4 de julio de 2012

La lengua materna no es un problema

Me pregunta Isaac, asiduo de este blog, si estoy al tanto de la polémica acerca del reconocimiento de la dariya (الدارجة) en Ceuta. No es una cuestión que conozca de cerca, pero sí es verdad que llevo algún tiempo prestándole cierta atención, desde que el pasado mes de febrero estuvo en candelero la propuesta de la coalición Caballas de crear "la Academia del Árabe Ceutí", y a propósito también de la presentación en el V Congreso Internacional de Árabe Marroquí, el pasado mes de abril, de una ponencia titulada "El árabe de Ceuta. Argumentos para su cooficialidad", de la que es autor Francisco Moscoso, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en árabe marroquí, y con "el fondo" de cuyos argumentos se alinea Caballas, en palabras de su portavoz, aunque la coalición no haya "apostado nunca por la cooficialidad del árabe, algo que habría que debatir y analizar entre todos".

A continuación retomo algunas de las reflexiones que ya hice en aquellas fechas a través de SEEA-L, la lista de correo-e de la Sociedad Española de Estudios Árabes.

De entrada, la idea de dedicarle una academia al árabe ceutí, que es básicamente el mismo que se habla a lo largo de kilómetros y kilómetros al otro lado de la frontera, suena pretenciosa, como lo sería, p. ej., salvando las distancias y el Estrecho, crear una de Gibraltarian Llanito: en parte porque el árabe de Ceuta es una variedad periférica, continua y poco diferenciada (su caso no es, desde luego, el del maltés), pero sobre todo porque, más allá de estudiar y preservar, se habla de "formular las leyes gramaticales del árabe ceutí" (como si no lo estuvieran ya), "dar orientaciones para su cultivo formal y escrito" y "establecer criterios de autoridad en cuestiones relativas a la normativa, actualización y uso correcto" de éste, para lo cual sólo existe un precedente entre los dialectos árabes: el del mismo maltés.



Coincidiendo con su propuesta al pleno, la coalición Caballas invita a Ángeles Vicente, especialista en dialectología árabe, a dar una conferencia con el título "Pasado, presente y futuro de la lengua árabe en Ceuta". Vicente, destaca una televisión local, "insta a proteger el árabe ceutí" ("una lengua materna única en todo el mundo", dice una voz en off, para desdecirse a continuación, aclarando que es "una variante del dariya o árabe marroquí") y "propone redactar un atlas lingüístico del árabe ceutí"; pero ni rastro, como era de esperar (y es de agradecer) en una (socio-)lingüista, de adhesión al proyecto de academia y a ese espíritu prescriptivo. Por su parte, consultada a través de Twitter a raíz de la noticia, la asesora del Centro de Profesores y Recursos de Ceuta, Verónica Rivera, partidaria de favorecer la presencia del árabe como lengua materna en la escuela y de enseñar el español como una segunda lengua, ve preferible "algún tipo de Observatorio" (sic, en mayúscula) "de la lengua", aunque no obstante la iniciativa de la academia le parece "buena y necesaria".



Es éste, el de la escuela, un ámbito en el que la cuestión del árabe ceutí cobra especial relevancia, aunque entre las mismas filas de la coalición hay quien parece discrepar. Si para el ministro Wert, "el problema fundamental del fracaso escolar" en Ceuta "tiene que ver con el hecho de que para aproximadamente la mitad de los alumnos el castellano no es la lengua materna" (tras haber culpado en un primer momento a una invisible "avalancha de población, básicamente marroquí", que acudiría a beneficiarse de la educación gratuita española); en cambio para Fatima Hamed Hossain (فاطمة حامد حسين), diputada y figura visible de la coalición:
Los problemas que influyen en el fracaso escolar de las futuras generaciones de Ceuta pueden estar relacionados con variables de tipo socio-económico, de no acertar con la metodología empleada y, a veces, con el desinterés de algunos padres y madres pero desde luego, la lengua materna no es ningún problema.
Según opina en "Bilingües", una entrada publicada en su blog en El Faro de Ceuta (20.02.2012), y en un artículo, también, con motivo del día internacional de la lengua materna: "Si hablar l'arabia sebtawia (árabe ceutí) fuese motivo de fracaso, ninguna persona que la hable habría podido formarse, con lo que ese argumento cae por su propio peso", sostiene Hamed, quién sabe si en alusión a opiniones como la de Rivera, para la que:
Si la lengua materna de nuestro alumnado no se corresponde con la lengua oficial o institucional y no la tenemos presente, estaremos contribuyendo a que existan desigualdades sociales, fragmentación sociolingüística y, consecuentemente al distanciamiento y enfriamiento de las relaciones entre las familias y la escuela.
En este punto es interesante constatar cómo la enseñanza en la lengua materna se ha convertido en uno de los motivos que más se aducen para reclamar la cooficialidad del árabe nativo (dialectal), incurriendo así, a mi modo de ver, en otro razonamiento erróneo, como ya expliqué en una entrada anterior sobre la oficialización de la dariya en Marruecos: asociar forzadamente lengua oficial y lengua de instrucción, cuando hay sobradas evidencias, como la del francés en todo el Norte de África, o más recientemente la del bereber en Marruecos, de que lo uno no conduce directa ni inmediatamente a lo otro; pero sobre todo, y ésta es quizá mi mayor objeción a este tipo de pretensiones, sin contar con los verdaderos interesados, que son los ceutíes arabófonos. A menos que uno aspire sin ambages a un sillón en la academia de marras, es a ellos, entiendo, a quienes habría que preguntar si quieren que el árabe sea lengua cooficial en Ceuta, y qué árabe en particular (si un oportuno "árabe" a secas, sin adjetivos, como es habitual en las constituciones árabes, o el que se habla pero no se escribe). Y es a estos mismos ceutíes a quienes se les debería preguntar qué prefieren para sus hijos: ¿una enseñanza (experimental por muchas razones) en árabe ceutí, una como la que recibe el resto de los españoles o una bilingüe? Y en este último caso, ¿en qué grado y en qué árabe?

