29 de julio de 2012

Reivindicación del personal docente y estudioso

Gracias a Jesús de Prado por la referencia inicial que contiene este alegato a contracorriente:
La actividad propia del buen profesor no es la investigación, sino el estudio. Son actividades muy distintas. Investigar es buscar saberes nuevos para todo el mundo, saberes nuevos en sí. Estudiar es adquirir saberes que ya existen, saberes que ya son públicos, y que sólo son nuevos para el que estudia. Investigar es una actividad cada vez más especializada, que exige invertir un enorme esfuerzo en cada tema puntual. Pero suelen bastar unas horas para aprender lo [que] costó siglos averiguar, y por eso el estudio puede abarcar disciplinas enteras. La investigación exige el uso de una gran variedad de técnicas e instrumentos: exige del naturalista que salga al campo, del químico que viva en el laboratorio... El estudio sólo requiere, por lo regular, leer los relatos de los investigadores. La investigación es una actividad que compite por el reconocimiento de los iguales, guiada ante todo (creamos por ahora a Merton) por la vanidad y la autoafirmación. El estudio es una actividad sobre todo humilde, guiada por el deseo de aprender de los otros, no de (sólo) enseñarles. Hasta en el modo de leer se distinguen el investigador y el estudioso. El investigador se levanta cada mañana a comprobar que sus rivales no le han pisado el descubrimiento y lee atropelladamente buscando citas en que apoyarse él para derribar al competidor. El estudioso lee intentando comprender qué saber nuevo (para él) hay en lo que está leyendo y cómo integrarlo en lo que ya sabe. El investigador escribe artículos o monografías procurando (creamos de nuevo a Merton) ser el primero; el estudioso, si escribe, lo hace para sintetizar y divulgar lo que muchos otros han averiguado.
---Julio Carabaña, "El «punto ciego» de la Ley de Universidades", Claves de razón práctica, 119 (2002), p. 32-41; citado en ídem, "La carrera del profesor universitario: cada vez más larga, más precaria y más pobre", en Miguel Ángel García Calavia y Ernesto Cano Cano (coords.), ¿Hacia dónde va la Universidad?, Valencia, 2005. 

20 de julio de 2012

Feliz Ramadán 1433



No cabe duda de que hoy en día se ha impuesto una simbología gráfica del Ramadán, equivalente en muchos sentidos a la navideña, de la que cuesta sustraerse, como demuestra mi felicitación de este año y otros anteriores, o la de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE): crecientes, alminares, farolillos, destellos, tambores, etc. Quizá por eso esta vez he decidido hacerla también sonora, y qué mejor sonido para la ocasión que la aleya 2:185(184) del Corán. El que la recita es Zakaria Rguibi (زكرياء الرقيبي), y es también una forma de recordar que el árabe es letra, pero también voz.

4 de julio de 2012

La lengua materna no es un problema

Me pregunta Isaac, asiduo de este blog, si estoy al tanto de la polémica acerca del reconocimiento de la dariya (الدارجة) en Ceuta. No es una cuestión que conozca de cerca, pero sí es verdad que llevo algún tiempo prestándole cierta atención, desde que el pasado mes de febrero estuvo en candelero la propuesta de la coalición Caballas de crear "la Academia del Árabe Ceutí", y a propósito también de la presentación en el V Congreso Internacional de Árabe Marroquí, el pasado mes de abril, de una ponencia titulada "El árabe de Ceuta. Argumentos para su cooficialidad", de la que es autor Francisco Moscoso, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en árabe marroquí, y con "el fondo" de cuyos argumentos se alinea Caballas, en palabras de su portavoz, aunque la coalición no haya "apostado nunca por la cooficialidad del árabe, algo que habría que debatir y analizar entre todos".

A continuación retomo algunas de las reflexiones que ya hice en aquellas fechas a través de SEEA-L, la lista de correo-e de la Sociedad Española de Estudios Árabes.