El día 8 hice el último examen del curso, y con él me despedí de una promoción de estudiantes que en breve, confío, serán todos licenciados. Es la primera promoción, y tal vez la penúltima, a la que le he dado clase durante cuatro años seguidos, desde que en 1º eligieron el árabe como lengua C. Cuatro años académicos que en la práctica se quedan en algo menos de 330 horas lectivas, 16 lecciones del ubicuo Al-Kitaab (الكتاب في تعلم العربية) y la impresión de haberse dejado mucho en el tintero, pero sobre todo la esperanza de no haberlo hecho demasiado mal, y de que el árabe, como les decía en un mensaje, les dé tantas satisfacciones como lleva dándome a mí desde hace veinte años.