A este respecto podría recordarse lo sucedido con el espacio "Diario de Ceuta" (يوميات سبتة), que se emitía en el canal privado Ceuta TV y se presentaba como un "informativo semanal ceutí en lengua dariya", aunque tanto en la primera emisión (01.04.2011) como en la segunda (08.04.2011) la locutora, Nada Gad, se expresaba principalmente en árabe normativo. "Las noticias son como más serias", confesará a El Faro de Ceuta, "y por eso se dan en árabe normativo" (Asier Solana, "Treinta minutos de tele en árabe", 02.04.2011). Habrá que esperar a la tercera entrega, al cabo de un par de meses de interrupción del programa, para que el árabe ceutí sea la lengua dominante. A falta de datos precisos, no ya sobre las actitudes sino incluso sobre el número aproximado de hablantes (aunque la frecuencia de nombres propios en la provincia de Ceuta en los años 70, 80, 90 y 2000 arroja alguna pista), nada induce a pensar que los arabófonos de Ceuta tienen del árabe nativo y del normativo una consideración distinta de la que tienen sus vecinos, en general, y otros hablantes de la lengua, con lo que una oficialización del árabe ceutí (harto improbable, a no ser por real decreto) podría soliviantar, paradójicamente, tanto a romanos, por decirlo de un modo lorquiano, como a cartaginenses. "España", rezaba ya, incendiario y sensacionalista, el titular de una noticia publicada en 2009 en el diario marroquí Attajdid (التجديد), perteneciente al Movimiento Unicidad y Reforma (حركة التوحيد والإصلاح),  "adopta la enseñanza de la dariya en las ocupadas Ceuta y Melilla, y rechaza el árabe" (سميرة آيت امحند، «إسبانيا تعتمد تدريس الدارجة في سبتة ومليلية المحتلتين وترفض العربية»، 25/2/2009); en lo que no es sino una muestra de lo espinoso de la cuestión, en la que se combinan ingredientes identitarios, sociológicos y políticos tan peculiares como los que en el país vecino han dado lugar a que la constitución de 2011 (art. 5) oficialice el bereber y mencione expresamente la hasanía (الحسانية) saharaui, pero no así la dariya, incluida, cabe adivinar, en una protección genérica de "las hablas y expresiones culturales empleadas en Marruecos", con el que la comparación se hace inevitable: a propósito de una enmienda del Grupo IU-ICV a la proposición no de Ley (161/001466) presentada el 9 de febrero de 2006 por los Grupos Parlamentarios Vasco, Mixto y de Esquerra Republicana, Gaspar Llamazares advertirá (Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, 538, 28.3.2006, p. 16) que:
No es lo mismo el Estatuto de Ceuta que el Estatuto de Melilla y no es la misma la situación de la lengua específica, el tamazigh [sic], en Melilla que la lengua árabe en Ceuta, no es la misma situación, por lo que, nos parecía que era necesario diferenciarlo en nuestra propuesta. ¿Por qué no es lo mismo? Porque el Estatuto de Melilla reconoce esa lengua y además propone un modelo a medio camino entre la oficialidad, que es el de promoción y protección de la lengua, que está también en otros estatutos de autonomía en nuestro país, y el Estatuto de Ceuta para nada reconoce esa lengua ni la pluralidad cultural de Ceuta. Habría que situarse en ese ámbito, y por tanto para nosotros, en relación con Melilla y con base estatutaria, es posible ser ambiciosos, en el ámbito educativo, en el ámbito de la Administración y de los medios de comunicación, y respecto a Ceuta es preciso hacer una defensa de la pluriculturalidad pero con menos base legal.
Pero sin ahondar en el por qué de esa diferencia, que probablemente se debe a otro ingrediente más, el diplomático y estratégico (de cara a Marruecos), antes que a las circunstancias locales de una u otra ciudad autónoma.

