Hace ahora casi un mes se celebró en la Escuela de Traductores de Toledo el
IV congreso Árabe marroquí, bajo el lema "Más allá de la oralidad". Ya lo mencioné
en su día, a propósito de una asignatura optativa de marroquí que se ha venido impartiendo estos últimos años en mi universidad, pero que desaparece el curso 2011-2012 con la implantación del nuevo grado en Traducción e Interpretación, que no la incluye. Por una cuestión de ordenación docente, buena parte de los alumnos que cursan dicha asignatura han sido previamente alumnos míos durante dos años académicos, y vuelven a serlo inmediatamente después, durante uno y medio, lo cual me permite vislumbrar en la práctica los efectos positivos de
compaginar el estudio del árabe normativo con el dialectal. Y digo "vislumbrar en la práctica" porque se trata realmente de apreciar indicios leves, pero que coinciden tanto con la intuición propia como con las observaciones de otros.
La Universidad de Castilla-La Mancha, a la que pertenece la Escuela de Traductores de Toledo, ha colgado en su página de recursos
hipermedia (sic) una
serie de vídeos grabados durante el congreso, poniendo así al alcance de quienes no asistimos la oportunidad de hacerlo virtualmente. A pesar de que, según la propia publicidad del congreso, "el estudio, enseñanza y aprendizaje del árabe marroquí es cada día más demandado y necesario en nuestro país" y de que "el aprendizaje de esta lengua no sólo posibilita una mejora en el funcionamiento del amplio abanico de servicios a la ciudadanía, sino que pone nuevas bases para el mejor conocimiento mutuo y la construcción de una sociedad multilingüe", poco se habló al respecto, a juzgar por
el programa y los vídeos de las ponencias, y a excepción de
lo expuesto por Victoria Aguilar ("Aprender marroquí en España del XVIII al XXI"), profesora de la asignatura de marroquí a la que me he venido refiriendo.
No era de esperar, por tanto, que se abordara la que es, a mi modo de ver, una cuestión crucial: cómo garantizar la enseñanza oficial de una lengua como el árabe marroquí cuando
- La mayoría del actual profesorado de árabe, tanto universitario como de Escuela Oficial de Idiomas, carece de una competencia mínimamente profesional en ella (cuando no básica).
- Con los actuales procedimientos de selección de profesorado es prácticamente imposible requerir dicha competencia a los candidatos.
- Tiene escasa o ninguna presencia en los planes de estudio oficiales.
A poco que se consideren todas estas circunstancias, se comprenderá que, sin el profesorado adecuado y sin posibilidad alguna de seleccionarlo o formarlo previamente, resulta difícil concebir una incorporación a gran escala del marroquí a la enseñanza oficial, al margen o en combinación con el árabe normativo. Por decirlo de un modo más gráfico: se pretende que ciertos colectivos profesionales aprendan marroquí, cuando, paradójicamente, la mayoría de quienes están en condiciones óptimas de hacerlo (los profesores de árabe normativo) o no lo han conseguido o ni siquiera han hecho el intento. La situación, por consiguiente, es desde mi punto de vista mucho más compleja de lo que plantea Victoria Aguilar en su intervención (min. 19:55):
Si alguna vez, pongo por caso, Marruecos llegara a reconocer el árabe marroquí como lengua oficial, la situación cambiaría radicalmente, y se incluiría sin dificultad en los planes de estudio en las universidades, EEOOII y otros centros como una lengua independiente.
Puesto que, al margen de la consideración que reciba la lengua entre sus hablantes, hay sin duda un problema de actitud de fondo; no hacia el árabe marroquí como tal, sino hacia la comunicación en árabe (o con los árabes) en general. No se explica de otro modo la proverbial indiferencia del arabismo universitario español hacia la lengua árabe en cualquiera de sus formas (la oficial y las oficiosas), reducida a una herramienta necesaria pero engorrosa, a un bisturí
esterilizado en el autoclave de la gramática-traducción, pero, en definitiva, manejado torpemente y a disgusto. Ya lo decía el siempre inspirado Julián Ribera (
Disertaciones y opúsculos, II, p. 470):
Un idioma no puede ser estudiado a fondo sin otros instrumentos que las gramáticas y diccionarios: eso es aprender anatomía animal en estampas y dibujos, sin destripar nunca un miserable conejo.
Hay que decir, no obstante, que las cosas van cambiando (sí, hasta yo lo pienso —pero sólo a veces—) y que probablemente cada vez son más los estudiantes (y los profesores) de árabe interesados en aprender marroquí, y también las
oportunidades de hacerlo, aparte de ir también en aumento el número de los que lo tienen como lengua materna. Queda por ver cuántos de estos alumnos lograrán alcanzar la suficiente competencia lingüística y didáctica, y cuántos conseguirán acceder a un mundo, el de la docencia, donde saber mucho o saber enseñar no lo es todo, ni a veces siquiera lo más importante.
Esto, que a muchos aquí les puede resultar familiar, no lo es menos en otros lugares. Como comentaba hace tiempo
David Wilmsen en ARABIC-L:
Where do we find the teachers? That is what everyone is asking these days. We could find dozens upon dozens of hugely talented teachers if we got over our institutional bias toward PhDs. I personally know a score or more of brilliant teachers possessing Master's degrees in teaching Arabic as a foreign language and long years of experience who would come west under almost any condition. But they are competing with ABDs and PhD holders.