CLAIRE: Moi aussi, je suis une immigrante. Je suis partie de là pour aller en Afrique. J'ai vu, euh, Dakar, Bamako, Ouagadougou avant de voir Montréal.---Monsieur Lazhar (dir. Philippe Falardeau), 2011, min. 1:13:50 y ss.
BACHIR: Vous en faites profiter les enfants.
CLAIRE: Ouais. Bien, je suis sûre que toi aussi tu dois en faire profiter les enfants.
BACHIR: De quoi ?
CLAIRE: Bien, ton histoire, d'où tu viens…
BACHIR: Non…
CLAIRE: Tu leur parles jamais de ta culture ?
BACHIR: Non. Ce n'est pas le but des cours.
Los profesores a los que las "medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo" no se nos han llevado aún por delante estamos a las puertas de un nuevo curso. A los de árabe, entre lección y lección, nos tocará presentar, y en cierto modo representar, un mundo del que la mayoría de los estudiantes ignora casi todo, salvo los estereotipos, y del que ni siquiera tienen conocimiento por las noticias, que no suelen seguir. Antes que por la llamada "primavera árabe", preguntarán, p. ej., "por qué beben si su religión se lo prohíbe" (sic), "por qué tienen tan discriminadas a las mujeres", etc., con lo que uno a veces se pregunta qué sería de ellos si cayeran en manos de algún aficionado a la yijadología (que es tanto como decir en las de un experto) y, sobre todo, cómo podría infundírseles una mayor curiosidad por el entorno de la lengua, que van a necesitar si quieren aprenderla, sobre todo los que presentan una motivación extrínseca o instrumental, que en Traducción e Interpretación, me atrevería a decir, son mayoría.
Por fortuna los árabes, aparte de malheur y mala prensa, también tienen talento, como reza el título de un programa del canal MBC, y humor. Es el caso de este concursante jordano, Hassan Menawi (حسن ميناوي), que es capaz de tocar unos once instrumentos musicales, pero sorprende al jurado con uno del todo inesperado: la pajilla (المصاصة —o الشيليمون, como dicen en aquellos lares—) con que se sorben zumos y refrescos.
"¿Podríamos echarle un vistazo? Veamos el instrumento mágico este", dice Ali Jaber (علي جابر), uno de los miembros del jurado, al final de la actuación. "Es increíble. Lo has hecho tú, ¿no?", pregunta, mientras el comediante saudí Nasser Al Qasabi (ناصر القصبي) pide permiso e intenta, en balde, arrancarle alguna nota a la primera.
"¿De dónde te vino la idea?", le pregunta Maher Kaddoura (ماهر قدورة), creador y animador de la iniciativa Newthink Theater (مسرح الفكر الجديد), al final de otra actuación suya (min. 6:47), anterior:
A lo que Menawi, profesor de música, responde que fue viendo a un alumno de 3º de primaria que no tenía medios para procurarse un instrumento como se le ocurrió la idea. "La música", concluye, "no está en el instrumento. La música está en el alma, en el sentimiento... en el arte".
A veces uno querría dar con una fórmula magistral como la de Menawi, no ya para enseñar música al que carece de instrumento, sino árabe a quienes sí disponen de ellos, didácticos y no pocos, pero les falta algo de ese sentimiento. No me refiero exclusivamente a mis alumnos ni al compromiso vocacional del que hablaba Naomí Ramírez, hace unos meses, en "Un mensaje para el arabismo español", sino a la capacidad de arrancarle a la enseñanza, como a la pajilla, algo más que una serie de notas (las que se obtienen a final de curso).
A fin de cuentas, para "instrumento mágico" de verdad, el lenguaje humano, ¿no?
Feliz vuelta al cole a todos.