Es a la vista de todo este complejo y delicado escenario que sorprende y resulta un tanto simple y cándida (o de lo contrario irreflexiva, si no forzada) buena parte de la argumentación que uno encuentra, como lo es afirmar que "la Constitución española legitima la cooficialidad del árabe ceutí", como sostiene Francisco Moscoso, p. ej., en la entrevista que le hace el dominical Diez segundos de El Faro de Ceuta (25.03.2012, p. 40-3), citando el artículo 3.2 de la carta magna:
Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
E interpretando que el árabe hablado en Ceuta (ob-)tendría ipso facto la consideración de lengua española, aunque desde el ámbito del Derecho Constitucional pueda opinarse lo contrario, como hace Carlos Ruiz Miguel, catedrático de la U. de Santiago de Compostela, consultado por El País en 2010 (Ignacio Cembrero, "Dos lenguas autonómicas más"), para quien ni el árabe de Ceuta ni el bereber de Melilla pueden considerarse "lenguas españolas", siendo "extranjeras aunque las hable una pequeña parte de la población española", por lo que "su hipotética cooficialidad tiene muy difícil encaje constitucional", pudiendo acabar el caso, según vaticinaba, en el Tribunal Constitucional. "Mis opiniones", dice Moscoso, "son las de un lingüista y profesor universitario", y en lo segundo no le falta razón, pero no son, desde luego, las de un constitucionalista, y tampoco las de especialistas como Vicente, ya mencionada, o Dominique Caubet (con su postura acerca de la oficialización del marroquí), conscientes de que, para el lingüista, entre describir y prescribir hay una línea insalvable, a riesgo de transformarse de espectador en protagonista. "En el caso del árabe de Ceuta", opina Moscoso redundante, "la apuesta por su cooficialidad sería un paso adelante en el reconocimiento y cooficialización de la lengua materna que el país vecino no ha querido asumir", como si se tratara, de algún modo, de ganar a Marruecos por la mano y de dictarle, no ya desde Ceuta sino desde un despacho en Madrid, el camino a seguir.

Sin llegar a adquirir la categoría de lengua oficial, el árabe ceutí podría incluirse entre "las modalidades lingüísticas de España" para las que el artículo 3.3 de la Constitución de 1978 prevé "especial respeto y protección", y del mismo modo entre las contempladas en la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, pero de nuevo hay pocos resquicios legales para ello, ya que en su instrumento de ratificación (BOE nº 222, 15.09.2001) el Estado español especifica que por tales se entienden "las lenguas reconocidas como oficiales en los Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas" y "las que los Estatutos de Autonomía protegen y amparan en los territorios donde tradicionalmente se hablan", cosa que el de Ceuta, como ya se ha visto, no hace (aún). Y de igual manera podría desempeñar una función muy valiosa en la enseñanza si, p. ej., se primara la presencia y formación de un profesorado bilingüe (o cuando menos lo bastante competente en ambas lenguas), con el que los alumnos que lo necesitaran podrían trabajar e identificarse más fácilmente. Quizá no esté de más apuntar, al hilo de esto y lo anterior, que españoles con la dariya como lengua materna hay tantos fuera de Ceuta como dentro, si no más: sólo entre 2001 y 2009, según el INE, se concedió la nacionalidad por residencia a 55.207 ciudadanos marroquíes, cifra superior a la mitad de la población de la ciudad, donde en ese mismo período sólo la obtuvieron 873 personas en total y de distintos países. Si bien la mencionada carta europea excluye expresamente de su ámbito los idiomas de los inmigrantes (véase el art. 1.a), el apunte me sirve, no obstante, para enlazar con el comentario que daba pie a esta entrada. Dice Isaac que el árabe "posiblemente sea la lengua extranjera más hablada en España", pese a lo cual "no tiene reconocimiento oficial alguno".

Como gesto, no me cabe duda de que muchos ceutíes apreciarían que su árabe (ya sea el nativo, el normativo o ambos) obtuviera algún tipo de reconocimiento oficial, aunque sea otro, digamos oficioso ("social", dice Fatima Hamed), el que de seguro más echan en falta, porque a decir de Gramsci (Letteratura e vita nazionale, 1950, p. 201):
Ogni volta che affiora, in un modo o nell'altro, la quistione della lingua, significa che si sta imponendo una serie di altri problemi.
En este mismo orden de cosas es del todo comprensible y loable la preocupación de quienes se enfrentan al porcentaje de fracaso escolar más elevado de España, pero he de reiterar mi opinión de que, para introducir el árabe ceutí en el aula, no es necesario (ni basta con) darle la categoría de lengua oficial. Ni parece viable, ni es la solución, ni creo que sea parte de ella. Se dé o no "el paso siguiente" del que habla Moscoso en su entrevista, "el de la codificación y normalización del árabe ceutí" (p. 42), y que más bien debería ser previo (de lo contrario, ¿qué se estaría oficializando exactamente?), el proceso desembocaría, intuyo, en una oficialidad nominal, como la del bereber ahora en Marruecos, del que se espera, según el art. 5 de la constitución aprobada en 2011, que "pueda desempeñar su función, como lengua oficial, en el futuro", a partir y a través de "su integración en el ámbito de la enseñanza y en los prioritarios de la vida pública", y no a la inversa.

