponer, el de los otros "moros de la profesora", sus posibles alumnos de origen magrebí) en lugar de enseñar Historia. "Lo despectivo", dice este académico de la RAE, "no está en las palabras, sino en la intención con que éstas se utilizan", y si puede estar en lo cierto en el caso de 'moro', olvida que el propio diccionario de la Academia marca expresamente muchas otras como despectivas, dando por sentado que suele ser ésa, y no otra, "la intención del hablante"; pero sobre todo obvia que son las palabras, con más motivo en un texto, las que revelan las intenciones, y no al revés, aspecto en que el escritor se contradice: "Lo que va, por ejemplo, de decir español a decir español de mierda" es, ante todo, un sintagma nominal de más y, sólo a partir de ahí, "la buena o mala leche del usuario". Lo paradójico de quienes más defienden la idoneidad y, con bastante menos convicción, la inocuidad de la palabra es que suelen aportar, al mismo tiempo, los mejores ejemplos en contra. "No hay nadie en España, en una conversación normal", sentencia Pérez-Reverte, "excepto que sea político o sea gilipollas [...], que no llame moros a los moros", y poco importa, se nos viene a decir, que el término pueda ser, en el mejor de los casos, "algo despectivo", tal y como se indica, ya lo mencionaba arriba, en el diccionario de Moliner, o suene a tal, como observa la Fundación del Español Urgente, al menos en el español de España (no así en el de América, donde el moro, dice Hernán G.H. Taboada —"La sombra del Oriente en la independencia americana", en Silvia Nagy-Zekmi, Moros en la costa: orientalismo en Latinoamérica, Madrid, p. 25— "había desaparecido del imaginario" ya a comienzos del XIX, cuando Humboldt, en su Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent —París, 1814-1825, I, p. 349—, advierte que "les souvenirs nationaux s'éffacent insensiblement", y que aquellos que se conservan, como los de don Pelayo o El Cid Campeador, "semblables aux fantômes de l'imagination, ne se rattachent plus ni à un temps, ni à un lieu déterminé" y pertenecen "au vague des temps fabuleux"). Poco importa, en fin, puesto que el DRAE da carta blanca y las intenciones son, a lo que se ve, lingüísticamente insondables. Cuando al prójimo se le distancia adrede, tildándolo de irrecíproco, atávico, etc., molestarle gratuitamente es, habrá que concluir, un derecho casi constitucional, un ejercicio de libertad irrenunciable.
Uso de 'musulmán', 'moro', etc., en textos en español entre 1800 y 2000 - Google Ngram Viewer |
En mi opinión, y el nombre de este blog es un ejemplo de ello, 'moro' es una voz de la que conviene reapropiarse:
By taking a formerly negative group label, a label used by advantaged out-groups to demean and derogate the stigmatized in-group, and by using it to refer positively to one's self and one's group, the connotative meaning of the label is challenged. It is this challenge to the status quo, the renegotiation of meaning, that is at the heart of social creativity and reappropriation. While this challenge may deflect the sting of the label on an individual basis, the true power of reappropriation can be shown when the group at large reappropriates a label, potentially forcing a larger cultural shift in the meaning of the label, and potentially in the social standing of the group. Reappropriation may not only allow groups to revalue stigmatizing labels and ultimately their social identities, but also to retain one of the benefits of stigma, namely a sense of distinctiveness; thus, reappropriation can maximize both relative status and relative distinctiveness.---A.D. Galinsky, K. Hugenberg, C. Groom y G. Bodenhausen, "The Reappropiation of Stigmatizing Labels: Implications for Social Identity", Research on Managing Groups and Teams, 5, 2003, p. 221-256, p. 251.
Una voz que conviene asumir, es decir, siquiera a modo de quiebro ante el ánimo de ofender, de resistencia sociolingüística, sin desentenderse por ello de una pedagogía que enseñe a emplearla con conocimiento de causa y disipe la tentación, no ya de "desterrarla de nuestra lengua" como teme Pérez-Reverte, harto improbable, sino de disfrazarla; pedagogía de la que, obviamente, se es incapaz desde una percepción retrógrada de lo que es ser y hablar español. Se me dirá, y con razón, que no es fácil, pero quién mejor que una persona pública como Tarkou para tratar de dar ejemplo, aparte de que "a más moros, más ganancia", como dice el DRAE.
2 comentarios :
Muchas gracias por la entrada que conjuntamente a la de "Eti(sla)mología popular" (http://anisdelmoro.blogspot.com.es/2013/01/etislamologia-popular.html) me parecen realmente esclarecedoras en el "pequeño" ámbito de la terminología arabo-islámica. En mi humilde opinión y como estudiante que soy es un tema que no está nada claro. He tenido profesores que han utilizado diferentes términos para explicar cuál es aquel originario del mundo árabe o o cuál profesa la religión del islam; incluso en documentales, películas, manuales o libros especializados podemos encontrar cruce de definiciones (me viene a la mente el documental "Inside Mecca" donde se utiliza mahometano e islamista indiferentemente) que provocan en el alumno, estudioso o curioso un verdadero atolladero. Siempre he echado en falta un aclaración sobre "moro", como otras tantas, así que reitero mi gratitud. Enhorabuena por el blog/bitácora nos (e incluyo a todo aquel al que le haya resultado provechoso) viene de perlas para los que llevamos poquito en esto de la "morería".
Gracias a ti, Alfredo, por el comentario. Siempre es grato saber que hay quien encuentra alguna utilidad en este blog, aunque más que aclarar nada, lo que suelo hacer aquí es una exposición más o menos ordenada de mis propias dudas y de las vueltas que les voy dando, por si el resultado le ayuda a alguien con las suyas propias o le anima, en su defecto, a tenerlas, que nunca está de más.
Dice ahora Pérez-Reverte que las palabras están "para saber de qué se habla cuando se habla", y llama la atención que alguien como él no alcance (o no quiera alcanzar) a ver que las palabras están para muchas otras cosas, incluso para lo contrario: para que no se sepa bien de qué se habla cuando se habla.
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