Decía en una ocasión García Gómez, después de constatar la incorporación del arabismo al resto de las Humanidades, que a él le habría gustado ser como sus colegas helenistas o latinistas (pero no en la manera de haber aprendido o de manejar el árabe —como el griego clásico o el latín—, cosa que decía "sentir"), sino en el sentido siguiente:
A un helenista especialista en Homero, por ejemplo, no se le pide su opinión sobre Andreas Papandreu; tampoco a un latinista especialista en Horacio se le pide que opine acerca de los malabarismos que hace el presidente de la República de Italia para mover las fichas de dominó en su gabinete de coalición.---Antonio Astorga, "García Gómez: «Los arabistas ya no somos el suburbio de las Humanidades», ABC Sevilla, 19.05.1991.
Obviaba así don Emilio (como se refieren a él habitualmente sus seguidores y admiradores) la posibilidad de que tal vez no fuera en su calidad de arabista, sino en la de ex-embajador de España en Oriente Medio durante casi diez años, entre 1958 y 1969, por lo que algunos pedían su opinión sobre cuestiones del mundo árabe actual (como se la habrían pedido a cualquier latinista que hubiera sido además embajador en Roma o ante la Santa Sede).