Quizá, sencillamente, se le esté pidiendo demasiado a la escuela y, por descontado, a la lengua. En Marruecos de nuevo, sin ir más lejos, son varios los centros públicos españoles que reciben año tras año a alumnos de Educación Infantil (3-5 años) cuya lengua materna es la dariya o alguna variedad del bereber, y no parece que ello suponga obstáculo alguno. La diferencia estriba, tal vez, en que provienen de familias capaces de afrontar unas cuotas anuales de 7.000 o 10.200 dírhams (entre 3,3 y 4,8 veces el salario mínimo del país, y más del doble de las que se abonan en los centros de Francia, Italia, Portugal y Reino Unido). Por algo decía Quevedo que don Dinero es "tan cristiano como moro [...] y hace propio al forastero".

No puedo por menos que terminar repitiéndome y citando de nuevo a la diputada de Caballas, Fatima Hamed, cuando asevera ("L'Arabía Sebtawia", Ceuta al día, 21.02.2012) que:
Los problemas que influyen en el fracaso escolar de los futuros adultos y adultas de Ceuta, pasan por factores de índole socio/económica, pasotismo y desidia de las administraciones que están muy ocupadas en tonterías en vez de ponerse manos a la obra, y, finalmente, por el desinterés de algunos padres y madres, pero, créanme, la lengua materna no es un problema.

3 comentarios:

  1. En primer lugar, te agradezco el artículo y la referencia a mi comentario.

    Me parece muy interesante tu entrada y tu opinión. Coincido contigo en que, desde luego cualquier iniciativa en este sentido, debería tener muy en cuenta a la comunidad a la que va dirigida.

    A veces inconscientemente los españoles tomamos actitudes paternalistas, dignas de la época del protectorado, ya sean con buenas o con malas intenciones.

    Respecto a la academía del "árabe ceutí", pues me parece un sin sentido.

    Si que sigue sorprendiéndome la falta de reconocimiento de esta lengua en nuestro país. En toda España y, en especial, en Ceuta, por razones obvias. Yo no comparto la opinión de Don Carlos Ruiz Miguel respecto a la no constitucionalidad de la cooficialidad.

    Puesto, que si seguimos su definición de "lengua española", ni si quiera el español lo sería, puesto que el ámbito del español sobrepasa abiertamente nuestras fronteras y la mayoría de los hablantes de español en el mundo, no son españoles.

    Es más, dudo mucho de que las lenguas tengan nacionalidad. Puesto que la nacionalidad es un sentimiento político o un atributo de la personalidad. Las lenguas, al contrario de lo que sucede con sus hablantes, carecen de sentimientos...

    Si bien, es verdad, que no es necesario oficializarlo como tal,creando academias inútiles de cosas que posiblemente (y corrígeme si me equivoco) ni existan... Puesto que esta academia, al final, no sería más que otro nido de enchufismo de los que ya nos sobran en este país.

    Lo que tengo claro, es que hay que promover el árabe (a secas) en un sitio donde la mitad de la población lo tiene como lengua materna. Y no como ocurre ahora, donde no hay ni un cartel en árabe en toda la ciudad (excepto en tiendas y restaurantes). Y ello, por una cuestión de respeto hacia esa comunidad.

    Por supuesto, que la lengua materna no es un problema académico, lo tengo clarísimo, conozco muy buenos ejemplos de ello tanto en Ceuta como en Melilla, a parte de los marroquíes que estudian en centros españoles a los que aludes.

    Aprovecho para felicitarte de nuevo por tu blog, que sigo todo lo que puedo.

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  2. Gracias a ti por leerme, Isaac.

    En cuanto a la constitucionalidad o la españolidad del árabe (o del rifeño en Melilla), el argumento que se esgrimiría en contra no es, sospecho, el número de hablantes con que cuentan en territorio español: se diría que no son lenguas históricamente españolas, e incluso habría quien sostuviera que son lenguas históricamente antiespañolas (si se acaba la Lingüística, siempre queda la Historia).

    Olvidé, por cierto, mencionar en la entrada un ejemplo muy claro de oficialidad nominal: la del árabe en Israel.

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